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Entrevista:Los derechos humanos en Cuba

"Se ha abierto una ventana y hay que aprovecharla"

El disidente Guillermo Fariñas concede su primera entrevista con el diario EL PAÍS tras dejar su huelga de hambre de 135 días

El disidente cubano Guillermo Fariñas dice que no tiene "odios". Después de una durísima huelga de hambre y sed de 135 días que ha estado a punto de costarle la vida, cree que la decisión del régimen de excarcelar a 52 presos de conciencia es una "victoria de todos y una oportunidad", y pide "ser generosos".

"Ha sido sobre todo una victoria de Cuba, pues ganamos los reprimidos pero también los represores; ellos también han tenido que ceder y aprender a caminar hacia la reconciliación", asegura el opositor, en entrevista telefónica con EL PAÍS desde la sala de cuidados intensivos del hospital provincial de Santa Clara, donde lleva ingresado cuatro meses.

Hace cinco días comenzó a ingerir zumos, té frío azucarado, gelatina y hoy, los primeros caldos de pollo, aunque sigue en estado grave y no ha pasado el peligro de que el coagulo que tiene en la yugular pueda provocarle una trombosis. "Poco a poco empiezan a remitir los dolores y va desapareciendo la fiebre", comenta. Confía en recuperarse para continuar con su lucha política, si bien es consciente de que la protesta dejará secuelas en su organismo. "Aun así", afirma, "ha merecido la pena".

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El pasado 24 de febrero, un día después de la muerte del prisionero de conciencia Orlando Zapata, tras 85 días de ayuno, Fariñas comenzó su huelga en demanda de la excarcelación de 26 presos políticos enfermos, todos ellos miembros del denominado Grupo de los 75. Ahora que se ha anunciado su liberación, dice, "es momento de mirar adelante". "No podemos quedarnos aquí, ni el Gobierno, ni la oposición, ni la comunidad internacional: es una ventana que se ha abierto y hay que aprovecharla".

Fariñas trata de ser ecuánime. "Raúl Castro ha dicho que en un plazo máximo de cuatro meses excarcelará a todos los presos. Vamos a esperar: si en noviembre hay presos en las cárceles, pues habrá que realizar nuevas acciones y protestas", advierte. Se refiere específicamente a lo que ocurrirá con los presos que no quieren viajar a España. Como la Iglesia y el Gobierno español, confía en que al final el régimen liberará a todos, también a los que quieren quedarse en Cuba. "No hacerlo", asegura, "sería incomprensible y tendría consecuencias".

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Es de la opinión de que Estados Unidos debería aprovechar la actual coyuntura para "moverse" y autorizar los viajes de los turistas norteamericanos. A su juicio, esto sería el mejor servicio a los cambios en Cuba. "La visita de millones de ciudadanos estadounidenses norteamericanos sin duda cambiaría este país, como lo transformó la llegada de los exiliados en 1979". Sin embargo, sobre la Posición Común de la Unión Europea, que condiciona las relaciones con la isla a la mejora de la situación de los derechos humanos y la democratización del sistema, apuesta por esperar para levantarla.

"Si efectivamente son liberados los 52 presos de conciencia del Grupo 75, podría levantarse la Posición Común de manera temporal, y darle al Gobierno un año de plazo a ver si da otros pasos", señala.

Fariñas considera que la excarcelación de los presos es "una muestra de pragmatismo", pero cree que servirá de poco si ello no va acompañado de reformas serias. "La situación económica es delicadísima, no hay ni mercancías en las tiendas de dólares y el régimen necesita oxígeno para que no haya una explosión social, por eso no les queda más remedio que hacer cambios". Dice que, aunque quiere, todavía no puede ser optimista.

El lunes, desde la cama del hospital vio la última comparecencia en televisión de Fidel Castro, que llegó una semana después de que el ex mandatario visitara un centro de investigaciones. Fue su primera reaparición pública en cuatro años de enfermedad, y coincidió con la noticia de que los presos serían liberados. Para Fariñas la lectura es sencilla: "Da la medida de que toda esta jugada se ha hecho con el consentimiento de Fidel Castro, que está lucido y que está detrás de todo".

Fariñas, que mide 1,87 centímetros de altura y llegó a pesar 53 kilos -ahora está en 67 kilogramos- asegura que hay que liberar "a todos los presos políticos, no sólo a los 52", si bien admite que sobre las listas hay mucha confusión. Según el opositor Elizardo Sánchez, si salieran todos todavía quedarían 115 en las cárceles.

La recuperación de Fariñas recién comienza. Desde la sala de terapia intensiva donde se encuentra, el disidente lanza un mensaje de reconciliación: "Yo perdono a los que me han torturado y golpeado; ahora todos debemos ser generosos y avanzar juntos por el bien de Cuba".

El disidente cubano Guillermo Fariñas en una fotografía de archivo.
El disidente cubano Guillermo Fariñas en una fotografía de archivo.AFP

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