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El cerco a Mahmud Abbas se estrecha

La Autoridad Palestina intenta resistir las presiones de Estados Unidos y de la Unión Europea para que entable negociaciones directas con Israel

El cerco a Mahmud Abbas se estrecha por horas. Israel, Estados Unidos, la Unión Europea y ahora también la Liga Árabe -aunque con la boca pequeña- le piden al presidente palestino que se siente a negociar cara a cara con los israelíes, que reanude las suspendidas negociaciones de paz que mantienen la ilusión de que algo se mueve en el enquistado conflicto de Oriente Próximo. Abbas se resiste. Alega que durante las llamadas conversaciones de proximidad con mediación estadounidense, que duran ya tres meses, Israel no ha movido ficha; que sobre el terreno se han producido hechos contraproducentes que generan desconfianza. Considera que la pelota está en el tejado israelí. Mientras, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, persiste con la complicidad de Washington en su ofensiva diplomática, con la que pretende demostrar que si no se producen avances en las negociaciones es porque los palestinos no quieren. Que la pelota no está en su tejado.

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Ayer, el desencuentro alcanzó nuevas cotas. Mientras Netanyahu anunciaba a sus ministros que las conversaciones directas podrían comenzar en los próximos días y el presidente Simón Peres cortejaba a los egipcios en El Cairo, los palestinos preparaban con la Liga Árabe una misiva de protesta dirigida a Barack Obama y hablaban de nuevas propuestas con trazados de fronteras en el marco de las negociaciones de proximidad.

"Le decimos [a EE UU] que tenemos intenciones sinceras, pero que hay que fijar condiciones claras para la negociación, entre ellas que a partir de septiembre no se va a reanudar la construcción de los asentamientos y que los israelíes van a levantar el bloqueo a Gaza", explican fuentes próximas a las negociaciones. Las mismas fuentes confirman las supuestas amenazas estadounidenses a Abbas, que habría recibido una llamada de Obama para advertirle de que si no aceptan sentarse a la mesa de negociación con los israelíes deberán "atenerse a las consecuencias".

El máximo negociador palestino, Saeb Erekat, ha anunciado este fin de semana la presentación a los estadounidenses de una propuesta final "muy generosa". "Sabemos que el diálogo no será fácil, pero ¿cómo se pueden solucionar los problemas sin hablar? Estamos dispuestos a negociar todos los temas pero solo cara a cara", indica por teléfono Mark Regev, portavoz de Netanyahu, descartando cualquier posibilidad de triunfo de la iniciativa palestina.

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En su oficina de Jericó, Erekat explicaba poco antes su lectura de las intenciones israelíes. "Dicen que quieren negociaciones directas. Pero hacen todo lo posible para minar la credibilidad de Abu Mazen [Mahmud Abbas]. Las demoliciones de casas palestinas no cesan, los colonos se atrincheran en Jerusalén Este, aprueban nuevos planes inmobiliarios en territorio palestino... Además, los soldados israelíes entran con impunidad en las ciudades palestinas. ¡Han llegado a presentarse en mi oficina!", exclama a voz en grito. "Lo único que le pedimos a los israelíes es no empezar de cero. Que se fije un plazo y que reconozcan las fronteras de 1967 para llegar a la solución de dos Estados". Y explica Erekat lo consciente que es Abbas del descrédito que sufre entre el electorado palestino: "Abbas le dijo a su gente que cuando hubiera progresos en las conversaciones de proximidad pasaríamos al diálogo directo. No ha habido progresos. No puede aceptar el diálogo directo y minar aún más su credibilidad".

El frente interno también pesa, y mucho, en las motivaciones israelíes a la hora de obcecarse en un formato distinto del aceptado por los palestinos. "La mayor parte de las críticas que recibe [Netanyahu] son debidas a la escasez de logros en las conversaciones de paz", escribía ayer Dov Weissglas en Yedioth Ahronoth. Y añadía que la falta de horizonte negociador puede terminar por pasar factura a Netanyahu tanto en casa como fuera, en plena caída libre de la imagen internacional de Israel.

Los presidentes de Israel, Simón Peres, y Egipto, Hosni Mubarak (derecha), durante su encuentro ayer en El Cairo.
Los presidentes de Israel, Simón Peres, y Egipto, Hosni Mubarak (derecha), durante su encuentro ayer en El Cairo.AFP

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