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El auge del partido xenófobo de Geert Wilders marca las municipales de Holanda

Los sondeos anuncian un profundo cambio del mapa político holandés, que puede ser refrendado a escala nacional en junio

El auge de Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, de tendencia xenófoba y contrario al islam, marca las elecciones municipales que se celebran hoy en Holanda. Unos 12 millones de ciudadanos pueden elegir a 8.700 concejales en 394 consistorios.

Aunque la mayor afluencia de votantes se espera para la tarde (los colegios cierran a las 21.00 horas) la pasada madrugada ya se pudo votar en Rotterdam, La Haya y Groningen. El experimento pretendía atraer el voto de los jóvenes. A juzgar por las colas que se formaron, parece que ha dado buenos resultados. La prontitud con que serán anunciados los resultados es otra cosa. Los ordenadores con voz de otras convocatorias han desaparecido por no asegurar la privacidad del votante. Ello obligará a efectuar un recuento manual, ya que las papeletas se marcan con lápiz rojo.

Antes de las diez de la mañana, habían votado ya los líderes de los grandes partidos:democracia cristiana, socialdemócratas y liberales. Wilders también lo hizo temprano, aunque sólo se presenta en dos ciudades, La Haya y Almere, situadas al oeste.

Según los sondeos, estos comicios anuncian un profundo cambio del mapa político, que puede ser refrendado a escala nacional en junio. Para entonces están convocadas las elecciones legislativas anticipadas, por culpa de la reciente caída del Gobierno de centro izquierda. A Wilders, unos días las encuestas le dan como vencedor y primer gran partido del país. Otros, le adjudican la segunda plaza, ya sea tras la socialdemocracia, o bien de la mano de los democristianos. A la vista de los datos, él mismo ha dicho que "consideraría un honor convertirse en primer ministro". Un deseo refrendado por su campaña municipal, de tono presidencialista.

Su efigie aparece en todos los carteles de su grupo. En los mítines ha hablado más que los candidatos a concejal, y siempre de asuntos que superan el ámbito municipal. Incluso ha acudido a debates celebrados en ciudades donde no se presentaba. En todos, ha propuesto el freno inmediato a los inmigrantes musulmanes, la prohibición del velo en ayuntamientos e instancias con subsidios oficiales, y la congelación del aumento de la edad de la jubilación (de 65 a 68-69 años).

En Almere, capital de una provincia creada en terrenos ganados al mar (los famosos pólderes), le vaticinan un 30% de los votos. Con casi 180.000 habitantes, sus simpatizantes están de acuerdo con su principal propuesta: la formación de una "patrulla ciudadana que garantice la seguridad". En La Haya, con una población cercana a las 500.000 personas, las perspectivas son igualmente buenas.

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Ante una participación que no pasará del 45% (un 30% entre los inmigrantes), según los expertos electorales, los demás partidos están abocados a entenderse con el líder populista, pero abordan su ascenso de distinta forma. Los socialdemócratas, por ejemplo, no están dispuestos a gobernar el país a su lado. Hasta han hablado de "excluirle por medios democráticos". A la democracia cristiana tampoco le gustaría. De momento, al menos, "por respeto al principio democrático de no exclusión", prefiere no darle la espalda. Un panorama inédito en un país acostumbrado a los pactos de poder.

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