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Zona de alto riesgo

Ramón Lobo

El interés mediático se concentra en Diwaniya, a 180 kilómetros al sur de Bagdad, donde se halla el grueso de los 1.300 soldados españoles desplegados en Irak. Pero es Nayaf, la ciudad santa del chiísmo, donde anida el mayor riesgo. Setenta y siete militares españoles, 370 hondureños y otros tantos salvadoreños llevan a cabo la misión más compleja. Allí realizan, sobre todo, labores civiles de apoyo a las autoridades locales nombradas por la coalición: reparación de infraestructuras, fábricas, escuelas y hospitales; creación del nuevo sistema judicial y asesoramiento al gobernador, que depende de las órdenes del coronel Alberto Asarta.

La base Al Andalus de Nayaf está situada a mitad de camino entre la ciudad santa y la de Kufa, otra localidad símbolo para los chiíes y donde los viernes predica el clérigo radical Múqtada al Sáder, instigador de la manifestación de ayer. La base hispano-centroamericana se asienta en los terrenos de la antigua Universidad de Kufa y su protección resulta complicada por su proximidad a centro habitados. Su entrada principal da a la carretera asfaltada de doble carril que une Nayaf y Kufa, separada por una mediana polvorienta y con árboles. Para acceder a ella es necesario salirse de esa ruta y transitar un centenar de metros en dirección contraria por un camino de arena. El acceso está protegido por sacos terreros y una docena de soldados centroamericanos. Ante esa entrada se suceden las manifestaciones de los descontentos con la ocupación.

La base Al Andalus contaba con la ayuda de Alberto Martínez, comandante del Ejército y agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que hablaba perfecto árabe y disponía de tres años de experiencia en Irak. Martínez, uno de los siete agentes del CNI asesinados el pasado 30 de noviembre, era, según el coronel José Luis Gutiérrez -entonces al mando en Nayaf-, "los ojos y oídos de la unidad". Su misión: anticipar cualquier problema para las tropas.

En Nayaf está la sede de la Hawza, una especie de centro de estudios coránicos que dirige (como un Vaticano musulmán) la comunidad chií. Su líder es Alí al Sistani, un gran ayatolá y máxima autoridad religiosa de esta rama del islam en Irak. También es la residencia de Al Sáder, quien critica la visión moderada de Sistani, y llama al enfrentamiento con los ocupantes. Al Sáder cuenta con partidarios entre las clases más desfavorecidas de Bagdad y el sur del país. Ya es un enemigo real y no potencial para las tropas españolas, tanto en Nayaf como en Diwaniya, ciudad distante en 80 kilómetros y habitada por medio millón de personas. Lejos de los centros de agitación del chiismo, Diwaniya parece un oasis en un Irak convulso. Pero no hay garantías de que esto continúe así por mucho tiempo.

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