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LA POSGUERRA DE IRAK | Las condiciones de vida de la población

Siete heridos en la ciudad que controlarán las tropas españolas

Ramón Lobo

Diwaniya no es Basora, pero tienen en común el calor asfixiante, la carencia de electricidad y gasolina y una población mayoritariamente chií que se desespera por la lentitud de los avances tras la caída del régimen el pasado 9 de abril. Los militares españoles llegados a esa ciudad de 450.000 habitantes sustituirán a los marines estadounidenses el 1 de septiembre, cuando estén en el lugar los 1.300 soldados previstos, con la misión principal de mantener la seguridad ciudadana, muy deteriorada por los crímenes y la profusión de armas en manos de los civiles.

El sábado se desarrolló una manifestación en Diwaniya para protestar contra las decisiones del gobernador nombrado a dedo por los norteamericanos. Le acusan de manejar los precios del gasó-leo a su antojo y lucrarse con ellos. La marcha fue convocada por un imam chií próximo a Murtada al Sader, que desde la mezquita de Kufa (vecina de la ciudad santa de Nayaf) predica en contra de los invasores y estraperlistas locales. La manifestación acabó mal, con siete heridos. Fueron los guardaespaldas del gobernador los que dispararon al aire, según la versión oficial.

Más información
Miles de manifestantes protestan de nuevo en Basora contra la carestía de gasolina y luz

No se oyó nada

El cuartel militar español se encuentra a menos de un kilómetro de una de las principales gasolineras de Diwaniya, ante la que se forman a diario formidables colas en espera del maná. En ese cuartel no se escuchó tiroteo alguno ni hubo alarma especial. Los 501 españoles llegados hace unos días se afanaban, como cada día, en la complicada tarea de convertir ese cuartel devastado del antiguo Ejército de Sadam en un lugar habitable y seguro, capaz de recibir este mes al resto de la fuerza.

El general Alfredo Cardona, jefe de la brigada Plus Ultra en Irak, se entrevistó con el gobernador y el imam díscolo en un intento por limar asperezas y presentar las credenciales de su misión.

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Sayed Muhsen, jefe provincial de Al Dawa, uno de los principales partidos políticos chiíes, no tiene una opinión elevada del prefecto impuesto: "¿Qué se puede esperar de una persona que llevaba años exiliado y se bajó en Diwaniya de un carro de combate vestido con un uniforme militar estadounidense?".

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