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Entrevista:Bachar el Asad | Presidente de Siria | ENTREVISTA CON EL PRESIDENTE SIRIO

"La guerra de Irak ha desatado un odio en el que encuentra eco el terrorismo"

Irak al este e Israel al oeste. El país que Bachar el Asad heredó hace cuatro años de su padre, Hafez el Asad, se halla en una encrucijada geoestratégica que convierte su Gobierno en un ejercicio de malabarismo político. "Enseña mucho", reconoce con flema el presidente sirio sin minimizar la dificultad. Contra los agoreros que señalaban su falta de preparación para la tarea, este oftalmólogo de 38 años, educación británica y modales exquisitos, ha logrado hasta el momento sortear los obstáculos y hacer frente a la amenaza del extremismo islamista, de un lado, y a las presiones de Estados Unidos, de otro.

"Nuestra posición se mantiene invariable en contra del terrorismo", insiste. Y, sin embargo, Washington sigue incluyendo a Siria en la lista de Estados que lo apadrinan. Incluso algún alto funcionario del Departamento de Estado se ha referido a su país como "aspirante al eje del mal". ¿El problema?: su actitud ante Israel. "¿Por qué no le piden a Israel el desmantelamiento de sus armas nucleares?", pregunta, convencido del doble rasero norteamericano. Para el presidente Bachar, la lucha de los palestinos contra la ocupación israelí, como la de los iraquíes contra las tropas norteamericanas, es resistencia y no terrorismo. "No vayan a creer que cuando una persona afronta la muerte, lo hace porque se lo pide una organización", asegura, en relación a los ataques suicidas.

"Existe un diálogo entre instituciones sirias y estadounidenses en materia de lucha contra el terrorismo"
"¿La misión de unas tropas árabes o musulmanas en Irak será morir en lugar de las de Estados Unidos o ayudarles a reducir gastos? La respuesta está clara"
"Estados Unidos se ha convertido por primera vez en una fuente de inestabilidad"
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Esa postura de firmeza le ha granjeado simpatías no sólo dentro de Siria, sino también en el resto del mundo árabe e islámico. En el debe, ha defraudado las expectativas de democratización de muchos de sus ciudadanos. Las reformas, admite, "no sólo van despacio, sino que a veces van marcha atrás". Pero, una vez más, busca coartada en la situación regional, agravada por la ocupación estadounidense de Irak. "Nuestros problemas cotidianos relegan a un segundo plano esas reformas. La prioridad ahora es la seguridad", explica, recordando el inusual atentado que se produjo en Damasco hace dos semanas.

Aunque el lunes por la mañana, cuando recibió a EL PAÍS en su despacho privado, una fuerte calima impedía ver las cumbres del Golán, el control israelí de esta parte de Siria planeó durante toda la entrevista. "¿Acaso esa democracia consiste en mantener una parte de nuestro territorio bajo ocupación?", respondió, cuando se le pidió opinión sobre el proyecto estadounidense para democratizar Oriente Próximo. Por lo demás, el presidente Bachar se mostró distendido, incluso bromeó en alguna ocasión, y aunque respondió en árabe a la entrevista, realizada sin cuestionario previo, no dudó en recurrir al inglés cuando tuvo la impresión de que la traducción podía no ser del todo fiel a sus palabras. También aceptó de buen grado la intervención de Buzaina Shaabán, oficialmente la ministra para Asuntos de la Emigración, pero en realidad su principal consejera en relaciones exteriores y el eje central en su intento por mejorar la imagen internacional de Siria.

Pregunta. Cuando solicitamos esta entrevista hace un año, EE UU acababa de invadir Irak y había rumores de que la invasión podría extenderse a Siria e Irán. Realmente, ¿existió ese riesgo?

Respuesta. No hubo indicios de que fuera a producirse. Lo más grave es que nos enfrentamos a un antecedente peligroso. Se ha recuperado el instrumento de la invasión y la ocupación al estilo colonial del siglo pasado, y esto nos preocupa en tanto que nación pequeña.

