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Un asesinato impune

Concluye la investigación de uno de los crímenes más sonados en Washington, el del abogado Robert Wone en 2006

"Es más que probable que el señor Price le arrancara el arma del pecho al señor Wone. Pero no puedo decir que su intención fuera obstruir a la justicia". La juez Lynn Leibovitz leyó este martes por la tarde el veredicto a uno de los casos que más ha dado que hablar en Washington en los últimos cuatro años: los tres acusados quedaban absueltos por falta de pruebas. La viuda de Robert Wone, asesinado en 2006 en la casa de Joseph Price y sus dos amantes, salió del juzgado llorando.

Así acaba, de momento, uno de los crímenes más sonados en la capital federal de Estados Unidos, donde se mezcla una muerte inexplicada, un trío amoroso, relaciones entre amos y esclavos y, a tenor del veredicto de la jueza, incompetencia policial y la incapacidad de la fiscalía para armar un caso que a muchos les parecía claro como el agua.

Todo comenzó el dos de agosto de 2006, cuando, a medianoche, Victor Zaborsky, de 44 años, novio y compañero de casa de Price, de 39 años, llamó al teléfono de emergencias de la policía metropolitana de Washington diciendo que un desconocido había entrado en su casa de la calle Swann y había matado a un huésped.

-Había alguien... en nuestra casa, y han acuchillado a alguien.

-¿Hay sangre? ¿Hay alguien sangrando?

-Sí. Hay alguien sangrando en nuestra casa.

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El fallecido era un joven y prometedor abogado, Robert Wone, de 32 años, casado y empleado por Radio Free Asia, un canal de propaganda financiado por el Congreso de EE UU. Al llegar, los médicos le encontraron en la habitación de invitados del primer piso, tendido boca arriba sobre un futón, con seis incisiones en su cuerpo. Y, en contra de lo que había dicho Zaborsky, sin una gota de sangre sobre su cuerpo.

Según su testimonio, los médicos y agentes de policía reunidos en aquella casa se llevaron dos impresiones que quedaron muy claras en el juicio: los tres hombres estaban demasiado tranquilos para tener a un amigo muerto en el piso de arriba y había indicios más que suficientes de que la escena del crimen había sido limpiada a conciencia.

"Yo le miré al abdomen y se lo habían limpiado. Como cuando lavas una ventana, ¿sabes?", dijo un enfermero, Jeff Baker. Según unos documentos judiciales de la fiscalía, otra enfermera "vio un boquete enorme en el pecho de la víctima, lo suficientemente grande para meter el dedo, pero no había ni gota de sangre".

El que la noche del homicidio habló ante la policía, por un pacto entre los tres compañeros de casa, era Price, abogado de profesión, compañero de universidad del fallecido. Él mismo le había invitado a pasar la noche en su casa.

Wone acabó tarde de trabajar, no tenía coche, no quería pagar un taxi hasta Oakton, a 17 kilómetros del centro de la ciudad, donde vivía con su mujer. Llegó tarde a la casa de su amigo, habló brevemente con Price mientras tomaba un vaso de agua y se acostó pasadas las once a dormir. Lo siguiente que supieron de él es que estaba muerto.

Según los tres inquilinos de la casa, por un descuido, se quedó abierta la puerta de atrás de la casa. Un ladrón entró, trepando por una tapia de dos metros de altura, subió al primer piso y acuchilló a Wone. Lo mató y salió de la casa sin hacer ruido. Y sin robar nada.

Poco a poco, los agentes descubrieron más información sobre aquel trío. Eran, de hecho, un trío sexual y sentimental. Zaborsky y Price eran pareja desde 2000. Tres años después, habían introducido a Dylan Ward, de 39 años, en su relación. Paralelamente, Price y Ward parecían mantener una relación sadomasoquista amo-esclavo, según revelaron algunos objetos de índole sexual encontrados en los armarios de ambos, de los que ha informado un blog armado por amigos del abogado fallecido .

El juicio

Los tres hombres fueron detenidos, brevemente, en 2008. Finalmente se les acusó de haber interferido en la escena del crimen para cubrir las pruebas dejadas por el supuesto asesino, quien quiera que fuese. Así, en mayo, comenzó un juicio en el que había de todo menos un homicida en el banquillo.

El primer día de las vistas orales, los abogados del trío sentimental dijeron que se les había convertido en cabezas de turco por el mero hecho de ser gays y de mantener una relación polígama. "Mi cliente forma parte de una familia", dijo Bernie Grimm, uno de los abogados de Price. "La policía se empantanó en una teoría montada sobre su propia ignorancia".

Wone era heterosexual y según su familia estaba felizmente casado. Pero la policía encontró restos de su propio semen en sus genitales y en su ano. Había sido violado. En su sistema sanguíneo no había restos de droga ni de sedante alguno. ¿Cómo murió sin oponer resistencia? ¿Se le sometió a un eyaculador eléctrico que se encontró en la casa? ¿Participó voluntariamente en algún juego sexual?

En el armario de Ward encontraron todo tipo de juguetes sadomasoquistas. Y un juego de cuchillos donde faltaba uno, cuyas dimensiones cuadraban con las incisiones en el cuerpo de Wone. Luego, los agentes buscaron sangre invisible al ojo humano. Había indicios, en la cama y en las paredes. Pero los agentes usaron mal un producto químico y esa prueba quedó invalidada en el juicio.

En el juicio, la madre de Ward apareció con el cuchillo que faltaba de aquel juego sospechoso. Dijo que lo había tenido todo este tiempo en la cocina de su casa. Esa prueba quedó también invalidada.

La fiscalía, finalmente, trazó un bosquejo de lo que parecía una conspiración para encubrir a un familiar: Michael, el hermano menor de Robert Price. "Podría haber sido el asesino", dijo el abogado Glen Kirschner. "Y ellos, como una familia, lo encubrieron".

El joven Price tiene un historial delictivo de largo recorrido, y siempre ha sido protegido por su hermano mayor, según esos mismos fiscales. La policía, de hecho, descubrió que él mismo había entrado a robar a casa de su hermano, el mismo hogar donde murió Wone en 2006, aunque no se presentaron cargos. Lo importante de aquel caso, sin embargo, es que Price tenía llave a la casa de su hermano.

El martes, la juez concluyó: "Es muy probable que la teoría del ministerio público sea correcta, que aunque los acusados no participaran en el crimen, alguno o algunos de ellos supieran de sus circunstancias y hayan preferido callar por razones que sólo ellos saben. Pero después de un pormenorizado análisis de las pruebas, debo concluir que el ministerio público no ha podido demostrar más allá de las dudas razonables que hubo una obstrucción a la justicia por parte de los señores Price, Zaborsky y Ward". Muchos indicios, pero ni una sola prueba convincente.

Radio Free Asia

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