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Un español acusa a la policía y fiscalía de Rusia de forzarle a testificar en falso contra Jodorkovski

Antonio Valdés-García, de 38 años, con doble nacionalidad española y rusa, acusa a representantes del Estado ruso de presionarle, golpearle y torturarle

Pilar Bonet

Antonio Valdés-García, de 38 años, con doble nacionalidad española y rusa, ha pasado de ser un posible y valioso testigo del Kremlin contra Mijaíl Jodorkovski a reforzar las filas del ex presidente de Yukos caído en desgracia. Desde Madrid, donde está tras haberse fugado misteriosamente de la policía y los tribunales de Moscú, Valdés-García ha acusado a representantes del Estado ruso de presionarle, golpearle y torturarle con el fin de obligarle a testimoniar en falso contra el magnate petrolero.

Estas acusaciones, enviadas a la Fiscalía de Rusia por correo certificado el 7 de abril, han sido leídas este jueves por Vladímir Krasnov, abogado de Jodorkovski, en una de las sesiones del proceso actualmente en curso contra este magnate y su socio Platón Lébedev. Estos ejecutivos, condenados a penas de cárcel en 2005, han rechazado como "incomprensibles" los delitos que se les imputan ahora.

Nacido en Moscú como hijo de un niño de la Guerra Civil española, Valdés-García dirigió Fargoil, una sociedad de comercio afiliada a Yukos y domiciliada en Mordovia -paraíso fiscal creado en época de Boris Yeltsin y abolido por Vladímir Putin-. La Fiscalía le considera sospechoso de participar en esquemas para sustraer las ganancias de la petrolera.

En su misiva de siete páginas, Valdés-García acusa a Víctor Kozlovski, un funcionario del Ministerio del Interior, y a varios fiscales de instrucción de haberle sometido a violencia física, psíquica y de haberle amenazado con el fin de arrancarle un falso testimonio en el verano de 2005. Valdés-García abandonó Rusia hacia Madrid en 2003, año en el que comenzó la campaña de acoso y derribo contra Yukos culminada con la detención de sus dirigentes. Sin embargo, según cuenta, desde España mantuvo conversaciones telefónicas con representantes rusos, quienes le aseguraron que se convertiría de acusado en testigo, si volvía y respondía a las preguntas de los fiscales.

"Tras largas negociaciones", Valdés-García regresó de forma voluntaria a Rusia en junio de 2005 para "restablecer su buen nombre y reputación". Pero al volver, según cuenta, tres fiscales de instrucción "ejercieron presión sobre mí con el fin de obligarme a reconocer mi culpa en el robo de dinero".

"Me engañaron", sentencia. "En realidad resultó que la investigación solo quería que reconociera la culpa". Valdés-García fue puesto bajo la "protección del Estado", una forma de custodia de testigos que prácticamente se convirtió en un régimen de prisión en la región de Moscú. "Toda la jornada estaba bajo control de escoltas armados y estaba casi totalmente privado de libertad de movimientos", dice, y denuncia "presiones psicológicas sistemáticas" y "amenazas directas" por parte de funcionarios de la fiscalía y el Ministerio del Interior.

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"Era evidente que los órganos de instrucción solo querían utilizarme contra los dirigentes de la compañía Yukos", señala. A principios de agosto el "comportamiento agresivo" de Kozlovski le causó "verdadero miedo". Según cuenta, Kozlovski "se enfureció" y le gritó que "era una bestia desagradecida". Entonces, asegura, perdió el conocimiento a consecuencia de un "fuerte golpe en el rostro"."A causa de los gravísimos traumas cerebrales me resulta muy difícil establecer las circunstancias de las palizas y torturas", escribe. Entre los síntomas que presentaba estaba conmoción cerebral, mandíbulas y huesos rotos, golpes, heridas y pérdidas de varios dientes". El 19 de agosto de 2005, Valdés-García dice haber intentado renunciar por escrito a la "protección del Estado", ya que temía "que de nuevo me sometieran a torturas o simplemente me mataran".

Kozlovski le propuso "declarar por escrito que me había producido los traumas por casualidad al caerme de una ventana". Valdés-García admite haber firmado el documento propuesto, por no tener "otra salida". "Por miedo por mi vida no declaré en público sobre las coacciones para dar testimonio ni sobre las torturas", explica. Ayer el fiscal Valeri Lajtin consideró improcedente que los abogados de Jodorkovski citaran a Valdés-García el juicio y manifestó que éste se había causado a si mismos los traumas en "estado etílico", y que hay orden de búsqueda y captura contra él.

En diciembre de 2006 el fiscal pidió de 11 a 12 años de reclusión severa para Valdés-García y éste logró escapar el 2 de enero de 2007, según contó la prensa rusa, burlando la escolta de dos policías pese a desplazarse con ayuda de muletas. Valdés-García no revela las circunstancias de su fuga, para la que podría haber recibido ayuda de su hermano -con doble ciudadanía como él- y eventualmente un pasaporte español falso. Ninguna de estas dos hipótesis ha sido confirmada.

Pensaba que "me dejarían en paz", señala. "Intentaba olvidar como si fuera una pesadilla todo lo que me había sucedido en Rusia". Pero en enero de 2009, comenzó un proceso contra él en su ausencia. "Las personas que presionaron y me sometieron a torturas, no desean olvidar mi existencia", señala y se declara dispuesto a testimoniar en España ante representantes de las autoridades rusas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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