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"La gente pasa literalmente hambre estos días"

El bloqueo con el que Israel pretende asfixiar al movimiento islamista de Hamás, desde que se hiciera con el control de la franja de Gaza en junio de 2007, ha provocado un deterioro de la situación que las agencias humanitarias no se cansan de denunciar. Sus llamadas de auxilio han surtido de momento poco efecto. Al contrario, el endurecimiento del bloqueo en los últimos días, desde que la tregua empezó a agonizar no ha hecho más que agravar la situación. Tan extrema es la situación y tan sellados están los pasos fronterizos, que el jueves pasado, Naciones Unidas tuvo que dejar de distribuir alimentos a los 750.000 refugiados de Gaza que viven de la ayuda humanitaria porque sus almacenes se quedaron sin harina.

A las panaderías de la franja también se les han acabado las reservas y han tenido que echar el cierre. Sólo la economía del túnel, la de los que conectan con Egipto y que permiten el contrabando de bienes, alivia en parte la escasez, pero son muy pocos -en un territorio con el 51% de la población por debajo del umbral de la pobreza-, los que pueden acceder a estos productos sometidos a una hiperinflación.

"La gente estos días pasa literalmente hambre", asegura Sami Mshasha, portavoz del programa de Naciones Unidas para los refugiados (UNRWA) en Jerusalén. Además de dejar de repartir comida, su organización ha dejado de emplear a necesitados y de pagar subsidios a los 100.000 "pobres entre los pobres", porque los israelíes ya tampoco permiten la entrada de dinero en metálico en la franja.

"Esto es un castigo colectivo; una crisis construida por el hombre que hace que los pacientes mueran en los hospitales porque no hay medicamentos ni repuestos para las máquinas. Es una prisión que encierra a millón y medio de rehenes", se desespera Mshasha.

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