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Ucrania vota hoy con la esperanza de desatascar su crisis política

La economía crecerá este año el 7,5%, pese a la pugna institucional

Pilar Bonet

Una clase política dividida e incapaz de consensuar temas básicos para el futuro de Ucrania acude hoy a comicios legislativos anticipados en espera de que los cerca de 37 millones de electores (de una población de 47 millones), clarifiquen el inestable escenario político surgido de la revolución naranja de 2004 y de los comicios de 2006. Los sondeos auguran un voto fragmentado, que exigirá a los partidos un Gobierno de coalición.

El partido del primer ministro encabeza los sondeos con alrededor del 30% de los votos

Pese a las pugnas que han caracterizado la convivencia entre los tres poderes desde las últimas elecciones legislativas en marzo de 2006, la economía se desarrolla a buen ritmo. Los expertos vaticinan que el PIB crecerá un 7,5% este año y la producción industrial, entre el 12% y el 15%.

Diversas encuestas indican que Regiones, el partido del primer ministro, Víctor Yanukóvich, obtendrá entre el 30% y el 33%. Le seguirán el bloque de Yulia Timoshenko, ex primera ministra y una de las grandes protagonistas de la revolución naranja, con entre el 18% y el 23%. Y en tercer lugar, Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular, la coalición de liberales y nacionalistas que apoyan al presidente, Víctor Yúshenko (entre el 9% y el 12%).

Las diferencias culturales y de mentalidad entre las regiones rusoparlantes e industriales del Este y Crimea, por una parte, y las zonas rurales de habla ucraniana del Oeste, por la otra, siguen latentes. No obstante, se han producido cambios desde 2004, cuando Yúshenko y Timoshenko eran presentados en Occidente como la suprema encarnación de los valores democráticos y Yanukóvich, como un agente de Moscú de pasado delictivo, finalmente derrotado en las urnas en diciembre de aquel año. Los comicios de hoy se juegan en territorio nacional ucranio y se centran sobre todo en temas sociales y promesas de mejora del nivel de vida.

Yanukóvich, que fue gobernador en la región industrial de Donbás, ha aprendido a hablar el ucraniano con gran corrección y cultiva una línea proeuropea. En los últimos días, sin embargo, el político ha potenciado dos temas importantes para su electorado, que quedaban un poco eclipsados al principio de su campaña: la celebración del referéndum sobre el ruso como segunda lengua estatal y la integración de Ucrania en la OTAN. También ha propuesto someter a plebiscito la elección de gobernadores, actualmente nombrados por el presidente.

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Los comicios son una oportunidad de recomponer la armonía entre Yúshenko y Timoshenko, los antiguos aliados del Maidán (la plaza de la Independencia). Tras llegar al poder en 2005, el presidente nombró primera ministra a Timoshenko, pero la destituyó en septiembre de aquel año, bajo la presión de los oligarcas, alarmados por la línea radical de la jefa de Gobierno. El programa electoral de Timoshenko contempla la devolución al Estado de las propiedades ilegalmente privatizadas para su ulterior "reprivatización". A diferencia de Nuestra Ucrania de Yúshenko, Timoshenko se opone a la liberalización el año próximo de la compraventa de tierras agrícolas, hoy sujeta a una moratoria.

Los naranja confían en que sus líderes sabrán aprovechar sus oportunidades. Sus perspectivas, como las de los azules (el color de los seguidores de Yanukóvich) pueden depender, en última instancia, de que algún pequeño partido supere el listón del 3% necesario para entrar en el Legislativo. Los comunistas y el grupo dirigido por el ex jefe de la Rada, Vladímir Litvin, tienen posibilidades de ser la clave de la futura coalición. En las decisiones pueden influir las elecciones presidenciales de 2009. Yúshenko, cuya popularidad está muy menguada, sería derrotado por Timoshenko si ésta compitiera con él por la presidencia. Timoshenko ha dicho que está dispuesta a renunciar a sus ambiciones presidenciales si Yúshenko forma una coalición con ella como primer ministro.

Yúshenko ha manifestado que está interesado en una coalición democrática, pero la palabra la tienen las urnas. Yanukóvich ha advertido que espera una falsificación masiva de los resultados y algunos temen que los azules se lancen a la calle después de estos comicios, como lo hicieron los naranja en noviembre de 2004. El viernes, para celebrar sus actos de fin de campaña, los azules se apoderaron del Maidán mientras los partidarios de Yúshenko se reunieron cerca de allí. En vez de un mitin, Timoshenko organizó un rezo y rezó un Padre Nuestro en la plaza de Santa Sofia.

En las legislativas de marzo de 2006, Regiones logró el primer lugar (32,14%), seguido del bloque de Yulia Timoshenko (22,29%) y Nuestra Ucrania (13,95%). Con el respaldo de socialistas (5,69%) y comunistas (3,66%), Yanukóvich se convirtió en el líder de un Gobierno de coalición con poderes ampliados por una reforma constitucional que recortó los del presidente.

Los diputados naranja comenzaron a pasarse masivamente a las filas de los azules. La posibilidad de que formaran una mayoría absoluta capaz de limitar aún más al presidente alarmó a Yúshenko, quien convocó elecciones anticipadas. Las fuerzas gubernamentales le acusaron de extralimitarse en sus competencias y se opusieron a las elecciones, pero acabaron por aceptarlas como única vía para superar la crisis.

Una pareja se besa ayer ante los frescos de la catedral de Kiev, la capital de Ucrania.
Una pareja se besa ayer ante los frescos de la catedral de Kiev, la capital de Ucrania.EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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