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LA POSGUERRA DE IRAK

Un helicóptero de EE UU se estrella en Tikrit tras ser atacado con lanzagranadas

El incidente, sin víctimas mortales, se produjo horas después de la visita de Wolfowitz a la ciudad

Ramón Lobo

Un helicóptero estadounidense Black Hawk se estrelló ayer cerca de Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein situada a 175 kilómetros al norte de la capital iraquí. El mando militar confirmó que cinco soldados habían resultado heridos pero declinó explicar las causas. Varios testigos aseguran que el aparato fue alcanzado por una granada. Esta localidad es -junto a Bagdad, Ramadi y Faluya- donde se concentra la actividad de la resistencia. Se trata de un modelo similar al derribado hace 10 años en Somalia por las milicias del señor de la guerra Mohamed Fara Aidid. En esa acción murieron 18 soldados y precipitó la retirada de las tropas de EE UU del país africano. El de ayer volaba junto a otro Black Hawk cuando cayó envuelto en llamas sobre unas granjas cerca de una zona boscosa. Los ocupantes del segundo efectuaron un aterrizaje de emergencia para proceder a un rápido salvamento de sus compañeros. El portavoz de la 4ª División de Infantería en Tikrit corroboró los hechos, pero dijo que aún estaban investigando las causas de lo ocurrido.

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Si se confirmara lo que parece evidente, sería la segunda vez que la guerrilla iraquí logra abatir un helicóptero desde el final oficial de las hostilidades, anunciado el 1 de mayo por el presidente George W. Bush. El anterior, un moderno Apache de ataque, fue derribado el 12 de junio.

El número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, uno de los halcones que apoyaron la guerra, viajó ayer -precisamente en helicóptero- a Tikrit horas antes del incidente. Su objetivo era arengar a las tropas de la 4ª División de Infantería, la mejor equipada del Ejército de EE UU y cuya misión es proteger la zona de mayor actividad de la resistencia. En el momento del incidente, Wolfowitz se encontraba ya en Kirkuk. En esa ciudad también se produjeron diversos ataques que podrían estar relacionados con la visita. El más grave, el ametrallamiento de un autobús en el que resultaron heridos 11 miembros del equipo iraquí de taekwondo.

La táctica utilizada, hasta ahora, por la resistencia es la del ataque contra las patrullas terrestres (sobre todo en el triángulo suní: Bagdad, Ramadi y Tikrit), el coche bomba contra objetivos de gran impacto mediático y poco protegidos (Embajada de Jordania y sede de la ONU) y la eliminación selectiva de los que consideran colaboradores de la ocupación. El viernes por la mañana murió a tiros Hamid Haadi al Aybi, jefe de la nueva policía iraquí en Amara.

Los ataques contra patrullas son más numerosos que hace un mes (el general Ricardo Sánchez, jefe de las tropas estadounidenses en Irak, reconoció esta semana un incremento de 24 a 30 diarios) y más sofisticados: emplean bombas por control remoto. El Ejército de EE UU en Bagdad sólo informa de los atentados en los que se dan víctimas propias. Y cuando lo hace es escueto. Un ejemplo: tres soldados estadounidenses resultaron heridos en un ataque en la capital en la mañana de ayer. En el comunicado oficial se evitan los detalles que puedan ayudar a la resistencia, como revelar el lugar exacto del ataque. Cuando los muertos son iraquíes, existe más información y fuentes. Segundo ejemplo: una traductora y un guardaespaldas iraquíes resultaron muertos ayer, al sur de Faluya, cuando viajaban en un vehículo junto a un ingeniero de electricidad de nacionalidad estadounidense, que resultó herido de gravedad. Poco antes, unos desconocidos accionaron un explosivo al paso de una patrulla sin lograr su objetivo. Los soldados norteamericanos saltaron de sus vehículos y abrieron fuego contra varios coches. El civil estadounidense fue evacuado a un hospital. Los cadáveres de los dos iraquíes quedaron inertes durante horas en el interior de un vehículo calcinado.

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El helicóptero norteamericano atacado en Tikrit arde en tierra, envuelto en una humareda, mientras otro aparato transporta a los heridos.
El helicóptero norteamericano atacado en Tikrit arde en tierra, envuelto en una humareda, mientras otro aparato transporta a los heridos.REUTERS

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