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Los serbios entran en Gorazde a sangre y fuego y derriban un avión de combate de la OTAN

Ramón Lobo

Las tropas de Radovan Karadzic, en claro desafío a la comunidad internacional, han comenzado la ofensiva final sobre Gorazde. Su jefe militar, el general Ratko Mladic, pronosticó, muy ufano él, que el control total del enclave se logrará en horas. Columnas de soldados mal vestidos avanzaban anoche sin oposición. Los pueblos del oeste caen como piezas de un dominó. Los serbios ocupan los barrios del noreste. Los carros de combate abren fuego indiscriminadamente contra las casas. Uno de esto s proyectiles alcanzó ayer de lleno al hospital, ocasionando numerosas víctimas, según un portavoz de la ONU. Los atacantes derribaron un avión británico Sea Harrier de la OTAN que iba a bombardear un blindado serbio.

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Con el colapso de Gorazde arriesgan su vida más de 65.000 civiles, la mayoría musulmanes, que habitan en el enclave. Aunque los serbios ofrecen respetar la vida a los civiles, ya hay numerosas noticias de matanzas. La historia trágica de Bosnia se repite en Gorazde ante un mundo atónito y paralizado.El mando militar de la ONU, ante el dramático cariz que tomaban los acontecimientos a media tarde de ayer y ante el temor de perder definitivamente el enclave lanzó un ultimátum a los serbios en el que advierte que si persisten en su desafiante actitud serán atacados por aviones de la Alianza Atlántica. No hubo ni siquiera una repuesta. Ni una explicación mentida. Ni cesó la ofensiva. En consecuencia, el comandante en jefe de las Fuerzas de Protección de la ONU (Unprofor) en Bosnia-Herzegovina, el general británico Michael Rose, solicitó el apoyo aéreo de la OTAN, lo que fue autorizado de inmediato por el enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas para la antigua Yugoslavia, Yasushi Mashi.

Las pésimas condiciones climatológicas -ayer fue un día lluvioso y muy nublado en el enclave- obligaron a los aviones de la OTAN a realizar vuelos de reconomiento por debajo de lo que se considera la línea de seguridad (3.000 metros, el alcance de un cañón antiaéreo) en busca del objetivo de ataque: el carro o los carros de combate serbios autores de la carnicería entre los civiles de Gorazde. En el curso de esa operación un Sea Harrier británico resultó alcanzado por un misil tierra-aire SAM. El piloto pudo saltar a tiempo, cayendo en medio de la ciudad, en las líneas musulmanas, donde fue rescatado.

El derribo del avión de la OTAN y la absoluta incapacidad de las Naciones Unidas para hacer cumplir sus propias resoluciones sobre los enclaves "protegidos" representan una terrible bofetada a la credibilidad de la comunidad internacional en Bosnia-Herzegovina y en otras partes del mundo.

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Proteger a quién

El primer ministro bosnio, Haris Silajdzic, no pudo ser más claro cuando ayer se preguntó con una triste ironía, delante del inmutable general Rose: "Fuerza de Protección... ¿de quién? ¿A quién protegen ustedes?". Yasushi Akashi tampoco lo sabe. Anoche, en un inusual reconocimiento público de la incapacidad actual de Unprofor, de su fracaso, afirmó que "ante la persistente actitud de los serbios bosnios en el terreno, de despreciar los intentos de mediación y pacificación por parte de la ONU ya no es posible proseguir con el actual mandato de la misión" de los cascos azules. Pero no dijo si éste debe cancelarse o cambiarse, ni tampoco en qué dirección. Un miembro del centro de mando del cuartel general de Unprofor en Zagreb cree que la ONU está en estos momentos atada de pies y manos. "Carecemos de los medios humanos y técnicos adecuados para enfrentarnos a una verdadera labor de interposición; eso exigiría no sólo un cambio del mandato, obligaría al envío de tropas de combate". Y añade: "¿Estamos preparados para ese esfuerzo económico y para aceptar el coste político de numerosas bajas?". Una prueba de la debilidad de la posición de Unprofor son los 14 cascos azules canadienses capturados por los serbios en Ilijas y el medio centenar de observadores militares de la ONU detenidos en diferentes partes de Bosnia, cuya situación se mantiene inalterable desde el pasado miércoles pese a las bravatas del Consejo de Seguridad. Un coronel daba ayer una peregrina explicación sobre la suerte de los observadores: "No están secuestrados, sino protegidos".

Entre personal militar y civil, los serbios tienen secuestradas a 240 personas, aunque en Unprofor nadie desea emplear ese vocablo. El hecho de que los serbios bosnios dispongan de tal cantidad de escudos humanos ha frenado cualquier acción militar. El mismo sábado, tras resultar muerto un soldado británico y herido de gravedad otro, pertenecientes ambos al Special Air Service (SAS), en el interior de Gorazde, el general Rose solicitó a Akashi nuevos bombardeos sobre los serbios. Akashi, tras sopesar la suerte de los rehenes, se negó.

"El problema no es sólo que puedan sufrir las represalias tras un ataque de la OTAN", asegura una fuente de Unprofor en Zagreb, "el problema es que el secuestro de cascos azules se podría Multiplicar por toda Bosnia, pues allí su situación es de extrema vulnerabilidad". La ONU y Unprofor han terminado por morir víctimas de su propio éxito. O de lo que ellos consideraron un gran éxito: la retirada de las armas pesadas serbias de los alrededores de Sarajevo. Ahora se ha comprobado que esas mismas armas se están utilizando en la toma de Gorazde, uno de los seis enclaves "protegidos" por el Consejo de Seguridad, y el único que inexplicablemente carecía de tropas para una simbólica defensa. Gorazde es importante para los serbios porque está al lado de Pale, su autoproclamada capital política. Los optimistas dicen que es la pieza final que los serbios capturarán antes de la firma de la paz. Los pesimistas, todos los demás, creen que ahora existe el riesgo de que el turno le llegue pronto a Srebrenica y Zepa, también en Bosnia oriental.

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