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El aspirante demócrata Bill Richardson tira la toalla

El gobernador de Nuevo México era el único político hispano entre los contendientes demócratas

El gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, ha tirado la toalla en su lucha por ser candidato de su partido a las elecciones presidenciales del 4 de noviembre. La decisión la ha tomado tras quedar en un discreto cuarto lugar en las primarias de New Hampshire, han informado fuentes allegadas al ex secretario de Energía citadas por medios locales.

La decisión de Richardson ha sido tomada hoy durante una reunión con sus asesores en Nuevo México y será anunciada oficialmente mañana, según las mismas fuentes.

Las primarias del martes las ganó contra pronóstico Hillary Clinton, quien superó al senador Barack Obama, favorito en las encuestas, y al ex senador de Carolina del Norte John Edwards. En esa consulta, Richardson obtuvo un pobre 5% de apoyo. Peor aún le fue en el caucus del pasado jueves en Iowa; entonces sólo cosechó un 2% de sufragios.

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El gobernador de Nuevo México se suma a la campaña de Obama

El ex representante de EE UU ante las Naciones Unidas durante el Gobierno del presidente Bill Clinton era el único precandidato hispano a disputar la presidencia a un representante republicano en las elecciones de noviembre.

Su participación en la lucha por la candidatura había sumado diversidad al grupo de aspirantes demócratas a la presidencia de EEUU, que incluye a una mujer (la senadora Hillary Clinton) y a un negro (el senador Obama).

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Richardson ha cambiado en unas horas de opinión, porque ayer, tras el descalabro electoral, dijo que que seguiría adelante con su campaña. "La lucha continúa y seguiremos planteando el problema de sacar a todas nuestras tropas de Irak y de que Estados Unidos sea un país de energía limpia", señaló.

Hijo de madre mexicana y padre estadounidense nacido en California, Richardson pasó su infancia en la ciudad de México. A los 14 años, sus padres le enviaron a un internado en Massachusetts, donde cursó los estudios secundarios. Se tuvo que acostumbrar a ser el único alumno latino de la escuela, pero también se ganó la fama de ser uno de los mejores jugadores de béisbol del equipo.

El mediador

Como congresista por Nuevo México, Richardson se encontraba de camino a Corea del Norte en 1994 cuando Pyongyang derribó un helicóptero estadounidense que había entrado en su territorio por error. Clinton, entonces presidente, le pidió que negociara con Corea del Norte la salida de los pilotos, lo que colocó a Richardson en el centro de la atención nacional. El entonces congresista logró que el régimen comunista revelara que uno de los estadounidenses murió en el incidente. El otro fue puesto en libertad poco después.

En 1995 se reunió con Sadam Husein en Bagdad y allí logró la liberación de dos contratistas estadounidenses. Un año después se entrevistó con el presidente cubano, Fidel Castro, y le convenció para que sacara de la cárcel a tres disidentes. Richardson también habló cara a cara con los líderes talibanes y obtuvo un cese al fuego temporal en el conflicto de Darfur (Sudán).

Uno de los temas más recurrentes en su escueta campaña fue la inmigración. Richardson se había mostrado partidario de establecer un mecanismo para regularizar a los 12 millones de trabajadores indocumentados que residen en el país.

Y, como el resto de los aspirantes demócratas a la presidencia, había prometido que de ganar la presidencia de Estados Unidos pondría fin a la guerra en Irak y ordenaría la retirada de las tropas estadounidenses de ese país.

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