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La defensa de Europa

La carrera armamentística se reanuda

El respaldo de la OTAN al escudo abre la puerta a grandes inversiones militares

Andrea Rizzi

"Durante los últimos 10 años ha habido un gran debate sobre si hay una amenaza real de misiles balísticos. El debate se acabó". Stephen J. Hadley, consejero sobre asuntos de seguridad de la Casa Blanca, retrató así en la cumbre de la OTAN en Bucarest el respaldo brindado por los aliados al proyecto estadounidense de un escudo antimisiles con instalaciones en Europa. Tras años de fricciones, el debate se cerraba. Y, sin duda, se abría la puerta a una cadena de reacciones de gran alcance estratégico. Primera entre ellas, la perspectiva de un impulso a una carrera armamentística como respuesta al nuevo despliegue occidental.

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El escudo antimisiles da dividendos

El escudo es -para la OTAN- una defensa ante la amenaza de misiles balísticos, ante el riesgo de que algún Estado irresponsable o grupo terrorista dispare sin temor a represalias. Según la Agencia de Defensa Antimisiles de EE UU, hay actualmente una treintena de países con cohetes balísticos. Pero, como señalan muchos analistas, el escudo no es sólo una defensa. Es un elemento que provocará reacciones.

"Históricamente, el desarrollo de un nuevo sistema por parte de una potencia ha acarreado respuestas de las otras", observa Gustav Lindstrom, analista del Centro de Política de Seguridad de Ginebra. Las características del escudo sugieren que el esquema se repetirá, mediante una proliferación de nuevas armas o una reorientación del gasto militar.

"El escudo es un paraguas limitado. El proyecto prevé la instalación de 10 misiles interceptores en Polonia", argumenta Lindstrom. "Incluso si funcionaran perfectamente -y hay dudas de que la tecnología esté ya tan avanzada- sería suficiente tener más de 10 misiles para eludir el sistema". Ése es el listón a superar para quienes quieran amenazar a Occidente por ese flanco.

En el otro flanco, el Pacífico, EE UU ya dispone de 24 interceptores desplegados en sendas bases en California y Alaska. El objetivo estadounidense es elevar a 44 el número: quien quiera amenazar desde el otro lado del Pacífico, tiene otra cifra de referencia.

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"La proliferación es una posible consecuencia del escudo, un riesgo. Pero yo creo más bien que la respuesta será una reorientación estratégica del gasto militar", comenta Jean-Yves Haine, investigador del Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI).

"Tomemos Rusia, uno de los países cuya reacción es más temible. El escudo es un paraguas insignificante frente a un arsenal como el ruso. Moscú no necesitaría aumentarlo", prosigue Haine. "Otro gran actor en el escenario, China, no está afectado directamente por las instalaciones europeas, y no creo que responda con el rearme. Creo que podría más bien responder al mensaje de la OTAN desarrollando un sistema defensivo parecido. El escudo cambia las reglas del juego, rompe el equilibrio basado sólo en el poder inhibidor de la represalia". Los jugadores se adecuarán a las nuevas condiciones. China ha aumentado para este año su presupuesto militar en un 18%, y reconoce haber disparado un misil contra un satélite en 2007, en un ensayo militar muy elocuente. EE UU contestó el pasado febrero al hacer pedazos otro satélite.

Las inversiones ya son de tamaño considerable. La Administración de Bush consagra unos 6.350 millones de euros anuales al sector de la defensa antimisiles, el triple que la Administración de Clinton. Las instalaciones europeas (radar e interceptores) tienen un coste estimado de 2.565 millones hasta 2013, según un estudio del Servicio de Investigación del Congreso de EE UU.

Se trata de cifras limitadas en el enorme presupuesto del Pentágono (371.000 millones de euros para 2008: equivalente a un 40% del PIB de España). Pero es verosímil que la partida crezca, visto el impulso político que ha recibido en la cumbre de Bucarest y la necesidad de afinar una tecnología que todavía despierta dudas.

Las fechas clave

- 1972. EE UU y Rusia firman el Tratado ABM, que limita

el despliegue de sistemas antimisiles balísticos.

- 1983. Ronald Reagan presenta en un célebre discurso su visión de un escudo espacial.

- 2001. La Administración de Bush anuncia su voluntad de retirarse del Tratado ABM, para desarrollar sin vínculos el nuevo sistema.

- 2007. Rusia suspende la aplicación del Tratado sobre Fuerzas Convencionales.

- 2008. La OTAN respalda el proyecto estadounidense de instalar en Europa del Este un radar e interceptadores para un escudo de defensa antimisiles balísticos.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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