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Reportaje:

El divorcio mediático de Berlusconi

El primer ministro italiano se declara "indignado" y dice que su mujer siempre le ataca en campaña electoral, "cayendo en la trampa de la izquierda"

El inminente divorcio de Silvio Berlusconi y Veronica Lario entusiasma cada vez más a los italianos. El reality show que protagonizan el primer ministro más popular del momento (agrada al 73% de los italianos) y la discreta actriz que ha sido su pareja desde 1980 es con mucho el espacio más seguido. Ayer, la bronca que casi todos los matrimonios viven en situaciones así cabalgaba libremente por los periódicos y las televisiones.

Berlusconi acusa a su mujer de torpedearle siempre en campaña electoral, instigada por las maniobras de la izquierda, y le exige una disculpa pública por haber insinuado que mantiene relaciones con menores. Lario filtra al Corriere della Sera que ha intentado ayudar hasta el final a su marido, pero que éste ha superado "todos los límites", y lanza una carga de profundidad contra la incultura política y la sociedad del espectáculo creada por el berlusconismo.

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Verónica Lario envía sus reflexiones sobre la sociedad italiana desde las páginas del Corriere, en un texto firmado por su biógrafa y amiga Maria Latella, autora del libro Tendencia Verónica. "Es preciso mirar en el espejo a este país", dice Lario. "Un país en el que las madres ofrecen a sus hijas menores de edad a cambio de una notoriedad ilusoria. Un país en el que nadie quiere hacer sacrificios, porque la fama, el dinero y la suerte llegan desde la televisión, con el Gran Hermano. ¿Qué futuro espera a un país así?".

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Berlusconi contraataca con dureza en sendas entrevistas concedidas a los directores de Il Corriere de la Sera y La Stampa. En ellas, se muestra tan furioso con su mujer como con los mensajeros que han dado su versión, y define la situación creada como un "crimen mediático".

"Habéis dado mucho espacio a una historia privada y llena de falsedades", le dice a Mario Calabresi, de La Stampa. "Habéis dado la palabra a la señora, la habéis amplificado sin contrastarla y ni siquiera he tenido la posibilidad de explicarme".

A Ferrucio de Bortoli, director del Corriere, le comenta que su mujer ha pedido el divorcio empujada por una mano negra, que él conoce. "Veronica ha caído en una trampa. Yo sé quién le aconseja. O mejor, la instiga. El divorcio podría haberlo pedido yo. La verdad se conocerá, quédese tranquilo", amenaza.

A su juicio, se trata de una maniobra para ponerle en dificultad y exponerle al ridículo, "justo en el momento en que mi popularidad está al máximo nivel". De Bortoli augura una reconciliación, Berlusconi no la cree posible. "No sé si la quiero esta vez. Verónica debe pedirme excusas públicamente", dice. "Y no sé si eso bastará. Es la tercera vez que en campaña electoral me hace una broma de este tipo. Es de verdad demasiado".

Acusaciones

La broma es solo relativa, Lario le ha acusado seriamente de "frecuentar a menores". El primer ministro lo niega en redondo ("¿acaso se creen que estoy loco?'), y dice que la frase es digna de "una querella por difamación", pero agrega que es "mejor dejarlo estar".

¿Y por qué Noemi Letizia, la muchacha de Casoria (Nápoles) a cuya fiesta de 18º cumpleaños asistió Berlusconi, le llama "papi"?, le pregunta De Bortoli al magnate milanés. "Es solo una broma, me querían llamar 'abuelo', y mejor que me llamen 'papi', ¿no cree?".

"La historia de la fiesta ha sido escrita de forma distorsionada y mi mujer ha caído en la trampa como una ingenua", añade el primer ministro. Pero la palabra "menores" hace imposible la reconciliación. "Yo frecuentaría, según la señora, a chicas de 17 años. Es una cosa que no puedo tolerar. Soy amigo del padre. Lo juro. La cosa me parecía tan límpida y clara que pensaba que sería imposible construir ese castillo de mentiras".

Lario replica que la historia de Noemí revela una "falta de respeto personal" que refleja además un problema general: "Italia se ha perdido el respeto a sí misma", dice.

Berlusconi niega que su partido tuviera aprobado un elenco de misses y actrices ('veline') para las listas de las elecciones europeas. "La historia de las 'veline' es otra maquinación, una polémica edificada sobre la nada", aunque reconoce que "nos ha obligado a quitar a tres mujeres de las listas".

Abogados

Entretanto, los abogados de ambas partes están movilizados. "Seremos durísimos", anuncia Berlusconi. Lario recuerda que lo último que quiere es hacer daño a su marido, y piensa que el divorcio no le creará ningún problema político, al revés, quizá así, medita, acabarán los comentarios de que está siendo manipulada por la izquierda.

Su biógrafa, Latella, explica que, separándose, Lario renunciará al 25% del patrimonio que le correspondería, de seguir siendo su mujer, a la muerte del marido.

El jefe de la oposición, Dario Franceschini, ha declarado que achacar el divorcio a un complot de la izquierda revela que el primer ministro italiano es "patético".

Desde Padania, Umberto Bossi, líder de la Liga del Norte y socio de Berlusconi, tercia en la polémica y comenta cáustico: "A las mujeres y los hijos conviene siempre tenerlos contentos. Por eso yo no ando por ahí con las 'veline'".

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y su esposa, Veronica Lario, en una fotografía de archivo en Roma.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y su esposa, Veronica Lario, en una fotografía de archivo en Roma.EFE

Sobre la palabra 'veline'

La palabra veline procede de la época fascista italiana. Velina, en singular, se llamaba a la nota que enviaba la censura a los periodistas señalando las cosas que se podían o no escribir. Era, por decirlo así, una intervención fuera de texto y de contexto. Por analogía, cuando las azafatas de un programa televisivo aparecían fuera de contexto, por ejemplo cuando los presentadores estaban dando las noticias, se les empezó a llamar veline. Hoy, la palabra se ha convertido en el símbolo de la regresión cultural italiana.

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