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EE UU y la inmigración

Los hispanos ven una oportunidad histórica en la reforma de Obama

La comunidad latina de Estados Unidos espera ganar influencia con la nueva ley de inmigración - Los republicanos jugarán la baza electoral del rechazo

Antonio Caño

La comunidad hispana de Estados Unidos, en un momento de gran protagonismo en la vida política de este país, cree ver en el discurso de Barack Obama una oportunidad histórica de conseguir, por fin, una ley que regule la inmigración y ha incrementado su presión a los congresistas, especialmente republicanos, en busca de un imprescindible acuerdo bipartidista.

La intervención de Obama, su primera toma de postura sobre este asunto desde que asumió la presidencia, ha situado la inmigración como una de las principales prioridades políticas del país y ha desatado un debate nacional que puede tener un impacto decisivo en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales.

La inmigración ya era desde la aprobación de la ley de Arizona una de las principales preocupaciones entre la sociedad. Un informe del centro de estudios Pew revelaba recientemente que un 59% de los norteamericanos menciona la inmigración entre las prioridades nacionales. "Los votantes están impacientes, especialmente los inmigrantes que sufren las consecuencias de este vacío y los empresarios que los emplean", afirma Marc Rosenblum, un analista del Instituto Político para la Inmigración y uno de los principales involucrados en otros intentos fracasados de reforma.

El 57% de los estadounidenses apoya la restrictiva ley de Arizona
McCain dice que la propuesta del presidente no tiene contenido

Sin embargo, la clase política, muy dividida y desorientada sobre este tema, lleva años sin ser capaz de abordarlo. Obama dijo en su discurso del jueves que no está dispuesto a "seguir tirando balones al aire" y apeló al Congreso a actuar con urgencia. Su propuesta ha sido bien acogida, en general, por los congresistas demócratas y las organizaciones sociales implicados en este problema, pero con prudente distancia de parte de la oposición.

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"Sin una reforma migratoria este país no tiene un brillante futuro por delante", advirtió ayer el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, uno de los principales promotores de esta causa. "Estamos dejando fuera", añadió, "a los mejores, a los más brillantes, a personas que vienen con espíritu empresarial y a crear puestos de trabajo".

"Nosotros estamos listos para actuar sobre la reforma migratoria", manifestó el congresista de Arizona Raúl Grijalva, uno de las principales voces en el Congreso en estos asuntos, "y convoco a todo el mundo que esté preocupado por la seguridad fronteriza, por el imperio de la ley y por el progreso económico a que se nos unan".

No va a ser fácil. La oficina de prensa del senador John McCain, que en el pasado fue un ferviente promotor de esta reforma pero que actualmente lucha por mantener su escaño frente a una fuerte presión conservadora, emitió ayer un comunicado en el que asegura que el discurso de Obama "carece de propuestas o detalles específicos".

El senador Lindsey Graham, un centrista con el que Obama cuenta para atraer votos republicanos, ha preferido hasta ahora guardar silencio, y otros miembros de la oposición han insistido en que la prioridad en este momento es preservar la seguridad en la zona fronteriza con México y no legalizar a los indocumentados. "Que haga su trabajo y controle las fronteras", declaró la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, en alusión a Obama.

Sin colaboración republicana, las iniciativas legislativas que en este momento circulan en el Capitolio están condenadas al fracaso, y se va a requerir una negociación larga y complicada para poder elaborar un texto de consenso. "A menos que se produzca un milagro, estamos hablando, como pronto, de principios del próximo año", pronostica Frank Sharry, director del grupo America's Voice.

Los republicanos, probablemente, van a querer probar en las elecciones legislativas de noviembre cuál es la repercusión de su actual rechazo a la reforma. Los centristas del partido no cuentan en estos momentos con fuerza suficiente como para contrarrestar el impulso de un programa extremadamente conservador que incluye una posición rotundamente contraria a la inmigración. Los conservadores buscan el respaldo en las urnas de un 57% de los norteamericanos que, según encuestas recientes, apoyan la ley de Arizona.

Obama y una parte de los demócratas, en cambio, consideran que si el partido no consolida su posición entre los hispanos será derrotado en noviembre, pero que si lo hace, puede resultar invencible a largo plazo. La comunidad latina había mostrado recientemente síntomas de decepción con Obama, y no es seguro que este discurso, por sí solo, consiga evitar esa tendencia. "El discurso llega en un momento crucial, tenemos una crisis de derechos civiles entre manos por la falta de acción del Gobierno, pero un discurso sin más no es suficiente, y no supondrá ninguna diferencia si el presidente no presiona a los dos partidos para que hagan avanzar la ley", afirma Janet Murguía, directora del Consejo Nacional de La Raza, la principal organización hispana.

La presión que, en ese sentido, haga la propia comunidad latina va a ser fundamental para convencer a los políticos de su fuerza electoral. "Al final, muchos líderes republicanos se darán cuenta de que no van a poder triunfar sin el apoyo de los latinos y que no podrán sobrevivir como un partido monolítico y antiinmigrantes", opina Marc Rosenblum.

Imagen de la extensa valla que separa Estados Unidos de México en el desierto de Sonora.
Imagen de la extensa valla que separa Estados Unidos de México en el desierto de Sonora.CRISTÓBAL MANUEL

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