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Ola de cambio en el mundo árabe | Guerra civil en Libia

El coronel recluta tuaregs en su defensa

Unos 800, procedentes de Malí y Níger, se han alistado en las últimas semanas

Muamar el Gadafi resiste la sublevación con esas tropas de élite, mezcla de libios fieles de Tripolitania y de mercenarios subsaharianos, pero necesita más hombres para hacer frente a los embates.

De ahí que esté intentando reclutarlos entre aquellos con los que tejió lazos durante sus más de 40 años de ejercicio del poder. "Ha lanzado llamamientos a los tuaregs a través de varios cauces, pero no sabemos cuál ha sido la respuesta", explica Othman Ben Sasi, exiliado libio en París.

Unos 800 tuaregs se han apuntado, en su mayoría afincados en Malí y en Níger, señala, por su parte, el corresponsal en Bamako de la agencia France Presse, que cita fuentes de los servicios de seguridad de Malí.

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Asegura incluso que el régimen de Gadafi ha abierto una discreta "oficina de reclutamiento en un hotel" de esa ciudad perteneciente a una compañía libia. Otros puestos de alistamiento están situados en las áreas habitadas por los tuaregs.

Repartidos por el Sahel, esa franja de desierto que cruza África desde Sudán a Mauritania, los tuaregs, también llamados hombres azules a causa de sus ropajes, son 1,5 millones. La mayoría reside en el norte de Malí y de Níger, aunque también hay comunidades en Burkina Faso, Argelia y Libia.

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"Los tuaregs han sido, a veces, alentados a sumarse a la defensa de Gadafi por sus propios familiares en Libia, donde no se les considera extranjeros cualquiera que sea el lugar donde nacieron", señala Ben Sasi. Hay unos 70.000 tuaregs en Libia, sobre todo en el área meridional de Ghat.

Un buen puñado de ellos son militares fieles a Gadafi —en los años setenta la Legión Islámica de Gadafi enroló a 5.000 tuaregs— y entre ellos hay incluso un general con mando en el sur.

Este pueblo bereber ha protagonizado varias rebeliones en Malí y Níger entre 1990 y finales de la década pasada, y tiene experiencia en el manejo de las armas.

Sus gentes, a las que Gadafi nunca maltrató, son además paupérrimas. De ahí que los hombres jóvenes y maduros sean fáciles de reclutar a cambio de la promesa de sueldos fabulosos —no menos de 300 dólares al día— y de la entrega de armas modernas.

"Cada vez que tomo la palabra advierto lo que acabará sucediendo", afirma el exiliado Ben Sasi. "Cuando sea derrotado Gadafi muchos libios querrán ajustar cuentas con los subsaharianos, que son recién llegados a Libia, y con los tuaregs, que poseen hondas raíces", advierte.

En el norte de Malí el éxodo de combatientes también preocupa, pero por otras razones. "Todo esto me da miedo, porque algún día volverán con las armas y desestabilizarán todo el Sahel", vaticina Abdu Salam Ag Assalat, presidente de la asamblea regional de Kidal (Malí septentrional).

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