P. ¿Cuál es el momento actual de sus relaciones con Estados Unidos?

R. En la Administración norteamericana existen en la actualidad varias corrientes, no una sola. Hay una corriente que quiere cooperar con Siria a través del diálogo y de la reciprocidad, y otra que no quiere este contacto, que busca las presiones y quizás la guerra. Por otra parte, existe un diálogo entre instituciones sirias y estadounidenses, sobre todo en el asunto de la lucha contra el terrorismo. Ésta es una visión de las relaciones. Quizás si plantean el asunto a otras personas, tendrán otras perspectivas y algunas dirán que son negativas. Es una relación fluctuante.

P. ¿De qué forma afecta la ocupación de Irak a los países vecinos, y en particular a Siria?

R. En todos los aspectos. En primer lugar, moralmente. Todos nos oponemos a la ocupación. En segundo, nosotros, como nación pequeña, mirábamos a Estados Unidos como un país que favorecía la estabilidad, a pesar de nuestras diferencias sobre ciertos problemas. Por primera vez, Estados Unidos se ha convertido en una fuente de inestabilidad y no de estabilidad. Está también el aspecto económico. Los inversores huyen de las guerras y de las situaciones inestables; por lo tanto, la inversión ha disminuido. En lo social, la interacción entre las tribus y las familias se ha vuelto muy tensa. Ahora vamos a ver los efectos sobre la seguridad. En Irak hay caos y descontrol, hay contrabando de armas hacia Siria; también un aumento del extremismo y un sentimiento de odio hacia Estados Unidos que no existía con anterioridad.

P. ¿Cree que al final de este proceso Irak conseguirá salvar su integridad territorial?

R. Ésa es la prioridad para Irak, para Siria, para todos los países vecinos, y considero que también para los demás países del mundo, porque si no se respeta la integridad territorial de Irak sentaría un precedente que se convertiría en el eslabón de una larga cadena que podría llegar hasta el centro de Asia y extenderse a Europa y al resto del mundo. Hay dos posibilidades. Empecemos con la positiva. Como resultado de la ocupación, nosotros, al igual que otras naciones, nos temíamos lo peor, pero los iraquíes han dado prueba de una cierta unidad. Y ello a pesar de la ausencia de Estado. Cualquier pueblo necesita del Estado para mantenerse unido. En ausencia de éste, los líderes tribales ocupan su lugar y el conflicto entre ellos lleva a la desintegración del país. La otra posibilidad, la negativa, la ocupación en sí. Si me permiten, pondré un ejemplo médico. Cuando un agente extraño penetra en el cuerpo, éste genera una reacción defensiva, lo que produce una complicación que afecta negativamente al cuerpo; de ahí el rendimiento erróneo de las fuerzas de ocupación, lo que pone en riesgo la integridad de Irak.

P. ¿Existe un problema kurdo en Siria?

R. ¿En el sentido nacional del problema?

P. Nos preguntamos si los problemas de integración que se plantean en Irak con la comunidad kurda pueden terminar trasladándose a Siria...

R. Hay algunas discusiones aquí relacionadas con el asunto kurdo, y no quiero llamarlo problema kurdo. Hay dos cuestiones distintas: el asunto kurdo en Siria y el asunto kurdo en Irak. En el caso de Siria, se trata de un problema procesal que arranca de 1962, cuando parte de los kurdos que llegaron a Siria desde Irak y Turquía recibieron la ciudadanía, pero el resto quedaron excluidos a pesar de que en muchos casos pertenecían a las mismas familias. Eso ha creado brechas. A veces, desde el exterior, se plantea el problema del nacionalismo kurdo y los derechos de los kurdos. Sin embargo, en Siria, ha habido cinco presidentes y primeros ministros kurdos, lo que quiere decir que aquí los kurdos no tienen un problema de derechos. En Irak, algunos plantean la cuestión del Estado kurdo y otros una federación que daría autonomía a los kurdos. Por supuesto, rechazamos de plano el proyecto del Estado kurdo, porque eso significa dividir el territorio. En cuanto a la federación, podría ser inofensiva, pero no si se lleva a cabo sobre bases étnicas o religiosas, como se baraja. A largo plazo, llevaría también al cercenamiento del territorio. No sé si esto responde a su pregunta.

P. Lo que queremos saber es si existe riesgo de que los kurdos luchen por crear un Estado independiente con la población que tienen en distintos países, incluida Siria.

