Una cita con ganas de crecer
El Festival de Cine Global Dominicano multiplicó en su 4ª edición la asistencia a proyecciones y talleres
El Festival de Cine Global Dominicano clausuró el domingo por la noche en Santo Domingo su cuarta edición, con la que ha abandonado la infancia e iniciado el camino de la madurez. El programa mantuvo la línea de anteriores convocatorias con su apuesta por películas que dan pie al debate y a la reflexión sobre grandes y pequeñas cuestiones, con un plus de coherencia y calidad. Además, continuó en su proceso de creación de público, con éxito de asistencia a las proyecciones y a los paneles y talleres, según Omar de la Cruz, director del festival, quien explicó el sábado a EL PAÍS que, por ejemplo, "el Teatro Nacional [de Santo Domingo] tiene una capacidad de 1.300 personas y el día de la inauguración pudimos colocar a 1.500 y se quedaron 350 fuera. El día siguiente, con la presentación de La hija natural, se llenó con 1.200 personas".
El festival se clausuró con el estreno de 3 al rescate , la primera producción dominicana en tres dimensiones. Paradójicamente, la versión que se proyectó en la ceremonia de clausura en el Teatro Nacional fue en dos dimensiones: el gran auditorio no estaba preparado para el salto al cine en relieve. Los espectadores dominicanos sí pudieron ver la cinta en 3D ese mismo día en otra sala de la capital. En la gala también se conocieron los ganadores del concurso de cortos del festival: el primer premio fue para Francisco Rodríguez, por Papá está en el cielo; el segundo, para Frank López, por Morir en Montecristi y el tercero, para Franmiris Gomez Lombert, por Correspondencia.
Detrás de la calidad de las propuestas de este certamen está Nicole Guillemet, consultora de programación, ex codirectora del festival de Sundance, el encuentro de cine independiente más importante del mundo creado por el actor estadounidense Robert Redford. Guillemet está "muy orgullosa de la selección de este año", que combina grandes películas de ficción con "documentales fuertes, que generan discusión, hacen pensar, suponen desafíos y cambios". "También me parecía importante tener una fuerte sección latinoamericana", subraya.
Guillemet, vinculada a este proyecto desde su gestación, destaca la excepcionalidad de una de las particularidades de esta muestra, las múltiples sedes en toda República Dominicana ?Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata, Cap Cana, Higüey y Nagua? y, en esta edición, en toda la isla, con las proyecciones en Puerto Príncipe, capital haitiana. "Al no ser del país eres más ambicioso. Si haces un festival... ¿Por qué no compartirlo con otras ciudades?".
Una muestra del éxito de esta decisión es que en Nagua, una pequeña ciudad en la que no hay salas de cine, el público se volcó con el festival desde la primera edición, lo que ha dado pie a la organización de otras muestras de cine en la localidad.
En esta edición, el actor dominicano Frank Perozo -uno de los intérpretes de La hija natural- viajó a Higüey, donde encontró "mucho deseo de parte de los jóvenes de hacer cine y de realizarse. Así han calmado un poquito esa sed que tenían, porque se lleva directamente a su pueblo, gracias al festival, todo lo que necesitan para poder hacer realidad su sueño de ser realizadores, de actuar, todo lo que tenga que ver con la industria cinematográfica". Con esta iniciativa, destaca Perozo, "estos jóvenes tienen la oportunidad de desarrollarse, aprender y conocer un poco más lo que está pasando en República Dominicana e internacionalmente con el cine".
De la Cruz afirma que "el público ha aceptado la realidad de que el festival ya está consolidado, los paneles fueron con temas objetivos, incluso tuvimos que agregar, fuera de todos los programas, dos paneles, uno de actuación y otro de animación, porque los solicitaron las localidades. Se hicieron cinco Actor's Studio [talleres de interpretación] con los actores [invitados al certamen] y para el año que viene ellos mismos quieren hacer Actor's Studio todos los días. Quieren participar del intercambio que tienen con el pueblo, porque la receptividad y las preguntas han sido de un nivel extraordinario".
El festival aspira a convertirse algún día en una cita de referencia en América Latina. "Si seguimos en la misma tesitura que vamos, el festival se podría consolidar como una institución en el Caribe, donde se congreguen varias naciones para presentar sus proyectos. Esa es la finalidad, de ahí los dominicanos vamos a tener una educación [cinematográfica], una cultura y una relevancia en el mundo artístico y cultural de todo el mundo a través del festival", afirma el director del certamen.
El coste del exilio argentino, analizado a través de un documental
La pérdida, un documental dirigido por el argentino Enrique Gabriel y el español Javier Angulo, se pregunta qué habría sido de Argentina si toda una generación de intelectuales y profesionales no se hubiera visto obligada a exiliarse durante el régimen militar. "La dictadura del 76 fue de un nivel de violencia sangrienta, represiva y, además, como dice una de las protagonistas de la película, sin límite. Abarcó a todos los campos de la sociedad, no solo fue a por los políticos y los sindicalistas, fue a por los profesionales, los científicos, los intelectuales... Arrasó con todo", afirma Angulo. La cinta se proyectó la semana pasada en el Festival de Cine Global Dominicano y ha viajado por certámenes de todo el mundo. Sin embargo, aún no se ha podido proyectar en Argentina.
En la película, explica el director español, "hay testimonios espeluznantes de cómo el exilio es una cosa que te corta en dos y te deja las raíces donde eres originalmente, unas raíces larguísimas que cruzan el mar y te dejan en otro lado. Pero la parte probablemente más importante se queda allí de donde eras. Hay unas declaraciones muy terribles sobre lo que es el exilio y la pérdida que supone, porque desde el tiempo de los griegos el peor tormento que se le podía hacer al ser humano era el destierro".
Por su parte, Gabriel afirma que "al ser un mal que queda opacado ante la enorme dimensión de los demás males [de la dictadura], nunca se ha podido darle su dimensión exacta. Pero no es algo que afecte al día a día sentimentalmente con la misma virulencia que lo afecta el tema de los desaparecidos, de las madres que perdieron los hijos".
Su compañero en la dirección de este documental añade que "es una asignatura que está pendiente y hay que evaluarla, porque la pérdida ha sido muy grande en cerebros, en pensamiento. Probablemente, esa sociedad podría estar hoy mucho más organizada y mejor estructurada si no hubiera tenido esa pérdida, esa sangría enorme que tuvo, primero con [el militar golpista Juan Carlos] Onganía, en los años sesenta, luego con Videla y la dictadura y posteriormente con la debacle económica".
