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"Si dudas, te vuelves con las bombas"

Miguel González

Nació en Barcelona hace 27 años, está casado, no tiene hijos, es teniente del Ejército del Aire y uno de los 10 pilotos españoles que, a los mandos de un F-18, participa desde el miércoles en los ataques de la OTAN contra la Federación Yugoslava. Por motivos de seguridad, está prohibido revelar su nombre.Aunque cuenta con 800 horas de vuelo en reactor a sus espaldas y la calificación de apto para el combate, nunca hasta ahora había intervenido en una misión de guerra. "Cuando estás a bordo tienes tantas cosas que hacer que casi llegas a olvidarte de que es una misión real. Pero el cuerpo sí que lo nota", explica.

En apariencia, la misión que cumplen los pilotos españoles -por ejemplo, lanzamiento de bombas guiadas por láser- no se diferencia en nada de la que han ensayado muchas veces en ejercicios, como el que se desarrolla cada verano en el desierto de Nellis, en Nevada (EEUU).

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"La diferencia está en el de en frente. En cualquier momento puede salirte un misil o atacarte un avión". Hasta ahora, reconoce, los militares serbios "no han utilizado todo el potencial defensivo que tienen. Por las razones que sean. Pero lo tienen, está claro, y pueden emplearlo. Las amenazas son para tomárselas muy en serio. El peor enemigo es el exceso de confianza.".

Las misiones duran tres o cuatro horas, desde que al atardecer despegan de la base de Aviano, al noreste de Italia, hasta que regresan, ya noche cerrada. Pero la tensión se concentra en los 15 o 45 minutos, según la situación del objetivo, que vuelan sobre territorio hostil, al alcance de las defensas antiaéreas. Es ya de vuelta, sobre el Adriático, cuando se relajan los músculos y se repasa mentalmente lo sucedido.

Los cazas españoles operan integrados en formaciones multinacionales, pero siempre van dos juntos, relativamente cerca, vigilándose y protegiéndose mutuamente, aunque no puedan comunicarse, ya que se impone el silencio del sistema de radio para no revelar su presencia al enemigo.

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El trabajo se inicia, sin embargo, 48 horas antes de despegar, preparando al detalle la misión y aprendiendo de memoria, con ayuda de fotografías, el objetivo asignado y sus alrededores.

"Las instrucciones que tenemos son muy claras", explica, "sólo se puede lanzar con el objetivo a la vista. Estando seguro de que es tu objetivo, para evitar daños colaterales"; es decir, víctimas civiles. "Si tienes dudas, te vuelves con las bombas. Aunque luego, depende de cada uno".

En la preparación de la misión intervienen cuatro o cinco pilotos, aunque sólo dos de ellos vuelen. El trabajo de los demás acaba cuando despega el avión. Pero ninguno se va a dormir hasta saber que sus compañeros han regresado sanos y salvos.

El teniente agradece el apoyo que todos los grupos les brindaron ayer en el Congreso. "Si el Gobierno ha tomado la decisión, está bien que los demás apoyen y estén unidos". Prefiere no opinar sobre el llamamiento que les hizo Izquierda Unida a declararse objetores. "Nosotros cumplimos órdenes. No las valoramos".

Lleva un mes en Aviano y la semana próxima, si no hay contraorden, volverá a su destino habitual, en la base de Torrejón (Madrid), donde le espera su mujer, "preocupada, lógicamente", contando los días que faltan.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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