_
_
_
_
_
Reportaje:

¿Víctima o manipuladora?

La presidenta argentina intenta restaurar su imagen

Jorge Marirrodriga

¿Una ingenua víctima de una conspiración económico-mediática o una manipuladora de las cifras que ha atacado a la principal fuente de riqueza de Argentina? Ambas definiciones sobre la presidenta Cristina Fernández se escucharon en la tarde del sábado y madrugada de ayer (hora española) en Buenos Aires.

La primera, por boca de ella misma en una rueda de prensa cuya principal novedad fue que se trataba del primer encuentro cara a cara con varios medios a la vez desde que Fernández asumiera la primera magistratura del país. La segunda definición fue en un acto de mucha mayor enjundia: la inauguración de una de las principales ferias agrícolas y ganaderas del mundo, donde estaban representados los únicos poderes que hasta ahora han sido capaces de derrotar políticamente a los Kirchner. La guerra entre las dos visiones diferentes de lo que debe ser Argentina sigue abierta.

Más información
Cristina Fernández le dice al Banco de España que se preocupe de "sus problemas"

"Cuando se ofende al campo, se ofende al pueblo, y cuando se ataca al campo, se ataca a la Argentina", subrayó Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural, una de las cuatro entidades agrarias que, oponiéndose a una importante subida de retenciones, desencadenó las mayores protestas sociales en el país desde la catástrofe de 2001 y logró la derrota del polémico proyecto kirchnerista en el Congreso argentino. Miguens actuaba como anfitrión de la 122ª Exposición Rural, una feria agraria que da muestra del gran poderío del campo argentino.

A pocos metros de Miguens aplaudía Mauricio Macri, gobernador de la capital argentina, que ha barrido en dos ocasiones consecutivas en las urnas a los candidatos de los Kirchner. Y en un determinado momento, el público que llenaba el recinto comenzó a jalear el nombre de Alfredo de Angeli, el líder provincial convertido en símbolo de la resistencia contra el aumento de retenciones pretendido por el Gobierno y al que muchos quieren como candidato opositor a las elecciones legislativas del año que viene. Y De Angeli, saltándose el protocolo habló. Pero quien tradicionalmente debía haber hablado en ese escenario era el presidente de la República o un representante suyo, y Fernández decidió no enviar a nadie.

La presidenta se reservó la tarde para dar la primera rueda de prensa desde que es mandataria. Fernández, famosa por sus descalificaciones constantes a periodistas y medios de comunicación, ha optado por un cambio de estrategia en el que ha influido decisivamente su nuevo jefe de Gabinete, Sergio Massa.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Pero esa fue toda la novedad. Al igual que ha ocurrido en sus intervenciones multitudinarias de los últimos meses durante la crisis con el campo, la intervención de la presidenta generó más expectación previa que resultados por sus palabras. Fernández insistió en que el índice oficial de inflación es real -está por debajo del 10% mientras estimaciones privadas hablan ya del 30%- aseguró que la inversión extranjera está aumentando espectacularmente -puso como ejemplo que la cadena musical MTV ha trasladado unas instalaciones de Miami a Buenos Aires-, subrayó que "volvería a impulsar" las problemáticas retenciones móviles y respaldó a su polémico secretario de Comercio Guillermo Moreno, quien además lidera un grupo de choque oficialista.

Pero esta vez, la mandataria no dispuso de la cadena nacional y así, en pleno sábado por la tarde, tuvo que competir con una programación normal en televisión. Y las cadenas generalistas optaron por emitir Los Simpsons, películas taquilleras y musicales.

Cristina Fernández, el sábado, durante su primera conferencia de prensa desde que asumió la presidencia.
Cristina Fernández, el sábado, durante su primera conferencia de prensa desde que asumió la presidencia.REUTERS

Cristina y Julio César

Paradojas de la vida. El vicepresidente argentino se llama Julio César, pero Cristina Fernández no desmintió que le considere un Bruto, en el sentido histórico de la palabra. El voto de Julio César Cobos en el Senado argentino el pasado 17 de julio fue decisivo para que los Kirchner sufrieran una de sus mayores derrotas políticas y vieran rechazado su proyecto de retenciones al campo.

¿Pero el vicepresidente no debe ser casi un alter ego del presidente? Según ha revelado el propio Cobos, no lo parece. Desde que Fernández asumiera el cargo el pasado diciembre, apenas se ha reunido en cinco ocasiones con él. Y la última para recriminarle su voto en contra y prácticamente por imperativo legal.

Preguntada el sábado directamente sobre si consideraba un traidor a Cobos, la mandataria respondió con un: "Yo tengo respeto por las instituciones".

Las encuestas señalan que Julio César Cobos le saca 50 puntos de popularidad a Fernández.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_