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La UE niega más ayudas a Europa del Este

Los dirigentes rechazan la petición de los nuevos socios de fondos frente a la crisis

Andreu Missé

Los dirigentes europeos lograron cerrar momentáneamente las grietas que la crisis económica está provocando entre los viejos y nuevos países de la Unión. Por un lado, los jefes de Estado y de Gobierno, reunidos ayer en Bruselas, rechazaron las medidas proteccionistas y acordaron "utilizar al máximo el mercado único como motor para la recuperación para respaldar el crecimiento y el empleo". Y por otro, en la reunión informal, que duró algo más de tres horas, los dirigentes europeos manifestaron su oposición a dar un trato específico para Europa del Este, a fin de evitar una nueva división de bloques en el seno de la Unión.

La cumbre fue convocada precipitadamente por República Checa, que ostenta la presidencia de turno de la Unión, como reacción a las medidas de defensa de la industria nacional anunciadas por algunos países como Francia.

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Los debates de ayer permitieron relajar la tensión entre el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro checo, Mirek Topolanek, a cuenta del plan de ayudas de Francia al sector del automóvil que privilegiaba el empleo en Francia.

Aparentemente, el debate sobre el proteccionismo ha quedado zanjado por el momento. El propio Sarkozy aseguró que "nadie es proteccionista en Europa", que en su opinión es "la región más abierta del mundo". El presidente francés recordó que las ayudas del automóvil habían sido promovidas inicialmente por "nuestros amigos de Estados Unidos", y se mostró sorprendido por la falta de críticas a las ingentes ayudas financieras dadas a los bancos a costa de los contribuyentes.

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Para despejar toda duda, los líderes acordaron "hacer hincapié en que el proteccionismo no es la respuesta a la crisis actual". También Topolanek intentó diluir el debate asegurando que "no hay ningún país proteccionista en Europa".

El otro punto conflictivo sorteado ayer fue la división entre países viejos y los nuevos del antiguo bloque comunista, cuyo sistema financiero ha sido seriamente desestabilizado por la crisis. Los nuevos países, que habían sacralizado el mercado y considerado el proyecto europeo con bastante escepticismo, han descubierto repentinamente las ventajas de las instituciones europeas y sobre todo del euro.

Los nueve países del Este mantuvieron una reunión antes de la cumbre en la que mostraron su preocupación por el deterioro de su sistema financiero, pero en la que no prosperó la idea de un Programa Europeo de Estabilización e Integración, presentado por el primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsany. El dirigente húngaro solicitó una ayuda de hasta 180.000 millones de euros para sanear los bancos y reactivar la economía de los países del Este. La iniciativa fue rechazada por varios países de la región como República Checa, Polonia y Estonia.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, se mostró también contrario a planes específicos para el Este y recordó que las instituciones europeas ya habían mostrado su apoyo de manera específica a Hungría y Letonia.

No obstante, los líderes fueron sensibles a la difícil situación de algunos de estos Estados que se incorporaron a la UE en 2004 y 2007. En el comunicado final se "reconoce que existen claras diferencias entre los miembros de la Europa central y oriental" y se muestran dispuestos a "revisar la asistencia ya facilitada".

Tampoco prosperó la iniciativa de Polonia y Hungría de facilitar el acceso de algunos de estos países al euro para asegurar su estabilidad financiera. Barroso, Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, se opusieron a flexibilizar las reglas de adhesión establecidas en el tratado. El presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, dijo que "no era factible cambiar los criterios de acceso de manera repentina". Sin embargo, Alemania y Francia no descartaron discutir los actuales criterios de adhesión o añadir otros en el futuro.

José Luis Rodríguez Zapatero bromea con Nicolas Sarkozy antes de la celebración de la cumbre de Bruselas.
José Luis Rodríguez Zapatero bromea con Nicolas Sarkozy antes de la celebración de la cumbre de Bruselas.EFE

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