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Los estudiantes se declaran en vigilia permanente hasta que Milosevic ceda por completo

Ramón Lobo

ENVIADO ESPECIAL Los estudiantes de las tres universidades de Belgrado iniciaron ayer una vigilia permanente. No se irán de las proximidades de la fortaleza, uno de los símbolos emblemáticos de la ciudad junto al Danubio, hasta que el Gobierno de Slobodan Milosevic reconozca toda la victoria de la coalición opositora Zajedno (Unidos) en 14 de las 18 principales ciudades serbias. Bajo un cielo gris plomizo, anieblado, y una temperatura de cero grados, los jóvenes universitarios se turnan cada hora en grupos que no superan el centenar.

Mantendrán su protesta hasta que el presidente serbio ceda a la realidad. Abrigados, algunos tocados con mantas de color marrón, otros calzados con gorros de lana, cantan canciones folclóricas. Mientras, a la misma hora, la denostada televisión oficial emite anuncios de las películas de próximo estreno, cuyos títulos resultan un tanto irónicos: El corazón del dragón, El fantasma o Escapada desde Los Angeles.

Fue a primera hora de la tarde cuando decenas de estudiantes formaron dos nutridos cordones alrededor de la policía. Los agentes, impasibles, tenían la orden de no franquearles el paso. Es la ley. Desde el 24 de diciembre están prohibidas las manifestaciones en las vías rodadas. Fue como un duelo al sol sin sol. Estudiantes multicolores, armados con banderolas como el caballito rampante de la escudería Ferrari, frente a un cuerpo paramilitar acorazado detrás de sus chalecos antibalas, todo de un azul austero. Los líderes de esta revuelta juvenil pedían calma a sus excitados compañeros. Había que evitar toda provocación que pudiera generar una carga o un incidente grave. De repente, como por ensalmo, y sin motivo aparente alguno, el sólido cordón uniformado comenzó a licuarse, a cuentagotas. Agente por agente, en fila india, subían a sus vehículos de transporte. ¡Se iban a casa! Los estudiantes, incrédulos al principio, comenzaron a aplaudir y darles vivas. Entusiasmo, alegría e ironía. Algunos policías, divertidos por su novísima popularidad, volteaban el rostro hacia la clac y les sonreían sin disimulo.

Varias manzanas más al centro, los líderes de Zajedno volvían a marchar por las calles peatonales, esquivando de este modo la literalidad de la orden del presidente -la de no interrumpir el tráfico rodado-. Otros policías, tiesos como si fueran muñecos, se erguían como otra muralla infranqueable. En esta bella parte de la ciudad, la disciplina policial tampoco es muy ejemplar. Algunos hombretones, los más descarados, silbaban sus piropos a las mujeres que desfilaban delante de los escudos de metacrilato. Ya no parecen la guardia pretoriana de nadie.

"Detrás de nosotros: Serbia. Delante de nosotros, la policía. Y un poco más adelante: Europa. ¡Policía, permite a Serbia ser parte de Europa!", proclamaba un cartel en la marcha de Zajedrio.

La admisión por parte del presidente serbio de la victoria de la variopinta coalición opositora en la segunda ciudad del país, en Nis, no ha restado un solo decibelio a la protesta. "Ahora nos reconocen 37 escaños, cuando hemos ganado 40 [de los 70 del consejo municipal]", se queja Vulc Draskovic, uno de los líderes de Zajedrio, quien ha pasado en muy pocos años del liberalismo más devoto al nacionalismo radical, para regresar ahora al redil de la cordura. "Milosevic demuestra, otra vez, ser un gran mentiroso", añade satisfecho. No es como 1993, cuando dio con los huesos en la cárcel y donde, según denunció, fue torturado.

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En la plaza de la República, Zoran Djindjic, otro de las cabezas visibles de esta vasta coalición anti-Milosevic, prometió ayer, en un mitin sobre un estrado de fiesta popular veraniega, que la gente de Nis marchará con sus vehículos sobre Belgrado si antes del 14 de enero el régimen no reconoce su verdadera derrota en las elecciones municipales de noviembre.

Ésa es la fecha clave: el 14 de enero. La noche anterior, según el calendario juliano, por el que se rige la Iglesia ortodoxa, es Nochevieja. Parece que el propio Milosevic también tiene marcado en lápiz rojo ese día.

Se espera que el presidente serbio realice concesiones importantes antes del martes. Una alta fuente de la Administración, que cita la agencia Reuter, dice que "52 días de constantes marchas de protesta han erosionado el poder de Milosevic e incrementado el aislamiento internacional del país". Ahora sólo le cabe ceder.

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