Los 'basiyís' cierran filas por temor a una 'revolución de terciopelo' en Irán
La milicia islamista impondrá la presencia de voluntarios en escuelas primarias

Llegan en autobuses. Los hay de todas las edades y profesiones. Hombres y mujeres. Los más jóvenes, apenas unos escolares, orgullosos con sus chalecos de camuflaje. Los mayores, unos de uniforme y otros de paisano, con gesto adusto. Las mujeres, un mar de negro, bajo los preceptivos chadores. Son la infantería del Niruye Moghavemate Basij, o Fuerza de Movilización de la Resistencia, más conocidos como basiyís, una milicia de voluntarios islamistas que se ha convertido en la primera línea de defensa de la República Islámica contra la guerra blanda de que el régimen asegura estar siendo víctima.
La concentración de este jueves ha cerrado la Semana de los Basiyís, pero ha sido, sobre todo, un mensaje al movimiento de oposición popular que desde las elecciones del pasado junio ha puesto en tela de juicio no sólo la reelección de Mahmud Ahmadineyad, sino el propio sistema islámico. Obsesionados con la existencia de un complot y convencidos de que la oposición está alentada desde el exterior, los dirigentes iraníes han emprendido una ofensiva ideológica.
Entre las medidas que contemplan, destaca la implantación de 6.000 unidades basiyís en escuelas primarias de todo el país. El objetivo, según ha explicado el líder de los estudiantes basiyís, Mohammad Saleh Jokar, es "promover los ideales de la revolución islámica entre los alumnos, a una edad en la que todavía son influenciables". Según Jokar, en la actualidad hay 4,5 millones de alumnos de primaria y secundaria y 320.000 profesores adscritos a la milicia.
Estudiantes y profesores estaban representados este jueves entre los asistentes a la ceremonia de su 30º aniversario, junto a brigadas de comerciantes, ingenieros, seminaristas, abogados y otros grupos profesionales. Tampoco faltaba la presencia simbólica de los dispuestos al martirio, reconocibles por estar envueltos en sudarios blancos. No había consignas políticas en sus banderolas, pero llegado el momento, todos corearon al unísono "Muerte a América" y "Muerte a Israel".
Esta milicia del pueblo fue creada por Jomeini para avanzar los objetivos de la Revolución Islámica. Su entrega se puso a prueba durante la guerra contra Irak, donde muchos de aquellos jóvenes voluntarios, algunos todavía niños, sirvieron de carne de cañón. Pero los basiyís de hoy tienen poco que ver con aquéllos. Aunque hoy han portado las mismas cintas rojas y pañuelos de cuadros que sus predecesores llevaron al frente, ya no gozan del reconocimiento popular que tuvieron.
Su asociación con los sectores más inmovilistas del régimen y en especial su papel represor -tras las elecciones del pasado junio , pero también en las revueltas estudiantiles de 1999-, les ha distanciado de amplios sectores de la sociedad. Menos conocida es su red de solidaridad en barrios y pueblos, colegios, universidades, mezquitas, ministerios y otros centros de trabajo. A través de ella, sus responsables no sólo hacen proselitismo en favor del régimen, sino que han tejido una red de clientelismo que garantiza las conexiones adecuadas sea para entrar en la universidad o realizar un negocio.
En realidad, la milicia tiene dos partes diferenciadas, una rama militar de entre 40.000 y 90.000 miembros profesionales y una nebulosa de voluntarios dispuestos a movilizarse frente a cualquier oposición al régimen, que Jomeini aspiraba a que alcanzara los 20 millones de adheridos.


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