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El futuro de la UE

Más dureza con la inmigración

Andreu Missé

El Consejo aprobó ayer formalmente el Pacto por la Emigración y el Asilo, que constituye una de las prioridades de la presidencia francesa. El pacto, que fue aprobado por unanimidad, según recordó ayer el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, consagra el principio de la emigración escogida. Es decir, organizar la inmigración legal teniendo en cuenta prioridades, necesidades y capacidades de recepción determinadas por cada Estado miembro y favorecer la integración.

El pacto contiene otros objetivos, como la lucha contra la inmigración irregular, garantizando el retorno a su país de origen o a un país de tránsito de los extranjeros en situación irregular (unos 8 millones en la UE), reforzar los controles fronterizos, construir una Europa del Asilo y crear una colaboración global con los países de origen y tránsito que favorezca sinergias entre migración y desarrollo.

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El pacto ha sido muy criticado por los defensores de los derechos humanos por sus aspectos represivos, por la idea de la inmigración escogida y por no constituir una política común, sino varios compromisos comunes.

Sergio Carrera y Elspeth Guild, investigadores del Centre For European Policy Studies, sostienen que "el pacto está lejos de ser una iniciativa dotada de una verdadera naturaleza europea". En su opinión, está orientado por "los principios del nacionalismo y el intergubernamentalismo", que a su juicio tienen difícil justificación con el desarrollo de una política europea sobre inmigración, fronteras y asilo.

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