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El presidente mexicano sacrifica a su principal colaborador para ayudar al 'destapado' Zedillo

José Córdoba Montoya, controvertido segundo hombre fuerte de México, dejó el miércoles el Gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari para ocupar un alto cargo de representación en el extranjero. Jefe de la Oficina de la Presidencia, Córdoba, estratega de la transformación económica que ha experimentado el país en los últimos años, es alejado así de la campaña electoral mexicana para evitar que se le asocie con el nuevo candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Ernesto Zedillo, cuya carrera política ha venido apoyando.

En un escueto comunicado, la Secretaría de Hacienda informaba que José Córdoba, un economista de 43 años, nacido en Francia de padres españoles y colaborador de Salinas desde 1980, se convertía en el nuevo representante de México ante el Banco Interamericano de Desarollo, con sede en Washington. Córdoba, antes de hacerse ciudadano mexicano, había trabajado en el equipo de asesores del francés Jacques Attali, ex coordinador de la campaña electoral del presidente François Mitterand.El comunicado de Hacienda era un documento formal porque la decisión sobre el nuevo destino de Córdoba fue tomada de mutuo acuerdo entre Salinas y el interesado, se asegura en medios oficiales. Córdoba, desde la jefatura de la Oficina de la Presidencia, intervenía en la política mexicana como un vicepresidente ejecutivo, con control sobre áreas de la economía, la política exterior y la seguridad nacional.

Pese a que Córdoba apoyaba y era también amigo personal de Luis Donaldo Colosio, durante parte de 1993, cuando aún eran varios los nombres que sonaban como candidatos del PRI, jamás disimuló sus simpatías hacia Ernesto Zedillo Ponce de León, con quien le unen años de trabajar juntos como integrantes del equipo tecnócrata que dirigía Salinas mucho antes de ser presidente.

Convertido Zedillo en el nuevo candidato priista a las elecciones del 21 de agosto, su vinculación a Córdoba, un hombre muy criticado por la prensa y la oposición política, se convertía en un obstáculo más que en una ayuda para sus aspiraciones presidenciales, especialmente en un momento en que, por la tragedia de Tijuana, el PRI se ve obligado a evitar problemas adicionales o exógenos a la campaña.

Mexicano por elección

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Córdoba es un hombre que hasta mediados de 1992 venía trabajando en la sombra y de manera muy discreta, consciente de que su condición de mexicano por elección y no de nacimiento le perjudicaba más que beneficiarle en un país donde hay gente que destila fobias contra los extranjeros.

Pero su discreción no la pudo mantener porque el dirigente izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas, consciente de que flagelando con palabras a Córdoba le hacía sangre a Salinas, lo convirtió en el principal objetivo de sus ataques políticos. A esta toma de postura se sumaron más tarde ciertos columnistas y algunos políticos del país, entre ellos el ex alcalde Manuel Camacho, que le culpa de haber influido en noviembre ante Salinas para que fuera Colosio y no él el candidato inicial del PRI.

Córdoba, considerado como un factor de discrepancia en el sistema político mexicano por su influencia en la toma de decisiones, es sin embargo un hombre que pasará a la historia de México por su protagonismo en el proceso de modernización económica que ha experimentado este país, ya convertido en el primer socio latinoamericano de Estados Unidos a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el mayor acuerdo comercial del mundo.

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