La crisis del volcán acelera el plan de la UE para el Cielo Único Europeo

A la misma hora que los espacios aéreos de Irlanda y de parte de Escocia estaban cerrados ayer por una nueva amenaza de ceniza del volcán Eyjafjalla, los ministros de Transportes de la UE se alegraban de que hubiera un nuevo sistema de reacción más mesurado y racional en sustitución del que hace dos semanas obligó a cerrar drásticamente los cielos europeos. La crisis del volcán ha hecho que la Comisión y los Veintisiete aceleren el compromiso para la implantación del llamado Cielo Único Europeo.

"Si hubiésemos usado la misma metodología, estarían cerrados buena parte de los cielos europeos", reconoció Siim Kallas, comisario de Transportes, justo en el momento en que se confirmaba la apertura de todo el cielo europeo tras el cierre durante seis horas de los de Irlanda y parte de Reino Unido ante una nueva vaharada de ceniza volcánica islandesa. Como consecuencia de ese cierre, ayer se cancelaron 150 vuelos de los 28.000 previstos sobre Europa.

En su reunión de Bruselas, los ministros acordaron mantener los protocolos de actuación adoptados el pasado 19 de abril ante la amenaza del volcán, lo que supone pasar del cierre total del espacio al cierre sólo de la zona más afectada por la ceniza, al tiempo que se deja al criterio de las autoridades correspondientes la actuación en otras áreas.

Acuciados por las insuficiencias del actual sistema de gestión del tráfico en los cada vez más solicitados cielos continentales, los ministros aprobaron medidas con vistas a hacer que sea realidad el Cielo Único en su anunciada fecha del 1 de enero de 2012. El plan supone optimizar el aprovechamiento del espacio mediante nuevos sistemas de gestión y la reorganización de las áreas de responsabilidad, que pasarán de las 27 que controlan los países a nueve zonas plurinacionales.

Los ministros acordaron la creación inmediata de una célula coordinadora de crisis, en la que participarán la Comisión, Eurocontrol, los Gobiernos y representantes del sector aéreo "para poder reaccionar de inmediato" en caso de nueva alarma, según José Blanco, ministro de Transportes de España y presidente de turno del Consejo.

Los reunidos pasaron revista a los potenciales planes de ayuda a las aerolíneas en un clima de escepticismo. La Comisión mantiene que corresponde a las compañías aéreas solicitar las ayudas y a los Gobiernos concederlas, previa aprobación de Bruselas. En vista de las diferencias de opinión entre los Gobiernos, los ministros aceptaron que la Comisión "aclare los requisitos que deben cumplirse para conceder las ayudas", dijo Blanco.