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El centrista Bayrou se invita al duelo entre Royal y Sarkozy

Las encuestas sitúan al líder de la UDF como tercer aspirante a la presidencia francesa

François Bayrou, de 55 años, presidente de la centrista Unión por la Democracia Francesa (UDF), ha irrumpido en la campaña presidencial situándose como el tercer pretendiente al palacio del Elíseo. Las encuestas le dan entre el 11% y el 14% de intención de voto, por detrás de Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, pero empatado o superando por poco al ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Bayrou insiste en un discurso equidistante de los dos grandes bloques políticos.

Su campaña, con el lema "Otra elección es posible", parece atraer a un votante heterogéneo, desencantado de la dialéctica maniquea entre derecha e izquierda.

Los últimos sondeos muestran un descenso de Sarkozy y Royal, mucho más marcado en el caso de esta última, y también -aunque muy ligero- del líder del Frente Nacional. Sólo Bayrou sube, en algún caso hasta cuatro puntos. Es el caso de la encuesta de TNS Sofres publicada ayer por Le Figaro, que le concede una intención de voto de un 13%, y que señala una caída de tres puntos para el candidato de la derecha gubernamental (32%), de cinco para la aspirante socialista (26%) y de medio punto para Le Pen (12,5%). El resto de candidatos no supera el 4%.

La UDF nació en 1978 a base de reunir varias formaciones de la derecha no gaullista para apoyar al entonces presidente francés, Valery Giscard d'Estaign. Coqueteó con la izquierda socialista durante la larga presidencia de François Mitterrand, pero desde 1993 ha vivido bajo la sombra de la derecha gaullista o posgaullista en sus diversas encarnaciones. En 2002, la UDF se subió al carro de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y apoyó al Gobierno salido de aquellos comicios, hasta el punto de que uno de sus miembros, Gilles de Robien, ocupa la cartera de Educación en el Ejecutivo de Dominique de Villepin.

Pero Bayrou hace ya tiempo que detectó la decadencia de esta última fase del mandato de Jacques Chirac y la implosión de un Gobierno que perdió el apoyo popular hace ya dos años -el referéndum sobre la Constitución europea lo puso en evidencia- y desde entonces intenta desmarcar a la UDF de la herencia chiraquista y evitar el abrazo del oso de su malquerido heredero: Sarkozy. En las últimas mociones de censura, como la que siguió a la protesta por la fracasada reforma laboral, ha dado libertad de voto a sus diputados e incluso ha votado él mismo contra el Ejecutivo. La situación de De Robien, que se ha negado a abandonarlo, es complicada, aunque en cierto modo deje una puerta abierta a una componenda si las cosas salen mal.

La campaña que está llevando a cabo Bayrou, un hombre del sur que hace constantes referencias a los orígenes campesinos de su familia, tiene la originalidad de que funciona a contracorriente, al margen de los centros de poder parisiense. Desde el primer momento, los periódicos, los creadores de opinión, no le tuvieron en cuenta. Él lo denunció cada vez que tenía la oportunidad de hablar en una radio o en una televisión. Acusó una y otra vez a los medios de comunicación, y en especial a grandes grupos, de "falsear" la campaña, centrándose sólo en los dos candidatos "oficiales": Sarkozy y Royal.

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Finalmente, ha optado por una campaña de contacto directo con la gente, ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, que en los últimos días parece haber levantado vuelo. El pasado fin de semana, por ejemplo, tenía previsto un mitin en Aix-en-Provence en una sala para 300 personas. Acudieron más de 1.000.

El problema es que el modelo electoral francés, mayoritario a dos vueltas, no concede ninguna posibilidad al tercer clasificado, a quien eventualmente tan sólo le queda una prerrogativa, la de aconsejar a sus votantes el sentido de su opción en la segunda vuelta. Pero también es cierto que las últimas citas con las urnas de los franceses no han producido resultados acordes con la división izquierda-derecha y que, a 11 semanas de la primera vuelta, todas las posibilidades merecen ser tenidas en cuenta.

'Tengo una pregunta'

Nicolas Sarkozy, que hace ya tiempo se propuso que no pasara un día sin que se hiciera presente en las pantallas de televisión, inauguró anoche el programa estrella que TF1, la principal cadena de Francia, ha organizado para las elecciones presidenciales. Con el título Tengo una pregunta que hacerle, se trata de un "debate entre 100 ciudadanos y el candidato", dirigido por el presentador del noticiario de la noche Patrick Poivre d'Arbor.

Los ciudadanos han sido elegidos por el instituto de sondeos TNS Sofres en función de su "representatividad", y según la cadena "todas las preguntas están permitidas y ninguna le ha sido comunicada previamente al candidato".

Sarkozy, que ya dispuso de un programa río de más de tres horas en la cadena pública France 2 cuando a principios de enero anunció su candidatura, abre el turno. Ségolène Royal, que desde la entrada de este último en campaña resbala en las encuestas, le seguirá el próximo día 19. Por el momento, están anunciados el centrista François Bayrou, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, la comunista Marie-George Buffet, el líder campesino José Bové y el trotskista Olivier Besançenot.

Desde el equipo de campaña de Sarkozy se espera conseguir una audiencia de más de 10 millones de telespectadores.

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