R. No creo que exista ese riesgo, porque la mayoría de los kurdos están en contra. La situación podría darse si los kurdos fueran tratados como ciudadanos de segunda. Aquí es difícil distinguir entre el kurdo y el que no lo es. Por eso, la mayor parte sabe que ese planteamiento es nocivo para ellos y no les beneficia. No se trata de una afirmación gratuita, sino que se basa en lo que escuchamos a muchos kurdos, incluso iraquíes.

P. Algunos de los Gobiernos europeos que han estado en contra de la intervención de EE UU, y algún Gobierno que se ha salido de la Coalición, como el español, plantean la necesidad de que los países árabes y musulmanes, sobre todo los países limítrofes de Irak, se involucren en el proceso de transición, en especial en su seguridad. ¿Es eso posible?

R. Depende del modelo de transición que se prevea para Irak. Si se trata de una transición de la ocupación a otra ocupación bajo una forma distinta... Ayer tuvimos aquí a algunos amigos iraquíes allegados al Consejo de Gobierno de Irak. Nos dijeron que después del 30 de junio va a haber un Gobierno con poderes limitados. Ir a Irak, tanto un Estado árabe como uno que no lo sea, sólo puede hacerse a petición de un Gobierno legítimo, que represente al pueblo, es decir, que sea elegido. En este momento, no existe tal Gobierno. Nuestros amigos iraquíes nos han advertido de que si llegamos a su país bajo bandera de EE UU, nos tratarán como a norteamericanos a pesar de que quieren a Siria. Esto nos hace plantearnos una pregunta sencilla: ¿la misión de esas tropas será morir en lugar de las fuerzas de EE UU o ayudarles a reducir los gastos? La respuesta está clara.

P. ¿De qué forma podría Europa colaborar, en este y en otros asuntos de la región, para salir de lo que parece un atolladero entre el mundo árabe y Estados Unidos?

R. Lo primero que necesitaría Europa es tener una postura unificada. Siempre hay diferencias entre Estados, ideas y planteamientos. No parece lógico que en un momento dado Estados Unidos, España y el Reino Unido tuvieran una postura común frente al resto de Europa. Ahora, la situación ha cambiado. En segundo lugar, también haría falta una postura común de la Administración norteamericana respecto a los problemas de la región. En tercero, que Europa convenciera a Estados Unidos de la importancia de su papel en la región. En cuarto, habría que convencer a algunas naciones europeas de que Europa puede actuar en función de Estados Unidos, no en su contra. Entonces, podremos decir a los árabes que Europa tiene capacidad de desempeñar un papel efectivo en muchos de los problemas, pero exige antes un diálogo europeo-norteamericano.

P. ¿Qué opina del plan norteamericano del gran Oriente Próximo que Estados Unidos presenta como un plan de democratización de los regímenes árabes?

R. Si usted va a comprar algo, ¿se deja llevar por la publicidad? Lo que le interesa es la credibilidad del producto. ¿Esa democracia sería al estilo de Abu Ghraib y, por ende, todos nuestros territorios se convertirían en grandes prisiones? Esos países que plantean la democratización y las reformas no han tenido problemas en su historia reciente para apoyar a dictaduras cuando les ha interesado. ¿Acaso se trata de una democracia que pasa por alto nuestros problemas en Palestina y en el Golán? ¿Acaso esa democracia consiste en mantener una parte de nuestro territorio bajo ocupación? Ésos son sólo algunos de los aspectos que indican la falta de credibilidad de esos planes. Además, tememos que el proyecto forme parte de la campaña electoral norteamericana. Nadie en esta región presta atención a esos planes.

P. ¿Cree que hay un problema de democracia en los países árabes?

R. Por supuesto. Lo hay. La falta de credibilidad de lo planteado desde el exterior no quiere decir que no tengamos problemas. [Interviene Buzaina: "Pero una gran parte de la falta de democracia en la región tiene que ver con el comportamiento occidental hacia Oriente Próximo, y no sólo con la intervención directa"]. Los países occidentales han apoyado a las dictaduras e intervenido para darles legitimidad. No se puede separar el problema de la ocupación por Israel ni el del desarrollo regional. Les pondré un ejemplo: durante dos años, hemos tenido que retrasar la puesta en marcha de nuestro programa de Internet porque se prohibió la venta a Siria de los equipos necesarios, y eso atañe al derecho al conocimiento que debe ser respetado.

