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La filtración de WikiLeaks no eclipsa la campaña electoral

La ONU dice que EE UU tiene la obligación moral y legal de investigar los casos creíbles de complicidad de soldados estadounidenses en torturas

A poco más de una semana de las elecciones del próximo 2 noviembre que tienen en vilo al Partido Demócrata, la filtración de casi 400.000 documentos secretos del Pentágono por la web WikiLeaks ha robado parte de protagonismo a la política, aunque no ha conseguido eclipsarla. Los principales diarios de EE UU abren hoy sus ediciones en papel y en Internet con la noticia y dedican amplios espacios para desentrañar el significado y las consecuencias de lo sucedido. Pero la presencia del presidente Barack Obama en Estados importantes que pueden decidir el futuro del Congreso se impone a la noticia escenificada en Londres por su protagonista, Julian Assange. La liga de béisbol -en semifinales y con los Yankees eliminados el viernes- y la temporada de fútbol -americano- no cedieron ni un minuto de sus espacios televisivos para especiales sobre la filtración.

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El relator especial de la ONU sobre la tortura, Manfred Nowak, instó hoy a Obama a abrir una investigación. Nowak afirmó que Estados Unidos tiene la obligación moral y legal de investigar los casos creíbles de complicidad de soldados estadounidenses en torturas . El relator de la ONU insistió en que, de ser auténticos, los documentos reflejan claras violaciones de la Convención de Naciones Unidas contra la tortura. "Según la convención, existe la obligación por parte de los Estados de criminalizar cualquier forma de tortura (...) y por supuesto la de investigar cualquier caso, llevar a los culpables ante la justicia y también ofrecer a las víctimas el derecho a una adecuada compensación", dijo a la BBC.

Tras la reconvención, no ha habido ninguna respuesta desde Washington. Reacciones oficiales a la filtración hubo pocas y todas anteriores a la salida a la luz de los documentos. El Pentágono, temeroso de lo que podría revelarse, empleó a mas de cien expertos en los últimos días para intentar averiguar por dónde podrían ir las informaciones y prepararse para una tormenta de críticas. Su única posición ha sido la de condenar la filtración y poner de manifiesto que actuaciones como estas ponen en peligro la vida de los soldados estadounidenses que luchan en el extranjero y de los aliados que apoyan a Estados Unidos.

Para el Departamento de Defensa, la violación de su seguridad sólo puede llevar a asesinatos. "Deploramos la actuación de WikiLeaks que anima a que se rompa la ley, se filtren documentos clasificados y luego caballerosamente ellos compartan la información con el mundo, incluidos nuestros enemigos".

El Departamento de Estado se manifestó en la misma línea. "Tengo la firme convicción de que debemos condenar en los términos más claros posibles la difusión de cualquier información, por parte de individuos u organizaciones, que ponga en peligro la vida de los soldados o civiles de Estados Unidos y de sus aliados", declaró Hillary Clinton.

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Washington se ve atrapado en dos frentes. Por un lado, su propia responsabilidad por los abusos y muertes cometidas. Por otro, la filtración de WikiLeaks pone de manifiesto la fragilidad del Estado iraquí, plagado de tensiones sectarias inflamadas desde países vecinos como Irán. La fotografía que se desprende, y que no es nada halagüeña para la Casa Blanca, es la de un país que podría estallar en pedazos una vez que EE UU abandone por completo la zona.

Los documentos hechos públicos cubren el periodo entre 2004 y 2009 y hacen más patente que nunca las dificultades de Irak de convertirse en un país independiente y unificado, a pesar de la drástica reducción de la violencia. Para muchos, los documentos probarán la necesidad de que EE UU mantenga una presencia militar en el país. Para muchos otros, serán la puebra definitiva de que la intervención armada en Irak ha supuesto una gran tragedia humana.

El fundador de Wikileaks, Julian Assange (izquierda), durante la rueda de prensa en Londres.
El fundador de Wikileaks, Julian Assange (izquierda), durante la rueda de prensa en Londres.EFE
Tiene en jaque al Pentágono. No para de sacar a la luz papeles comprometedores para el Ejército norteamericano. Julian Assange es el guardián de los grandes secretos, el nuevo adalid del periodismo combativo. Wikileaks, el portal que dirige, se ha convertido en el espacio de las grandes filtraciones, en el lugar donde se derriban las verdades oficiales. Los papeles de Afganistán, que mostraban la cara sucia de la guerra en aquel país, y el video de la matanza de doce civiles en Bagdad son sus dos mayores bombazos informativos hasta la fecha. El Pentágono tiene un equipo de 120 personas trabajando para frenar los efectos de sus filtraciones. En Suecia, país que le acaba de denegar el permiso de residencia, le están investigando por dos denuncias de acoso sexual.Vídeo: JOSEBA ELOLA

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