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Reportaje:

Bono antideserción en Bolivia

El Gobierno de Morales entregará 20 euros al año a los escolares con fondos de la nacionalización

Evo Morales, rodeado de niños, tras aprobar el decreto para un bono anual de 20 euros para los escolares.
Evo Morales, rodeado de niños, tras aprobar el decreto para un bono anual de 20 euros para los escolares.EFE

Sus ganas de estudiar han vuelto con fuerza. Roberto, un limpiabotas de diez años, está seguro de que el pago de 20 euros al año a los escolares, que el Gobierno boliviano ha aprobado tras un decreto, le permitirá ayudar a pagar la deuda de su madre y volver al quinto curso de primaria que dejó hace ya un año. El dinero para los bonos provendrá de la nacionalización de los hidrocarburos.

El presidente, Evo Morales, dispuso del denominado bono Juancito Pinto, en homenaje a un niño héroe de la Guerra del Pacífico de 1879 que Bolivia perdió contra Chile, para que cerca de 1.200.000 escolares puedan concluir el ciclo escolar y así lograr el control de las altas tasas de deserción y absentismo que caracterizan al sistema educativo.

Este pago del bono, a nivel nacional y que será repartido por las Fuerzas Armadas, amplía la experiencia del llamado bono esperanza de cinco euros que el ahora prefecto (gobernador) de La Paz, José Luís Paredes, lanzó como alcalde en la ciudad dormitorio de El Alto para animar a todas las madres a enviar a los niños a la escuela, donde también recibían un desayuno escolar. El programa, desplegado en la ciudad más pobre y más conflictiva del país, dio resultados alentadores.

El bono de 20 euros al año va a significar al Estado un coste de 24 millones de euros que provendrán del pago de un mes de impuestos por parte de las empresas petroleras. El ministro de Hacienda, Luís Arce, admitió en declaraciones públicas que esta iniciativa puede contribuir a la ejecución de importantes proyectos de los que está necesitado el país, el de menor crecimiento en la región, y que es un valioso medio para mejorar el ingreso familiar.

Arce dijo que este aporte contra la deserción escolar va a tener un impacto importante en la lucha contra la pobreza, que es uno de los principales factores para el abandono de los estudios. De hecho, el 45,9% del abandono escolar está motivado por problemas económicos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas.

Como Roberto el limpiabotas, muchos niños y niñas se ven obligados a dejar la escuela para buscar trabajo y ayudar a mantener a la familia, generalmente monoparental. Un 60% de las familias bolivianas viven en el umbral de la pobreza y en la pobreza extrema.

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La incidencia del absentismo y la deserción escolar afectan más a los escolares del área rural, de acuerdo a un informe sobre la situación educativa del Centro Boliviano de Investigación de la Educación. La tasa de asistencia escolar máxima se produce entre los ocho y nueve años de edad, con el 97% en el área urbana y el 93% en el área rural. El absentismo y la deserción se registran con mayor intensidad a partir de los 12 años y a los 17, cuando se espera que concluyan el ciclo secundario. Solamente un 67% acaba el bachillerato en el área urbana; en el área rural lo concluye el 43%. Casi seis de cada diez estudiantes del área rural dejan los estudios por el trabajo en el campo o para emigrar a la ciudad.

Las mayores tasas de abandono se dan entre las mujeres, que son discriminadas por los padres, que privilegian la educación de los hijos varones en las comunidades indígenas.

Es el caso de Ema, que cuida los jardines de la Plaza Avaroa de La Paz. Apenas aprendió a leer cuando sus padres decidieron que sus hermanos varones tenían que ir a la escuela y ella debía ayudar a la madre en casa y en las tareas agrícolas en las terrazas andinas de los Yungas. Ema, que aceptó resignada la discriminación paternal por género, asegura que su hijo de 15 años estudia y que ella está aprendiendo con él.

Severo, de 10 años, recorre las calles de la ciudad vendiendo golosinas cuando empieza a caer la tarde. Dice que tiene que trabajar para ayudar en su casa y a sus hermanos menores, pero no quiere dejar la escuela. Está en cuarto de primaria y quiere llegar a la universidad, aunque no sabe aún qué le gustaría ser de mayor. Su amigo, al que llama Monchito, apenas cursó primero y no volvió, pues su familia no tiene dinero para comprar los cuadernos. Ahora que sabe que habrá un bono con el que podrá comprar material escolar, quiere volver. Y parece que se le harán largos los días hasta que empiece el nuevo curso, ya que el actual está a punto de finalizar en cuatro o cinco semanas, cuando el Gobierno espera cumplir con el primer pago del bono contra la deserción.

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