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Reportaje:

"La otra campaña" del subcomandante

Marcos comenzará el 1 de enero su nueva aventura política a contracorriente de los partidos políticos mexicanos

La nueva aventura política en la que se ha embarcado el subcomandante Marcos no pasa por la inserción del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el abanico ideológico tradicional de México: a pesar de que parece cada vez más dispuesto a mantener a los indígenas rebeldes por la senda de la acción política, rechaza por completo integrarlos con otros mexicanos en una formación democrática que dispute el poder en las urnas.

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El 1 de enero, cuando se cumpla el 12º aniversario desde que el EZLN sorprendiera a México y al mundo con una rebelión armada indígena contra el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y una guerra que pretendía establecer el socialismo, Marcos comenzará lo que llama "la otra campaña", a contracorriente de las que realizan los partidos con vistas a las elecciones de julio de 2006.

Sin definir lo que pretende con "la otra campaña", el jefe militar y político de los zapatistas se propone recorrer México y encontrarse con todos los descontentos, pero no lleva consigo una propuesta concreta. No obstante, al hacer pública la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, afirmó que "el EZLN ha resistido 12 años de guerra, de ataques militares, políticos, ideológicos y económicos, de cerco, de hostigamiento, de persecución, y no nos han vencido, no nos hemos vendido ni rendido, y hemos avanzado. Más compañeros de muchas partes han entrado en la lucha; así que, en lugar de que nos hacemos más débiles después de tantos años, nos hacemos más fuertes. Claro que hay problemas que se pueden resolver separando más lo político-militar de lo civil-democrático. Pero hay cosas, las más importantes, como son nuestras demandas por las que luchamos, que no se han logrado cabalmente".

Carmen Legorreta, ex asesora de organizaciones campesinas indígenas en la zona de las Cañadas, bastión original de los zapatistas, sostiene que Marcos mantiene un mando único en el EZLN, lejos de cualquier concepción democrática, ya que no ha cambiado su posición de líder de un movimiento armado, y que desea imponer el socialismo. Ahora, afirmó, saldrá nuevamente de su reducto con "una idea muy vaga" como propuesta, la unión de los inconformes y radicales, sin una organización visible para su "otra campaña", que parece dirigida únicamente a acabar con el capitalismo y la globalización pero sin alternativas.

Legorreta, que durante casi dos décadas trabajó en las Cañadas con agrupaciones como la Unión de Uniones (de la que el EZLN obtuvo militantes y dirigentes), no ve e a Marcos convertido en un político que participe en el juego democrático o que conduzca al EZLN a la escena política nacional en el marco actual de partidos políticos, a los que ha hecho trizas de izquierda a derecha y a los que ha excluido de sus recorridos de campaña. Esa actitud de rechazo a todo lo que no comulga con su idea de la democracia, explica la ex asesora y actual investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México, se debe a que Marcos no ha pagado el coste de ser un guerrillero, como lo hicieron los centroamericanos que vivieron enfrentamientos sangrientos con los Ejércitos y finalmente se sentaron a negociar la paz.

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Según su experiencia en la zona, el EZLN ha perdido adeptos en las selvas y en las montañas. Le queda un 10% del apoyo que tuvo. Y quienes permanecen son los veteranos que han empeñado buena parte de su vida en el cambio que les prometió Marcos y que no se ha alcanzado, así como los jóvenes educados en la guerra zapatista. La organización, que sigue siendo clandestina y armada, vive de las donaciones de agrupaciones extranjeras y nacionales, que lo mantienen en sus vitrinas de exhibición como un ídolo.

El subcomandante ha dicho que los zapatistas "hemos llegado a un punto en que no podemos ir más allá (aislados en selvas y montañas) y, además, es posible que perdamos todo lo que tenemos, si nos quedamos como estamos y no hacemos nada más para avanzar. O sea, que llegó la hora de arriesgarse otra vez y dar un paso peligroso, pero que vale la pena. Porque tal vez unidos con otros sectores sociales que tienen las mismas carencias que nosotros será posible conseguir lo que necesitamos y merecemos. Un nuevo paso adelante conformes en la lucha indígena sólo es posible si el indígena se junta con obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados..."

Éste es el escenario en el que ha lanzado "la otra campaña", aunque afirma que lo hace casi en solitario, alejado de las reuniones masivas y en contacto con todos los que quieran, en encuentros privados o asambleas de gremios. Gerardo González, investigador del Colegio de la Frontera Sur, cree que va a escuchar quejas y forjar una agenda nacional de demandas, quizá para más tarde darles forma y, sin crear una fuerza política tradicional, dar vida a un movimiento que exija a los gobernantes el cumplimiento de las demandas sociales de pobres y excluidos. Descarta que la campaña del subcomandante pueda terminar con su participación en la escena política tradicional y piensa que, quizá con el tiempo y la maduración de un movimiento zapatista, Marcos llegue a ser una especie de consejero pero no un actor en el teatro de la política tradicional.

González, que ha trabajado con indígenas de las regiones de influencia zapatista, asegura que la "campaña" de Marcos se da en un momento delicado: aparece un subcomandante cambiado, que deja sus posiciones seguras en busca de alianzas sociales, y en un mapa nacional en el que hay mucha gente que no encuentra espacio de particicipación en la vida política. Es decir, un escenario dominado por los partidos.

Marcos, el pasado agosto, tras su reaparición para hablar de los partidos políticos que participan en la campaña presidencial mexicana de 2006.
Marcos, el pasado agosto, tras su reaparición para hablar de los partidos políticos que participan en la campaña presidencial mexicana de 2006.EFE

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