_
_
_
_
_

La extrema derecha se convierte en árbitro del nuevo Gobierno holandés

Democristianos y liberales pactan con el partido xenófobo de Geert Wilders

Isabel Ferrer

La ultraderecha en Holanda desempeñará un papel crucial en el nuevo Gobierno. Después de más de tres meses de negociaciones, el liberal Mark Rutte, futuro primer ministro, y el democristiano Maxime Verhagen, su posible viceprimer ministro, anunciaron el pasado martes por la noche su alianza: ambos partidos acuerdan gobernar en minoría pero contarán con los diputados de la ultraderecha para determinados temas, según un pacto que aún no se ha hecho público. La alianza se asegura así los 76 escaños necesarios para alcanzar la mayoría en una Cámara de 150.

La fortaleza del nuevo Gobierno de centro-derecha dependerá del peso de la ultraderecha de Geert Wilders, el líder antimusulmán, y los efectos que tengan sus decisiones en un país conocido hasta ahora por su tolerancia.

"Es un día fantástico. La izquierda no gobernará", dijo el líder antimusulmán

Ayer, el trío se presentó como un frente unido, jovial y dinámico. Una imagen compacta que, sin embargo, puede empezar a agrietarse a partir del lunes.

Ese día, el político xenófobo responderá ante la justicia de los cargos de discriminación e incitación al odio. Wilders apela a la libertad de expresión para criticar el islam y sostiene que el juicio en su contra es un escándalo.

La democracia cristiana no oculta sus dudas ante la personalidad del dirigente ultraconservador y teme "perder el alma". Por eso Rutte se ha apresurado a calmar los ánimos. "Esta coalición nos ayudará a salir de la crisis. La impronta de la democristiana permanece intacta", aseguró ayer. El próximo sábado se sabrá si lleva razón. El congreso democristiano debatirá entonces los detalles del acuerdo logrado.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El camino recorrido por el nuevo dúo gobernante y su sostén ultra ha sido lento y complejo. Los liberales de derecha ganaron las elecciones legislativas de junio pasado con 31 escaños. La democracia cristiana, hundida, se quedó en 21. El partido de ultraderecha, con 24 diputados, se convirtió en la tercera fuerza nacional y Wilders no ha desaprovechado su cita con el poder. "Es un día fantástico. La izquierda no gobernará y por fin podremos poner manos a la obra en Holanda", fue lo único que dijo ayer el político que no detalló los detalles de su pacto.

Los tres partidos están de acuerdo en recortar el monto de la ayuda al desarrollo (de 0,8% a 0,7%), un tema tabú hasta la fecha. También levantarán la prohibición de fumar en los locales pequeños.

Pero lo que de verdad preocupa a la oposición es la cuantía del ahorro en las políticas de inmigración e integración. ¿Hasta dónde llegará el veto a la reunificación familiar? ¿Qué leyes de asilo serán retocadas y cómo se vigilará la validez de los permisos de residencia? Ahí es donde el partido de Wilders puede tener mayor influencia. Sobre el ahorro nacional para contener la crisis financiera hay menos dudas. Holanda prevé recortar el presupuesto en 18.000 millones de euros en los próximos cuatro años.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_