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Un nuevo país europeo
Columna
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La caja de Pandora se abre en el Cáucaso

Pilar Bonet

La independencia de Kosovo destapa la caja de Pandora y reabre cicatrices apenas cerradas en la configuración territorial de los Estados surgidos de la URSS. Kosovo es un tema sensible en seis países por lo menos: Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Moldavia, Ucrania y Rusia. Algunos de ellos confiaban en Estados Unidos y la Unión Europea para resolver sus problemas separatistas. Ahora, sin embargo, podrían inclinarse hacia Moscú, que tiene la opción de alimentar el secesionismo en el patio de sus vecinos o ayudarles a afirmar su integridad territorial a un precio.

El Gobierno de Moldavia, país con un conflicto con la región del Transdniéster, expresó ayer su "profunda preocupación". La declaración de independencia de Kosovo es un serio factor de inestabilidad en Europa y un "peligroso estímulo para activar los ánimos separatistas en todas las zonas de conflicto", manifestó en un comunicado. La oposición moldava expresó el temor de que Kosovo se refleje en la regulación del problema del Transdniéster.

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Ucrania, con vínculos frágiles entre las zonas rusohablantes del Este y la península de Crimea, por una parte, y las regiones occidentales, por la otra, ganaba tiempo antes de formular su posición. El ministro de Exteriores, Vladímir Ogryzko, advirtió que Kosovo no es una receta para los conflictos congelados de la ex URSS. El líder de los comunistas, Piotr Simonenko no excluyó que puedan aparecer nuevos "puntos candentes" en la misma Ucrania. El ex jefe de Gobierno, Víctor Yanukóvich, consideró Kosovo como un precedente de la destrucción del acta de Helsinki y solicitó un nuevo orden de garantías de la soberanía estatal.

En Georgia, el presidente Mijaíl Saakashvili manifestó que responderá a cualquier intento de reconocer la independencia de Abjazia y Osetia del Sur. "Eliminaremos de raíz cualquier provocación, por eso aconsejo a todos que no se enfrenten con nosotros sobre la integridad territorial de Georgia", dijo. La oposición advirtió al Gobierno que el reconocimiento de Kosovo sería considerado como una traición.

En Rusia, el ex jefe de Gobierno ruso Yevgueni Primakov dijo que Moscú debe apoyar las relaciones económicas con Abjazia y Osetia del Sur, "pero eso no significa que hemos de reconocer su independencia". Primakov señaló que tal vez la regulación del conflicto de Kosovo haga darse cuenta a Georgia por primera vez de que seguir el curso de Estados Unidos no responde a sus intereses.

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No faltaron los rebeldes chechenos, que resisten de forma aislada en el territorio controlado por Ramzán Kadírov, el líder checheno fiel a Moscú. En un comunicado de Internet, Usman Ferzauli, que se presentó como ministro de exteriores independentista, apoyó a Kosovo y afirmó que él y sus paisanos llevan más de 14 años en guerra con la "potencia militar más agresiva del mundo".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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