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"Nunca desaproveches una buena crisis"

Nunca desaproveches una buena crisis". Con esa frase que juega con la paradoja y el optimismo Hillary Clinton provocó tímidas risas ante un semillero de eurócratas, politólogos y líderes en ciernes, todos entre 20 y 35 años, reunidos ayer en la sede bruselense de la Eurocámara para rendirse y aspirar ansiosamente a fondo, como sus mayores, el aire fresco que aporta la Administración de Barack Obama a la escena internacional. En día y medio de visita oficial a la capital de Europa (OTAN y la troika de instituciones comunitarias: Comisión, Parlamento y Consejo), la secretaria de Estado se ha movido como una estrella, firmando autógrafos, camisetas y libros, estrechando manos al paso como cualquier popularísima figura y recibiendo aplausos lo mismo de alevines de dirigentes que de dirigentes hechos y derechos.

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El llamamiento a sacar el máximo partido a una mala situación se lo atribuyó la secretaria de Estado al jefe de Gabinete de Obama, el maquiavélico (por buen nombre) Rahm Emmanuel, "amigo mío y de mi marido, que trabajó con Bill", según recordó ella en uno de los escasos momentos en que mostró algo personal durante su visita bruselense. Dotada de un intenso magnetismo, la secretaria de Estado apareció en todo momento con un control absoluto de la situación, dominio de las tablas, sonriente, fría, decidida y creíble. Lo que decía sonaba bien a oídos europeos, como cuando aludió a la falta de liderazgo de que adolece el mundo y cómo corresponde a Estados Unidos, siempre por delante, y a Europa colmar ese vacío.

Clinton halagó al joven auditorio con alusiones al milagro de la Unión Europea y sacó la frase de "nunca desaproveches una buena crisis" a propósito de cómo la lucha contra la crisis económica debe potenciar el recurso a nuevas tecnologías y a inversiones que sirvan también para combatir el cambio climático. Los jóvenes del auditorio se dejaron llevar por sus propias querencias (el homosexual moldavo, la nacionalista galesa, la española interesada por el terrorismo) sin que Clinton fuera original en sus respuestas. "No voy a interferir en los asuntos internos de los países europeos", respondió a la interesada en su opinión sobre la independencia que algunos reclaman en Gales, Escocia o Cataluña.

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