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La crisis hondureña se estanca

La OEA fracasa en sus primeras gestiones en Tegucigalpa - El Gobierno golpista celebrará elecciones en noviembre

La Organización de Estados Americanos (OEA) no había podido desde su sede en Washington avanzar en una solución a la crisis política que parece enquistarse en Honduras. Tampoco el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, ha logrado hasta ahora un avance concreto con la mediación que protagoniza respaldado por la comunidad internacional. La OEA decidió entonces enviar a Tegucigalpa a su secretario general, José Miguel Insulza, a la cabeza de una misión de cancilleres del continente y el resultado es el mismo. Nadie cede nada. Nadie concede nada.

El régimen golpista presidido por Roberto Micheletti atendió a la delegación de la OEA y aprovechó para repetir machaconamente el mensaje lanzado desde que expulsaron del país hace dos meses al presidente José Manuel Zelaya. "Va a haber elecciones, nos reconozcan los países del mundo o no", advirtió el presidente interino a Insulza en el cara a cara que sostuvieron el martes en Honduras.

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El retorno de Zelaya al poder es innegociable, las investigaciones por sus supuestos delitos contra la Constitución permanecen abiertas y los comicios presidenciales de noviembre se realizarán en paralelo a la vigencia de un Gobierno golpista.

El tiempo ya comienza a teñir de amarillo el papel sobre el cual el presidente de Costa Rica escribió el "Acuerdo de San José", su intento por lograr una solución equilibrada, pacífica y democrática.

El golpista Roberto Micheletti ha demostrado estar dispuesto a soportar la presión de las potencias de Occidente. Aunque no han tirado de todas las palancas, Estados Unidos y la Unión Europea han apretado las tuercas. El último paso se conoció ayer, cuando Washington anunció la suspensión de los visados regulares a los ciudadanos hondureños, una población que tiene muchos familiares viviendo en tierras estadounidenses.

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El depuesto Zelaya, mientras, continúa acumulando kilómetros de vuelo en el avión que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, puso a su disposición desde el primer día de derrocamiento. A la comunidad internacional en pleno no le ha quedado más que reconocer su condición de presidente elegido por la vía democrática hasta enero próximo, cuando debe asumir el poder quien gane las elecciones de noviembre. El continente, sin embargo, ha dado señales de cautela. Ya nadie habla del regreso incondicional de Zelaya, salvo sus socios integrados a la Alianza Bolivariana para América Latina (Alba), el proyecto que Chávez logró colocar en Honduras en 2008, contra una amplia oposición de sectores privados e institucionales. Ninguno de los poderes hondureños quiere el regreso de Zelaya. Ni la Iglesia.

Todo esto lo sabe Insulza, pero la diplomacia lo obliga a ser optimista. "Hay clima para buscar otros esfuerzos. No quiero sacar conclusiones; faltan algunas conversaciones por hacer", declaró el secretario general de la OEA ante el Consejo Permanente en Washington. Manifestaciones como ésa se oyen desde la primera semana de la crisis; cuando grupos populares gritaban en las calles y recibían golpes de la policía.

Ahora los manifestantes parecen descansar para retomar su presión a partir del 1 de septiembre, cuando comienza la campaña electoral.

Roberto Micheletti.
Roberto Micheletti.

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