P. En la entrevista que le hicimos hace tres años, usted nos dijo que su prioridad eran las reformas económicas. ¿No van demasiado despacio?

R. No sólo despacio, sino que a veces van marcha atrás. Es la realidad. Hay aspectos en los que se ve un gran progreso, pero en otros, no. Sin embargo, nuestros problemas cotidianos relegan a un segundo plano esas reformas. La prioridad ahora es la seguridad. Estamos viviendo en un campo minado dentro y fuera del país. El terrorismo se ha extendido. Hace dos semanas hemos sufrido un atentado, pero con anterioridad hubo varios intentos que logramos frustrar. La situación económica da marcha atrás. Si usted pregunta a un ciudadano sirio por sus deseos, le respondería que alimentos, no partidos, por ejemplo. Ahora hay familias que dejan de enviar a sus hijos a la escuela para que trabajen y se busquen la vida. Es lógico que se produzcan las consecuencias que vemos y la corriente antidemocrática sale reforzada de esta situación y no a la inversa. Hay otros dos factores que han influido en el mismo sentido: la guerra contra Afganistán y la ocupación de Irak.

P. En el caso de Afganistán se ha demostrado que era una sede operativa de Al Qaeda, no así en Irak. ¿Por qué sitúa en el mismo plano ambas intervenciones?

R. Voy a poner un ejemplo médico de nuevo. El cáncer tocado con un bisturí se propaga si no es extirpado completamente. Eso es lo que ha ocurrido en Afganistán. Y así se lo planteé a varios países que participaron en la guerra, incluso se lo dije al primer ministro británico, Tony Blair. El terrorismo se ha propagado desde entonces y ha alcanzado a varias naciones. Ahora, Irak carece de Estado. Puede suceder cualquier cosa y asentarse cualquier tipo de organización. Éste es un aspecto. Por otro lado, la guerra de Afganistán constituyó un error y provocó en nuestra región una reacción popular muy negativa. Vino la guerra de Irak y duplicó ese sentimiento. Ambas han desatado un odio en el que encuentra apoyo cualquier acto terrorista. Esto se suma a lo que está sucediendo en Palestina. Hay que vincular de forma directa Afganistán, Irak, Palestina y el terrorismo. Quiero aclarar un punto. Hablan de Al Qaeda. No sabemos si existe o no una organización que se llama Al Qaeda. Sin embargo, hay una corriente extremista, organizada o no, cuyas acciones encuentran su razón de ser en el odio que mencionaba antes.

P. El terrorismo, cualquiera que sea la procedencia, ataca en Nueva York, en Madrid, en Casablanca, en Estambul, en Riad, tanto en los países árabes como en los occidentales. ¿Qué cabe hacer frente a esta globalización del terrorismo?

R. Hay que tratar las causas, especialmente en Irak y Palestina. Es un tratamiento complicado, pero conocido y claro. Abarca todos los métodos, el último de los cuales es el uso de la fuerza, y no precisamente militar. El terrorismo no es un Ejército que se pueda combatir con misiles y aviación. Es necesario adoptar posiciones políticas justas; el desarrollo económico de los países pobres; luchar contra la ignorancia; promover el diálogo entre culturas. Ésos son los métodos para combatir el terrorismo. No hay que tratar el extremismo con otro extremismo, porque así vamos a crear dos o tres extremismos más. Ahí radica la importancia del papel europeo. Su cercanía geográfica y cultural a nuestra región facilita esa tarea. Ahí radica la importancia de España y los países del sur de Europa, y de la postura recientemente adoptada por España respecto a la guerra en Irak. Esa posición no sólo protege a los soldados españoles allí desplegados, sino que contribuye directamente a la reducción del terrorismo y debilita la mecha que llena a la gente de odio.

P. ¿Hasta qué punto esos ataques son fruto de un incremento del integrismo islámico en la región, tal como advierten algunos observadores, y en especial en Siria, un país tradicionalmente laico? ¿Entiende usted que pueda entrañar algún riesgo para su sistema de gobierno?

