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Las comunidades romaníes sufren una exclusión social sistemática en Europa

Su situación legal difiere de unos países a otros, pero en todos se enfrentan a prejuicios a la hora de acceder al empleo, la educación o la sanidad

Hoy han despegado los primeros vuelos llenos de gitanos romaníes expulsados por Francia desde que el presidente del país, Nicolás Sarkozy, anunciara una campaña en contra del crimen y la inmigración ilegal, condenada por los grupos defensores de los derechos humanos y la oposición política.

El Gobierno francés ha asegurado que planea repatriar antes de que termine agosto a 700 gitanos romaníes a Rumania y Bulgaria. Quienes se oponen a la medida han advertido de que la campaña de Sarkozy puede empeorar la estigmatización de una comunidad que, según la Comisión Europea, sufre sistemáticamente los prejuicios de las sociedades que la acogen.

Estos son algunos datos referentes a los romaníes, recopilados por la Comisión Europea: El término romaní se refiere a varios grupos de personas que se describen a sí mismos como romaníes, gitanos, manuches o sintis, entre otros nombres. Han emigrado durante siglos a lo largo de Europa y actualmente constituyen el grupo étnico minoritario más numeroso de la Unión Europea (UE).

No hay datos precisos sobre la población total romaní, muchos países prohíben realizar registros étnicos
La mayoría de los emigrantes romaníes actuales son originarios del centro y el este de Europa
Como ciudadanos de países miembros de la UE, tienen derecho a moverse libremente dentro de sus fronteras
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No existen datos precisos sobre su población total, porque en muchos países está prohibido realizar registros étnicos. En otros, las estadísticas oficiales no contienen información de este tipo. En cualquier caso, se estima que hay cerca de 10 millones de romaníes en Europa.

Su población está compuesta por numerosas comunidades, diferenciadas por su forma de asentamiento, cultura, religión, situación legal, lengua y período de migración.

La situación legal del pueblo romaní difiere de unos países europeos a otros, así como de unos grupos a otros, dependiendo de la época en la que emigraron a cada lugar y fueron reconocidos como una minoría étnica o nacional.

En todo el continente se enfrentan a una exclusión peor que la de cualquier otra comunidad, especialmente cuando se trata de acceder al empleo, la educación, la sanidad o los servicios sociales.

La mayoría de los emigrantes romanís actuales son originarios del centro y el este de Europa, principalmente de Rumania, Bulgaria y la República Checa, donde aún hoy deben encarar prejuicios étnicos, según la UE.

Muchos acaban viviendo en los márgenes de las ciudades occidentales del continente, durmiendo en las aceras o viviendo en campamentos de condiciones precarias. Sobreviven mendigando, vendiendo flores en las esquinas, tocando música en lugares públicos, vendiendo chatarra o realizando otros trabajos similares.

Todos los años, miles de romaníes son repatriados por sus países de acogida. El Gobierno francés afirma que en 2009 devolvió a 10.000 a sus lugares de origen.

Como ciudadanos de países miembros de la UE, tienen derecho a moverse libremente dentro de sus fronteras y pueden permanecer en cualquier estado durante tres meses si tienen un pasaporte o un documento de identificación válido. Las estancias pueden prolongarse si encuentran trabajo.

No pueden ser expulsados como grupo o comunidad; tan solo si cometen un delito, alteran el orden público o si se les considera una carga para el estado del bienestar. Cada expulsión debe ser gestionada de forma individual.

Una de las primeras mujeres romanís deportadas por Francia, a su llegada a Bucarest.
Una de las primeras mujeres romanís deportadas por Francia, a su llegada a Bucarest.AP

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