Dos niños perdidos
En Morina, las tragedias se amontonan. La de Dritan Shaben y Bajram Bytyçi es de las más dramáticas. Son dos amigos de la infancia en Prizren. Tienen 13 y 11 años. Desde hace 10 días acuden cada mañana al puesto fronterizo. Esperan allí durante horas, bajo el frío y la lluvia, a sus familias. A ellos, la policía serbia los sorprendió yendo a comprar el pan. Les capturaron y les metieron en un autobús a empellones. "¡Hala, a Albania!" Y aquí llegaron rodeados de gentes desconocidas, perdidos, sin saber qué hacer. Mohamed, uno de los albaneses que se acerca a diario a Morina a echar una mano, los metió en una casa. Dritan y Bajran lloran con facilidad. Temen no volver a ver nunca a sus padres y a sus hermanos. Seguramente, ellos, atrapados en la ratonera de Kosovo, dan por muertos a los dos chavales. Ayer, cuando esa frontera caprichosa y fantasmal comenzó a vomitar espanto, preguntaban en un hilo de voz a los refugiados: "¿De dónde sois?". Poco importaba la respuesta, pues cualquiera les abatía más y más. Si no eran de Prizren, porque eso significaba que sus padres estaban lejos. Si lo eran, porque sus padres no llegaban nunca. Por la tarde, a las cinco, esbozaron una gran sonrisa. Un hombre maduro les había informado de que los serbios comenzaban a expulsar a todos los habitantes de Prizren. Para ellos quiere decir que el recuento puede ser cosa de días.