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El dilema de la guerra asimétrica

Andrea Rizzi

Más allá del debate acerca del gasto global militar, especialmente encendida en los últimos meses es la discusión en torno a cómo repartir ese gasto. Tradicionalmente, la inversión de las grandes potencias ha ido dirigida hacia armamento para guerras convencionales, es decir, para poder enfrentarse al ataque de otra potencia. Sin embargo, la historia reciente demuestra que las grandes potencias han tenido que desplegar sus fuerzas de manera casi exclusiva en los llamados conflictos asimétricos, en las batallas que no son libradas contra ejércitos convencionales. Muchos analistas creen que esta nueva realidad, y lo que se puede prever del futuro, debería inducir a los Gobiernos a cambiar sus prioridades de gasto. El propio secretario de Defensa de EE UU, Robert Gates, rompió una lanza a favor de ese cambio en un reciente escrito y, en ese sentido, la Administración de Obama anuló un pedido de aviones F-22 por un valor de 1.750 millones de dólares. La transición, sin embargo, es generalizadamente lenta, sobre todo por las resistencias de la industria de Defensa, que no quiere ver recortadas las lucrativas partidas destinadas a los grandes armamentos convencionales.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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