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Los talibanes pactan un alto el fuego en la provincia del despliegue español

Londres defiende la reintegración de los insurgentes en la sociedad afgana

Elsa Granda

El Gobierno afgano parece haber encontrado un resquicio para salvar las elecciones presidenciales del próximo 20 de agosto. La violencia de la insurgencia y de los talibanes, que habían anunciado unos comicios sangrientos, están siendo contestadas con terribles embates de las tropas británicas y estadounidenses, que libran los más encarnizados choques al sur del país. El resquicio por el que el presidente Hamid Karzai, en plena campaña electoral, acaba de tomar un poco de aliento es Badghis, una de las 34 provincias del país asiático, y la región que está bajo responsabilidad de las tropas españolas. Y el oxígeno llega gracias a un alto el fuego durante el periodo que se prolonguen las votaciones de los afganos.

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No es una noticia más. El presidente del país centroasiático pretende que este acuerdo entre el régimen talibán y Kabul sea un modelo para otras provincias en las que los talibanes persiguen con su violencia atemorizar a la población para que no acuda a las urnas, hostigar a los candidatos, seguir causando bajas en las tropas de la OTAN y mantener el control del territorio y de los criminales negocios de la droga y la delincuencia. Casualidad o premeditación. Horas antes de darse a conocer este acuerdo, que fue firmado el sábado y que se ha sellado con la condición de que el Gobierno no atacará a los talibanes de ese territorio a cambio de que ellos permitan trabajar a la comisión electoral realizar su trabajo, sobrevolaba el ocre y rocoso territorio afgano un Airbús de la Fuerza Aérea Española.

A bordo, la ministra de Defensa, Carme Chacón, que emprendía su cuarto viaje a Afganistán, acompañada del Jefe del Estado Mayor del Ejército (Jemad), José Julio Rodríguez. Ya a bordo, los periodistas, que ni siquiera conocían el destino y la ruta que se seguiría hasta llegar a las cinco y media de la tarde a la capital, Kabul, fueron informados del encuentro previsto con Karzai. Sólo tras esa reunión y ya bien avanzada la tarde la ministra confirmó lo que la delegación española había llamado "sorpresas". Chacón señaló visiblemente satisfecha: "Tengo una buena noticia que daros... trabajamos con la máxima cautela, precaución y alerta, pero como imaginarán es una buena noticia para las tropas españolas, para la cooperación española y todos los países que creemos que los afganos ganarán si pueden votar en condiciones de seguridad".

Ese alto el fuego se reveló frágil apenas dos horas después de haber nacido, ya que según la agencia Reuters volvieron a surgir los enfrentamientos. El ministerio del Interior afgano señaló que los talibanes emboscaron a varios policías. Murieron dos talibanes y dos agentes resultaron heridos. "Aquí no hay ningún alto el fuego en ninguna parte de Afganistán", señalaron los talibanes.

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En Gran Bretaña comienzan a alzarse las voces que piden una salida distinta a la violencia en Afganistán y barajan la opción de ofrecer más ayudas económicas. Ayer, la del propio titular de Exteriores, David Miliband. Mientras, en Bruselas y ante los embajadores y altos mandos militares aliados, el ministro de Exteriores británico, David Miliband, defendió también la necesidad de hacer frente a los desafíos políticos de los que depende el futuro de Afganistán, el primero de los cuales es reintegrar a los insurgentes en la sociedad, informa Ricardo Martínez de Rituerto. Parar ello hay que hacer antes la distinción entre el núcleo duro, imposible de recuperar, y los movilizados en circunstancias susceptibles de ser reconducidos a una vida convencional. En el mes más sangriento para las tropas británicas destacadas en Afganistán, ayer murieron otros dos soldados, lo que eleva a 22 las bajas británicas en julio.

Todo ello, después de que éste se haya convertido en el mes más terrible de bajas británicas en el país asiático. Tanto EE UU como Gran Bretaña comienzan a reconocer que ése puede ser el camino, en el peor año de la misión de ambos países desde la invasión de 2001. Se trata de potenciar la "afganización" que lleva ya mucho tiempo en boca de la ministra Chacón: trasladar gradualmente la responsabilidad de la seguridad en el país al Ejército afgano.

El acuerdo en la provincia de Badghis durante el periodo electoral, que tendrá una segunda vuelta en otoño si ninguno de los tres principales candidatos obtienen el 50% de los votos, es doblemente bueno porque da un respiro a las tropas españolas destacadas en Herat y en Qal-i-Naw, donde desarrollan su trabajo 778 efectivos a los que se acaba de sumar un batallón de apoyo a las elecciones de 450 militares. Los soldados españoles no controlan tres de los siete distritos del territorio y han llegado a repeler o evitar hasta dos violentas en distintos puntos de la provincia en un solo día. Además, el acuerdo de alto el fuego permite alejar momentáneamente una nada grata obligación, de la que habló ayer la ministra de Defensa: "Si el Ejército solicita más tropas acudiré al Parlamento para pedir refuerzos para proteger al contingente y a los cooperantes".

En octubre, España tendrá una nueva base en Qal-i-Naw que doblará el tamaño y la capacidad de la actual, y también aumentará el contingente con 40 guardias civiles, 12 instructores y 70 efectivos. Estos últimos se harán cargo durante siete meses de la gestión y la protección del espacio aéreo del Aeropuerto Internacional de Kabul, donde cada día operan unos 300 vuelos. Ayer, junto a una de las pequeñas pistas donde aterrizó el Airbús de la ministra de Defensa -que hoy continúa en suelo afgano-, el teniente Villar que prepara el desembarco de sus compañeros explicaba algo que resume muy bien qué ocurre en Afganistán a diario. Junto a las banderas de todos los países que participan en la misión internacional en Afganistán señalaba: "Cuando hay alguna baja en las tropas de los países de ISAF, las banderas ondean a media asta durante 24 horas, desgraciadamente, hace tiempo que es extraño verlas arriba".

Soldados británicos salen de la base de Malgir, en la provincia afgana de Helmand.
Soldados británicos salen de la base de Malgir, en la provincia afgana de Helmand.REUTERS

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