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El futuro de la UE

La Unión Euromediterránea cobra nuevos bríos

España, Francia e Italia impulsan la iniciativa que nació en Barcelona en 1995

La Unión Euromediterránea, el nuevo marco para el desarrollo de proyectos entre países ya ligados por el Proceso de Barcelona, que lanzó hace doce años España, despega el próximo jueves en Roma. José Luís Rodríguez Zapatero, Nicolas Sarkozy y Romano Prodi se reunirán, en efecto, a cenar ese día en la capital italiana, con el único objetivo de "hacer avanzar" dicha iniciativa, según anunció ayer el término del Consejo Europeo el presidente francés, que es quien promueve y apadrina la nueva idea.

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Sarkozy ha aceptado, en principio, la exigencia española, compartida por Italia, de que el nuevo proyecto mantenga el carácter comunitario, plenamente integrado en el marco de la UE, que ha tenido hasta ahora como seña básica de identidad de la política exterior de España. El francés quería realmente otra cosa. Lo que propuso durante su primera visita a Madrid, el pasado mes de mayo, fue una Unión Mediterránea integrada por los países ribereños del norte y del sur. Pero en Roma se hablará el jueves de una Unión Euromediterránea, que incluirá a los 27, por un lado, y a los vecinos de sur, por otro.

Zapatero puso dos condiciones para esta unión, el pasado 5 de diciembre en Nápoles, durante la cumbre hispano-italiana: que ha de seguir perteneciendo "a la política general de la UE, y en plena relación, vinculación y trabajo conjunto con la Comisión Europea", y que su financiación básica debe seguir siendo europea. También consideró que este nuevo modelo de asociación "más fuerte entre los países de la ribera del Mediterráneo" debería centrarse en la defensa medioambiental del mar común. De este modo, quedaría garantizada su continuidad sin rupturas con el Proceso de Barcelona.

El líder italiano, Romano Prodi, que suscribió este planteamiento de Zapatero, señaló, no obstante, que si se está hablando de Unión Euromediterránea es claramente porque el Proceso de Barcelona "tiene sus deficiencias". La iniciativa impulsada durante los últimos 12 años por España, que incluye a los 27 y a los países mediterráneos, desde Mauritania a Turquía, ha estado paralizada por las diferencias entre árabes e israelíes, hasta el punto de que el objetivo inicial de crear una zona mediterránea de libre comercio en 2010 sigue siendo una utopía.

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Sarkozy ha aprovechado esta coyuntura para marcar terreno como protagonista, y su propuesta ha sido aceptada, aunque corregida, como ocurrió ayer también con su otra iniciativa de crear un Comité de Sabios para el futuro de la Unión, que ha sido expresamente privado de la posibilidad de reflexionar sobre las instituciones europeas.

El presidente francés rozó ayer también la polémica con Zapatero cuando se habló de inmigración. "Se trata de que ningún Estado lleve a cabo regularizaciones [de inmigrantes ilegales] por su cuenta. Eso es especialmente importante ahora, que vamos a ser 22 Estados" en el sistema de Schengen, la Europa sin fronteras, dijo en su rueda de prensa. Sarkozy fue especialmente crítico con la regularización de 700.000 extracomunitarios que hizo España en 2004.

Zapatero se mostró, en cambio, ayer orgulloso de que la política de inmigración se haya convertido en un tema fijo de los consejos europeos, incluido el de ayer, desde una óptica que refleja la promovida por España con dos principios básicos: que hay que reforzar la cooperación con África y consolidar Frontex como dispositivo de control de fronteras.

"Hoy todos coincidimos en decir no a la inmigración ilegal y el tráfico de personas, pero también en decir sí a la inmigración legal como un dato positivo para el futuro de Europa", afirmó.

José Sócrates (izquierda) y Romano Prodi, ayer, en la cumbre de Bruselas.
José Sócrates (izquierda) y Romano Prodi, ayer, en la cumbre de Bruselas.REUTERS

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