"Votamos en medio del caos y de la tristeza"
Muchas personas mayores y parejas con hijos votaron ayer en el barrio romano de Trieste, un cuadrilátero de calles aireadas y edificios altos que resultaba particularmente desierto debido al tiempo incierto y al cierre dominical de los comercios.
Sólo un grupo de periodistas y unos cuantos curiosos se habían reunido frente a la escuela XX de Septiembre en la calle Novara, donde votó, a las once en punto, el líder del Partido Democrático, Walter Veltroni.
"Votamos en medio del caos y de la tristeza", dijo Enrica Bollanti, un ama de casa de 63 años, que en pocos días será desahuciada. "Si mañana sale mal y gana Berlusconi, el martes empezaremos a pensar en mudarnos a España quizá a Santander, ahí tengo una amiga". A su lado, alta, elegante y con gafas ahumadas, Felicita Robba, de 65 años, contestó: "Tengo miedo. Si volvemos otra vez para atrás no sé qué será de los jóvenes". Y añadió: "Viví toda la vida en este barrio, en aquella casa roja. Está claro que quiero que gane la novedad, que gane Walter Veltroni".
El candidato del centro-izquierda llegó caminando con su mujer y sus hijas. Subió al primer piso de la escuela y se dispuso a guardar 20 minutos de cola. Antes de recoger sus papeletas, los electores tenían que abandonar cámaras de fotos y celulares. En la cabina los esperaba un cartel con las penas previstas por no respetar la prohibición: "Una multa de entre 300 y 1.000 euros y el arresto de entre tres y seis meses". La razón es intentar evitar la venta de votos que se produjo en 2006, cuando los sobornados fueron obligados a fotografiar la papeleta para enseñar la prueba de su voto.
Pocos minutos después de Veltroni, llegó a la calle Novara el delfín de Silvio Berlusconi, el ex líder del posfascista Alianza Nacional Gianfranco Fini, quien pasó inadvertido por los fotógrafos concentrados alrededor del líder del centro-izquierda. Algunos simpatizantes del Partido Democrático de Walter Veltroni ironizaron sobre el asunto: la enésima prueba de la invisibilidad de Fini, tras renunciar a su partido para ejercer de sombra de Il Cavaliere.
En algunas provincias, como Roma, los electores disponían hasta de cinco papeletas para elegir a sus candidatos: las de la Cámara de Diputados, Senado, la provincia, el Ayuntamiento y el distrito.