R. La mayor parte de esos actos se deben a acciones individuales y no fruto de una organización. Nosotros hemos sido uno de los países más interesados en la lucha contra el terrorismo, en el pasado y ahora. Hemos luchado y, cuando proponemos una idea, la avalamos con hechos. No vayan a creer que cuando una persona afronta la muerte, lo hace porque se lo pide una organización. En cuanto a nosotros, en nuestra condición de régimen laico, cualquier extremismo, político, religioso o social, está en contradicción con nuestro régimen. Un extremismo en una dirección determinada daña a los demás. Nosotros estamos totalmente en contra de cualquier tipo de extremismo, aunque, entre paréntesis, no hay diferencia entre el extremismo político y el religioso. El resultado es el mismo: alimenta al terrorismo. El argumento que hay detrás, "el que no está con nosotros, está contra nosotros", es el mismo que el que subyace tras las acusaciones de blasfemia: "El que no cree en Dios, está contra Dios".

P. Propone usted actuaciones políticas de fondo, a medio y largo plazo, pero tenemos en la actualidad un problema inmediato de terrorismo que en muchos países se percibe como de alto riesgo. Los servicios de información sirios tienen fama de eficaces. ¿No es posible aumentar la colaboración con los servicios de información de aquellos países que tienen realmente un riesgo de ser objeto de atentados?

R. Algo de eso ya se planteó durante la visita de Su Majestad el Rey [de España] a Siria, y se ha producido un intercambio de visitas entre los servicios de ambos países. Lo mismo ha sucedido con otros países europeos, Estados Unidos, algunos Estados árabes y también del Este asiático. Esta situación requiere una cooperación de tipo red.

P. Frente a una red hace falta otra red, frente a la red de Al Qaeda...

R. Nuestra red es para hacerles frente.

P. Estados Unidos reconoció tras el 11-S la ayuda que ustedes le prestaron contra Al Qaeda; sin embargo, ahora les presiona con la llamada Ley de Responsabilidad de Siria y Restauración de la Soberanía Libanesa [Accountability Act, que exige la renuncia al terrorismo, la retirada de sus tropas de Líbano y el fin del apoyo a Hezbolá]. ¿No son sus intereses coincidentes en esa lucha contra el terrorismo?

R. Cuando cooperamos con Estados Unidos en este terreno, no lo hacemos en función de Estados Unidos, sino a favor del mundo entero, y eso nos incluye a nosotros y al pueblo de Estados Unidos. Por eso hay que diferenciar entre la lucha contra el terrorismo y la postura política. Tienen razón en que existe una contradicción [en la actitud de EE UU], pero la Accountability Act puede ser una respuesta a nuestra postura contra la guerra en Irak. Hemos sido objeto de muchos actos de seducción, amenazas y presiones, y los hemos rechazado todos. Hasta el momento, nuestra posición se mantiene invariable en contra del terrorismo en cualquier parte del mundo.

P. Una de las advertencias que EE UU ha lanzado a Siria ha sido sobre el mantenimiento de su programa de armas químicas y, a su vez, este asunto impidió finalmente la firma del acuerdo de asociación con la UE. ¿Desmantelar ese programa no ayudaría a disipar los recelos existentes hoy sobre Siria?

R. Hemos sido objeto de presiones al respecto. El año pasado presentamos en el Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto para un Oriente Próximo libre de armas de destrucción masiva. Esta iniciativa también nos ha valido presiones norteamericanas, lo que constituye una contradicción. Hemos planteado a los europeos que nos respalden en esa propuesta y les hemos dicho: "Si ustedes quieren una región libre de armas de destrucción masiva, ¿por qué no respaldan nuestra iniciativa ante la ONU? ¿Por qué no le piden a Israel el desmantelamiento de sus armas nucleares cuando posee más de 200 ojivas de ese tipo?". La conclusión que sacamos es que Estados Unidos no es sincero; de lo contrario, hubiesen respaldado nuestra propuesta.

P. ¿Quiere eso decir que por mucho tiempo vamos a vernos ante un callejón sin salida?

R. No. Tal como he señalado antes, el diálogo sigue abierto entre nosotros y Estados Unidos. En la actualidad, los norteamericanos tienen toda su atención puesta en Irak. Pero no es un callejón sin salida. Aunque ejercen presiones sobre nosotros, nunca han cerrado la puerta, ni siquiera durante la etapa de la guerra.

