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EL OBSERVADOR GLOBAL
Columna
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La historia oculta de Venezuela

Moisés Naím

Mientras el mundo debate, entre el espanto y la admiración, los cambios que Hugo Chávez impone en Venezuela, otras transformaciones igualmente profundas pero menos visibles están ocurriendo en ese país. Venezuela se ha convertido en un importante centro de operaciones para las redes criminales que operan internacionalmente. A estos traficantes extranjeros lo que más les atrae de Venezuela no es el mercado local; lo que les gusta son las excelentes condiciones que ofrece como base para el manejo de sus negocios criminales. Encrucijada entre Suramérica, el Caribe, Norteamérica y Europa, la localización de Venezuela es ideal. ¿Fronteras? Largas, despobladas y porosas. ¿Sistema financiero? Grande y con controles gubernamentales fáciles de evadir para quienes necesitan hacerlo. ¿Telecomunicaciones, puertos y aeropuertos? Lo mejor que el petróleo puede comprar. ¿Niveles de corrupción de políticos, militares, jueces y policías? Venezuela ocupa un vergonzoso puesto número 162 en la lista de Transparencia Internacional, que clasifica a 179 países de acuerdo con su nivel de corrupción. ¿Ha mostrado el presidente Chávez algún interés en enfrentarse a estas redes internacionales en sus ocho años en el poder? No mucho.

En 2003 salieron de Venezuela 75 toneladas de cocaína; se estima que este año saldrán 276

Si bien esta situación ha sido hasta ahora invisible para la opinión pública mundial, no lo es para quienes combaten el crimen transnacional. A ellos no les interesan ni Venezuela ni las políticas de Chávez, sino el hecho de que desde ese país se irradian al resto del mundo los tentáculos criminales de estas redes globales. Y los números hablan: en 2003 salieron de Venezuela 75 toneladas de cocaína; este año se estima que saldrán 276 toneladas. Antes, el principal destino eran Estados Unidos y el Caribe; ahora es crecientemente Europa con paradas técnicas en países africanos como Guinea-Bissau, donde recientemente ha aparecido una comunidad de venezolanos y colombianos.

Un alto funcionario policial holandés me comentó que él y sus colegas europeos pasan más tiempo en Caracas que en Bogotá, y que muchos de los principales jerarcas de los carteles criminales operan ahora -y con mayor impunidad y eficacia- desde Venezuela. Y los traficantes no son sólo colombianos: también hay asiáticos y europeos y hasta de Bielorrusia, país al que el presidente Chávez ha prestado particular atención y visitado varias veces.

Venezuela también aparece en todas las listas de los paraísos para el blanqueo de dinero. Y el dinero se mueve desde Venezuela no sólo a través de transferencias electrónicas interbancarias: la combinación de jets privados, maletas llenas de dinero e inmunidad diplomática ha abierto nuevas posibilidades. Recientemente, un miembro de la llamada burguesía bolivariana o boliburguesía -el nuevo grupo de megarricos aparecido en los últimos años- fue descubierto en una aduana de Buenos Aires con al menos una de estas maletas. Descubierto, mas no detenido, ya que viajaba con un grupo de altos funcionarios del presidente Néstor Kirchner. Hace apenas unas semanas, en Uruguay se denunció un tráfico ilegal de armas y municiones iraníes facilitadas por venezolanos que intentaban así evadir el embargo impuesto a Irán por el Consejo de Seguridad de la ONU. Las guerrillas colombianas no parecen tener mayores problemas para obtener las armas que necesitan, muchas de ellas a través de Venezuela. Alguien se las vende.

A los diamanteros les va igualmente bien. "Venezuela está permitiendo el contrabando masivo de diamantes y el país debe ser expulsado del Proceso Kimberley", recomendaba un reciente informe de Global Witness y Partnership Africa. El proceso Kimberley es el mecanismo patrocinado por la ONU para luchar contra el contrabando de los llamados diamantes sangrientos. Venezuela está en la primera división del comercio ilegal de personas y es uno de los países que menos protección otorga a seres humanos traficados involuntariamente, especialmente mujeres. También es un centro importante de transbordo de ciudadanos chinos y de Oriente Próximo en ruta a otros destinos y quienes obtienen pasaportes venezolanos en cuestión de horas. Pero nunca gratis.

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La gran paradoja de esta terrible historia es que, a pesar de las constantes denuncias del presidente Chávez en contra de la globalización, su revolución no ha podido evitar que Venezuela sufra sus peores consecuencias. Estas bandas criminales están globalizando Venezuela. Pero se trata de una globalización que depende de la corrupción, el crimen y la muerte. La historia oculta de Venezuela puede acabar siendo mucho más importante para determinar el futuro de mi sufrido país que el experimento de Hugo Chávez.

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