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Washington apuesta por un acuerdo sobre el programa nuclear de Irán

Un subsecretario de Estado participará en Ginebra en la reunión UE-Teherán

Antonio Caño

El envío de un alto funcionario estadounidense para participar este fin de semana en las conversaciones de más alto nivel sostenidas hasta la fecha con el Gobierno de Irán son la prueba de que EE UU confía en un cambio de posición en Teherán que permita pronto un acuerdo sobre el programa nuclear en desarrollo en aquel país, según han asegurado en Washington portavoces de la Administración de George Bush.

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Williams Burns, secretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos, jerárquicamente el número tres del Departamento de Estado, se sumará el próximo sábado en Ginebra (Suiza) a la reunión concertada entre el responsable de la política exterior europea, Javier Solana, y el negociador iraní en materia nuclear, Said Jalilí.

Burns es el funcionario de más alto rango que se sienta en una mesa con un dirigente iraní desde la revolución de 1979. Un portavoz del Departamento de Estado insistió ayer, no obstante, en que esta iniciativa no equivale a una negociación con Irán y que Burns no está autorizado a conversar en ningún momento con Jalilí de forma bilateral.

Su presencia en Ginebra representa, en todo caso, un significativo cambio de estrategia por parte de la Administración estadounidense, que hasta hace poco tiempo estaba advirtiendo del riesgo de un conflicto bélico con Irán y que ha criticado duramente al candidato presidencial demócrata, Barack Obama, por manifestarse dispuesto a hablar con ese país.

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Ese cambio, según explicaron ayer funcionarios de EE UU, responde a la impresión de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y del propio presidente Bush de que se han producido movimientos internos en el régimen iraní que hacen presagiar una posición más conciliadora en el asunto nuclear.

"Creemos que estamos lo suficientemente cerca de un acuerdo como para correr el riesgo de enviar a un representante a Ginebra", comentó ayer a la prensa un miembro del Departamento de Estado. Sin aludir directamente a ese precedente, esta fuente reconoció que el reciente éxito de la diplomacia estadounidense al conseguir frenar el desarrollo nuclear en Corea del Norte ha sido tanto un estímulo para Washington como una prueba de realismo para Teherán.

La posición estratégica de Irán es, sin embargo, muy diferente de la de Corea del Norte, y este nuevo paso negociador está lleno de incertidumbres. La oferta europea y estadounidense a Irán es la de paralizar el programa nuclear a cambio de la suspensión de las sanciones al régimen de Teherán y la reincorporación de ese país a la comunidad internacional. Irán sufre las sanciones y cuenta con una corriente de opinión dentro de su liderazgo favorable a la normalización de las relaciones con Washington y el resto de Occidente. Pero nada garantiza todavía que esa sea la corriente que se está imponiendo dentro del juego político en Irán.

Los mensajes que se reciben de ese país son aún confusos. Esta oportunidad de diálogo llega, por ejemplo, apenas una semana después de que Irán realizase unas maniobras militares con misiles de medio alcance que sembraron la alarma en Israel y resucitaron el peligro de una guerra.

No se descarta, por tanto, que las conversaciones actuales sean sólo un mero instrumento de ganar tiempo para esperar al fin de la actual Administración estadounidense y su relevo por otra más abierta al entendimiento. Pero también pueden ser todo lo contrario: la conclusión por parte del régimen iraní de que es preferible un acuerdo con Bush al riesgo de lidiar con un nuevo presidente obligado a demostrar su firmeza en política exterior.

[El jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, espera una "respuesta constructiva de Irán" en su encuentro del sábado informa Reuters. "Espero comunicarles buenas noticias, pero no puedo garantizar el éxito", dijo].

En la etapa actual, Bush está cerca de convertirse en una paloma en política exterior. Acuciado por la necesidad de éxitos que den brillo a su oscura gestión, Bush lleva meses confiando en sus asesores más moderados del Departamento de Estado en busca de los triunfos que no le dieron sus halcones belicistas. Corea del Norte es una muestra de lo acertado de ese giro. Irán sería un premio mayor.

William Burns, <i>número tres</i> del Departamento de Estado.
William Burns, número tres del Departamento de Estado.EFE

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