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La guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente de México dispara los asesinatos de policías

La guerra contra el narcotráfico en México se ha cobrado la vida de 61 policías en lo que va de 2007, un 50% más que en el mismo periodo del año anterior, según fuentes oficiales. La mayoría fueron asesinados por bandas de sicarios de los carteles de las drogas, en coincidencia con la fuerte ofensiva que el presidente, Felipe Calderón, puso en marcha contra el crimen organizado desde el comienzo del año.

Las autoridades se resisten a dar un número exacto de muertes y, sobre todo, a confirmar las causas de cada uno de los fallecimientos de policías municipales, estatales y federales. Ernesto López Portillo, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia, comentó que "sin duda hoy mueren más policías que antes... Muchos mueren en el combate de la delincuencia, pero otros trabajan para los narcotraficantes y son asesinados cuando faltan a sus obligaciones y comenten un error (...). Lo que sabemos, con la información de la que disponemos, es que existen alianzas, complicidades e intercambios entre los carteles y policías o grupos de interés vinculados a las fuerzas de seguridad".

"Lo más grave es que se sospecha que hay comisarías enteras de policías locales sometidas al control del crimen organizado", afirma López Portillo. Tal es la sospecha, que las unidades de policías de élite federales o del Ejército mexicano investigan y hasta desarman a los policías locales cuando inician un operativo contra los carteles de la zona o una investigación. Esto ha sucedido últimamente con comisarías en Tijuana, Apatzingán o Nuevo Laredo.

Lo cierto también es que la muerte de policías es una reacción de los carteles a la gran operación contra el crimen organizado que en diciembre pasado lanzó Felipe Calderón. La centró en Estados donde era habitual que las bandas rivales se tirotearan en los parques públicos o en otros lugares, como el puerto de Acapulco, donde los sicarios llegaron a decapitar a varios agentes o atacar comisarías con ametralladoras. Las muertes de policías, sea en la batalla contra la droga o por una venganza de los narcos, se dan principalmente en los Estados de Michoacán, Tabasco, Quintana Roo, Guerrero o Baja California.

Uno de los Estados más violentos es el de Nuevo León, sobre el que el analista Raymundo Riva Palacio escribió: "La reciente ofensiva contra el narcotráfico ha forzado a los carteles a reorganizarse y ello ha provocado que la lucha, tanto interna como contra la policía, se extendiera a las mismas calles de Monterrey. También se ha roto la regla de oro de no atentar contras los familiares de los narcos". Hoy nadie está a salvo.

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