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Kremlinología, ¿ciencia o arte?

Pilar Bonet

La celebración de un pleno del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) sin que se hayan producido relevos personales, por mínimos que éstos sean, ha supuesto un revés para quienes habían apostado por ellos, y entre periodistas y diplomáticos occidentales ha replanteado viejos interrogantes con renovado vigor: ¿qué sabemos, realmente de lo que pasa detrás de la muralla del Kremlin?, ¿en qué medida son dignas de crédito las fuentes?, ¿en qué medida nos llega, si nos llega, y cómo lo hace, la proyección de los eventuales conflictos que se producen en la cúspide del poder en la URSS?Dado el cúmulo de rumores contradictorios que han circulado en Moscú desde el pasado verano, el clima periodístico entre los corresponsales occidentales acreditados en esta capital es de desconfianza; una profunda desconfianza, incluso hacia aquellas fuentes soviéticas -y cada periodista tiene las suyas donde puede y le dejan- que en otras ocasiones se habían revelado solventes y dignas de crédito. Había esta vez fuentes que convertían en posible la dimisión voluntaria de Chernenko; otras, que promocíonaban a Gorbachov como segundo secretario general del partido con rango institucionalizado como tal; otras, que ampliaban el Politburó y el secretariado del Comité Central, y las había también que enviaban al jefe del Gobierno, Nikolai Tijonov, a la jubilación forzada. Para consternación de todos estes lobbies, el resultado ha sido un árido pleno del Comité Central dedicado al regadío y a la desecación. En función de eso hay quien dice que la situación en la cúspide del poder es estable -tal vez por congelación- y que nadie quiere ca mbiar nada o nadie se atreve a ello. Es posible, si se carece, como aquí, de los elementos que permitan comprender de forma inmediata una situación y su desarrollo.

Veteranos corresponsales en Moscú aseguran que éstos son tiempos difíciles, cargados de contradicciones y rumores, en comparación a otros anteriores en época de Brezney y Andropov. Los rumores y la desinformación siempre existieron en el pasado, y algún que otro periodista estuvo en dificultades por haber matado a Leonid Breznev antes de tiempo. Claro que si el corresponsal anuncia la muerte del líder antes de que ésta se divulgue y luego, efectivamente, se confirma, el prestigio profesional sube como la espuma. Se dice entonces que el periodista tiene intuición, olfato o buenas fuentes, o tal vez todas estas cosas a la vez.

Contexto de desconfianza

Importa aquí también el medio que se represente, ya que los, soviéticos son especialmente sensibles ante algunas audiencias (ahora, los norteamericanos; antes, los alemanes del Oeste). Así pues, se filtran noticias, se conceden entrevistas y se difunden informaciones importantes teniendo en cuenta cuáles son los países privilegiados -tal vez temidos- en esa coyuntura política.

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En un contexto de desconfianza y poca transparencia informativa, donde las pocas informaciones se hinchan cual bola de nieve de colega en colega, quienes más sufren son los solitarios que mantienen posiciones individuales, basadas en su intuición, su iluminación o sus fuentes, contra la corriente general. Los que resisten porque no están convencidos, o no pueden verificar una información, pueden verse sometidos a presiones por parte de las centrales de sus agencias, emisoras o periódicos, enfrentados con unas siglas de prestigio que avalan una información no asumida por el corresponsal. Y sin embargo, todos pueden. equivocarse. Y ello sucede porque la respuesta a preguntas elementales desde un punto de vista occidental -¿cuándo se reúne el Comité Central?, ¿qué hace exactamente el mariscal Ogarkov?, ¿quién se ocupa de qué en las secretarías del Comité Central? sólo puede obtenerse por tortuosos camínos y sin garantías. No existe una respuesta institucionalizada a través de gabinetes de Prensa cuya misión fuera, efectivamente, informar. Los acontecimientos puntuales existen aquí oficialmente cuando los ha dado la agencia Tass, el periódico Pravda o ambas cosas a la vez.

A la vista de cómo están las cosas, la relación directa con el Kremlin ha sido sustituida por métodos indirectos de investigación. Entre éstos figura la interpretación de páginas de periódico, fotografías e imágenes televisivas. Se descubre así una necrológica inusual porque falta alguna de las firmas que debería acompañarla, el escamoteo de un discurso o un fotomontaje que altera la colocación de los líderes o saca a uno de ellos especialmente poco agmciado. Aunque ello pueda parecer una extravagancia a muchos, competentes periodistas veteranos en Moscú se toman en serio la tarea yopinan que esto pernúte en muchas ocasiones llegar a una conclusión verificable. El problema es que puede muy bien ser que el significado del receptor no sea el que le ha puesto el enúsor o simplenmente que el dato elegido no sea relevante.

Claro que no se debe atribuir la poca fiabilidad de las fuentes tan sólo a una maligna intención desinformativa. Pulsar opiniones occidentales sobre un determinado tema o castigar a un corresponsal díscolo puede ser una causa, pero no la única. También pasa que la fuente soviética puede confundir deseos con realidades y situar sus esperanzas en unos acontecimientos de improbable cumplimiento, contagiándolas también a los que se relacionan con él o con ella. Esto, dicen algunos expertos, explica gran parte de cuanto ha estado sucediendo desde que Chernenko no parece encontrarse muy bien de salud.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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