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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

La campaña toca la fibra racial

La pelea por el voto negro acentúa la división Clinton-Obama en Carolina del Sur

Antonio Caño

La Iglesia africana metodista episcopal Morris Brown de Charleston no atrae estos días únicamente a sus fieles miembros. Famosa por ser una de las congregaciones más influyentes entre la población negra de Carolina del Sur -y de todo el país-; por su puerta han desfilado en las últimas semanas los principales candidatos demócratas a la presidencia, sus equipos de asesores y colectores de votos y periodistas en busca de un indicio que permita pronosticar los resultados de las elecciones primarias que se celebran hoy en este Estado.

El reverendo Joseph Darby, una autoridad nacional, ha recibido pacientemente a cada uno de ellos y ha aceptado compartir oraciones con quien lo quería, pero no le ha dado a nadie su respaldo oficial. Lo que al reverendo Darby le preocupa realmente es la división y la hostilidad que la política está trayendo estos días al seno de su comunidad.

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En una carrera electoral tan reñida y excitante como la que vive EE UU, cualquier cita se presenta trascendental y cualquier circunstancia alcanza enseguida categoría de norma. Por eso, Carolina del Sur, donde la mitad del electorado demócrata es de raza negra, se ha tomado como una muestra de la orientación de ese grupo de votantes en futuras elecciones en otros puntos del país. Es cierto que hay mucho en juego aquí para Hillary Clinton y para Barack Obama, los dos principales candidatos demócratas, pero los resultados de hoy y el voto afroamericano puede influir en el desenlace final de esta campaña de forma algo más compleja de lo que en un principio puede pensarse.

Obama es favorito para la victoria en el primer lugar en el que su raza debe contar a favor. Clinton también tiene oportunidad de ganar si aprovecha la simpatía que, desde hace años, la comunidad negra siente por su marido, el ex presidente Bill Clinton. Uno y otro sabrán hoy a favor de quién se resuelve el dilema. Pero habrá que esperar más tiempo para saber quién gana más y quién pierde más hoy en Carolina del Sur.

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Paradójicamente, y con ayuda de la campaña hecha por el matrimonio Clinton, una victoria en un terreno dominantemente afroamericano podría poner sobre Obama la etiqueta de la que ha huido desde el principio de esta carrera, la del candidato negro. Mientras que Clinton podría justificar una derrota -sobre todo si no es abultada- precisamente por la debilidad de ser la candidata blanca. Las encuestas recogen ya un acelerado aumento de su respaldo entre los blancos de este Estado, de los que sólo un 10% se inclina por Obama. Es el escenario soñado por la senadora de Nueva York desde que Obama impactó ganando en un Estado casi completamente blanco como Iowa.

Ivonne Davis, la joven propietaria de uno de los puestos de venta en Market Street, en Charleston, también está aturdida por la situación. Tanto ella como su marido, que trabaja en una pequeña industria local, decidieron votar por Obama después de verle ganar en Iowa. Hasta entonces no acababan de creérselo. De hecho, Clinton mandaba en las encuestas hasta ese momento en Carolina del Sur con veinte puntos de ventaja.

Su victoria en Iowa le dio a Obama un lustre de viabilidad que le hizo subir como la espuma entre los votantes negros. Después vino el agrio debate sobre Martin Luther King, iniciado cuando Hillary Clinton dijo que había sido necesario un presidente (blanco) como Lyndonn Johnson para hacer realidad el famoso sueño del mártir negro. Ese debate inyectó de forma irreversible el elemento racial en esta campaña. Y ahora pesa como una losa sobre la conciencia de los votantes. "En última instancia", afirma Ivonne, "todos sabemos que los blancos no van a votar por un presidente negro".

No es esa la polémica que Obama pretendía a estas alturas. "No son los blancos ni los negros ni los latinos ni los asiáticos ni los jóvenes ni los viejos ni los hombres ni las mujeres, somos NOSOTROS", gritó el senador de Illinois en un mitin el jueves en Charleston.

Simpatizantes de Barack Obama en Carolina del Sur llevan carteles que dicen "Cambio, podemos creer en ello".
Simpatizantes de Barack Obama en Carolina del Sur llevan carteles que dicen "Cambio, podemos creer en ello".AFP

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