P. Esa existencia de canales de diálogo, ¿también es aplicable al caso de Israel? Usted siempre ha afirmado que está dispuesto a negociar con Israel. ¿Bajo qué condiciones?

R. Siria no plantea condiciones, pero con Israel no se trata de diálogo, sino de negociaciones, y éstas tienen una estructura y un objetivo claro que es la paz. Los parámetros consisten en las resoluciones del Consejo de Seguridad y los auspicios de Estados Unidos en primer término. Así despegó el proceso de paz en Madrid en el año 1991. Si no es así, ¿sobre qué vamos a negociar? Cualquier frustración o fracaso del proceso de paz nos hace retroceder. Si no se da este marco, es preferible no entrar en negociaciones.

P. Cuando el primer ministro israelí, Ariel Sharon, anuncia que está dispuesto a eliminar a los dirigentes de Hamás "allí donde se encuentren", ¿lo considera una amenaza a Siria?

R. Éste y cualquier otro planteamiento israelí, y sus planteamientos son tantos... Todos constituyen una amenaza para Siria. No se trata de meros planteamientos, sino de una amenaza real, porque se trata de un Gobierno que se apoya en el asesinato, la guerra y el extremismo. El simple hecho de la existencia de ese Gobierno representa una amenaza directa.

P. En una reciente encuesta entre medio millón de militantes del Baaz se les preguntaba si la democracia era compatible con el socialismo, uno de los pilares del Baaz. ¿Es la democracia compatible con el baazismo?

R. Se ha abierto un diálogo muy amplio sobre este asunto [en el partido] y sobre cualquier otro tema relacionado con Siria en general. Buscamos mejorar nuestro desarrollo. Por ello, en el reciente congreso del partido, en el que fui elegido para la presidencia, planteé ¿qué significa el socialismo para nosotros? Ésa ha sido la pregunta. Hemos respondido dos cosas: justicia social y prosperidad. Cualquier acción que encaje bajo esos rótulos significa socialismo. ¿Y qué es prosperidad? El incremento de oportunidades de trabajo, el aumento salarial. En definitiva, la mejora del nivel de vida. Tomándolo como una aspiración ideológica, el socialismo es eso. El sector privado es importante y lo apoyamos ampliamente. A comienzos de este año hemos abierto los dos primeros bancos privados; también han empezado a funcionar universidades privadas, hay algunos periódicos privados y en fechas próximas empezarán a emitir emisoras también privadas. Todo ello era considerado ajeno al socialismo en el pasado. Ahora hemos modificado el concepto de manera conveniente.

P. Entonces, ¿la democracia no amenaza al Partido Baaz?

R. No, al contrario. La democracia es ahora uno de los temas que estamos deliberando. Las elecciones, que habían sido suspendidas, se han reanudado hace un año.

P. ¿Cómo va a hacer frente al hecho de que la población crece por encima de su economía, lo que a medio plazo va a producir un empobrecimiento?

R. Primero, hay que reducir la tasa de crecimiento demográfico. Se ha hecho, pero no en el grado necesario. El crecimiento estaba en el 3,2%, y ahora se sitúa en el 2,4% o 2,3%, pero la población ha crecido de todas formas. Cada año, entre 200.000 y 300.000 personas se incorporan al mercado de trabajo. Pero el problema no es el aumento de la población, sino que se hace preciso crear más puestos de trabajo y mejorar el rendimiento económico. El mayor problema reside en que el sistema administrativo de Siria es atrasado. Además, con el cambio experimentado en el mundo, empezamos a tener demandas que exigen otras habilidades, como el marketing o la planificación. Nuestros profesionales no están preparados y lleva tiempo mejorar la preparación de los trabajadores.

El presidente de Siria, Bachar el Asad.
El presidente de Siria, Bachar el Asad.
El presidente sirio, Bachar el Asad, en un momento de la entrevista, con el director de EL PAÍS, Jesús Ceberio, y Ángeles Espinosa.
El presidente sirio, Bachar el Asad, en un momento de la entrevista, con el director de EL PAÍS, Jesús Ceberio, y Ángeles Espinosa.

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