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"Las abandonaron a su suerte"

Más de 7.000 estudiantes saharauis viven las revueltas atrapados en los dos internados libios que tienen el RASD en Trípoli y Bengasi

El 17 de febrero, cuando estalló la revolución en Libia, el Sáhara también tembló. Más de 7.000 estudiantes saharauis cursan estudios universitarios, de bachillerato y de secundaria becados por el régimen de Muamar el Gadafi, que tiene firmado un acuerdo de colaboración con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Los menores solo tienen asegurada su educación primaria en los campamentos, según explica Ali Mojtar, el delegado en Madrid del Frente Polisario. Solo los mejores se convierten en parte de la diáspora y continúan después su formación en países como España y Cuba -si tienen dominio del español- o Túnez, Argelia y Libia -en caso de que sean más hábiles con el árabe-.

"El régimen se ha encargado de su manutención todos estos años y de pronto se encontraron en tierra de nadie. No eran parte ni de un bando, ni del otro", cuenta la hermana de dos estudiantes saharauis en Libia
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Najat (19 años) y Babmba (17 años), estudiantes de periodismo y bachillerato, son dos alumnas que partieron de Tinduf a los 12 años y que han vivido en Libia toda su adolescencia, incluidas las revueltas de los últimos días. Su hermana Nana Ahmed (16 años), que estudia secundaria en el International College Spain de la Moraleja (Madrid), cuenta que hace una semana (22 de febrero) las "abandonaron a su suerte" en el internado de Bengasi donde estudian y residen . "Todo el personal libio del centro abandonó las instalaciones cuando comenzaron los enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad y los manifestantes. No quedaron ni los cocineros. Las dejaron allí, sin comer, hasta que la gente de la calle empezó a alimentarlas por caridad", relata.

Las dos chicas vivieron más de una semana pegadas a las ventanas escuchando las proclamas y los gritos de los jóvenes durante las protestas. "Nuestro pueblo también ansía la libertad, y por eso ellas animaban a la gente desde dentro del edificio, pero no se atrevían a salir a la calle y sumarse a las manifestaciones. El régimen se ha encargado de su manutención todos estos años y de pronto se encontraron en tierra de nadie. No eran parte ni de un bando, ni del otro", cuenta Ahmed. Las tres hermanas se han mantenido en contacto a duras penas estas semanas, ya que el internado de Bengasi -uno de los dos que tiene el Polisario en Libia- no dispone de conexión a internet y los teléfonos funcionaban un par de horas al día debido al bloqueo de las comunicaciones. "Estaban muy asustadas. Las pocas veces que conseguí hablar con ellas de madrugada, lo hice en clave. No me atrevía a mencionar a Gadafi o a decir algo inconveniente y que les pasase algo", dice aún con preocupación.

Sin noticias de los estudiantes

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El Frente Polisario no ha confirmado que existiera ningún plan de evacuación. "Nos hemos concentrado en su seguridad y estamos esperando a ver cómo avanzan las negociaciones para decidir", reconoció Mojtar a este periódico la semana pasada. Sin embargo, Nana afirma que Najat y Babmba consiguieron comunicarse con el Polisario el día 23, y que les comunicaron que habían alcanzado un acuerdo "extraoficial" con Argelia para evacuarlas. Su única posibilidad de escapar de Libia era lanzarse a la aventura camino del aeropuerto de Trípoli y confiar en que el país cumpliese su compromiso de acogerlas en uno de sus vuelos en caso de que sobrase alguna plaza vacante entre las destinadas a los argelinos. No se atrevieron. A los pocos días, Bengasi fue liberada y el domingo les informaron de que este lunes reanudarían las clases con normalidad, aunque el Frente Polisario tampoco confirma esta información. En la sede de Madrid afirman que llevan dos días sin poder contactar con el internado y que, por tanto, no tienen noticias de lo que pueda estar pasando con los menores que permanecen allí.

En Trípoli, la pesadilla continúa para otras 40 niños y cinco monitoras saharauis que se encontraban hasta hace tres días en el internado de la capital libia, bajo el control de las milicias. Poco antes de que el foco de la violencia se trasladara allí, el Frente Polisario reagrupó a todos los estudiantes dispersos en este centro, para tenerlos localizados. Hamoudi (12 años) es uno de los saharauis de El Aaiún que estudian allí. Con él consiguió hablar la madrugada del día 26 Mario Calleja, presidente de la ONG albaceteña Tu grano de arena y padrino del pequeño gracias al programa Vacaciones en paz: "No para de llorar, está muerto de miedo. Dice que los han trasladado en mitad de la noche. Él está ahora en una casa de Zuara -una ciudad de la Libia liberada-, aunque no me ha sabido explicar si es temporal o se quedará allí refugiado hasta que todo esto termine".

El peregrinar de Hamoudi no acabó aquella noche. Ayer, este periódico habló con él por teléfono y explicó -en un español nervioso y atropellado- que los han devuelto a Trípoli, aunque no especificó a qué zona. Allí duermen a la intemperie unas 1.300, entre adultos y niños. "No pasamos hambre. Unos hombres vestidos iguales vienen a traernos la comida, pero quiero irme a casa, estoy asustado. He visto cómo tres soldados le pegaban a un hombre tirado en el suelo", relata Hamoudi aterrorizado. Esta noche puede ser la última en Libia para este saharaui o, al menos, hasta que la revolución triunfe. "Nos han dicho que un barco argelino viene a por nosotros", comenta el menor esperanzado. In sha'a Allah.

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