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Lo que huele es la Camorra napolitana

Andrea Rizzi

Las montañas de basura que desde hace días apestan las calles de Nápoles y provocan desórdenes en la ciudad italiana sólo son la punta visible de un enorme iceberg maloliente y escalofriante. Uno tan profundo como los centenares de canteras de la región rellenadas ilegalmente por los clanes mafiosos con residuos, orgánicos o tóxicos, procedentes de toda Italia; tan viejo como las primeras investigaciones sobre el tema, que se remontan a principio de los noventa; tan escalofriante como las cifras de un estudio de la OMS, que señala que en los municipios más afectados la tasa de mortalidad es entre un 9% y 12% más elevada que en otros de la región de Campania.

La basura que allí se pudre o quema sin que nadie logre ya encontrar un lugar donde llevarla huele a Camorra. "Los clanes locales aprovechan desde hace años el control que tienen del territorio para hacer negocios con los residuos", explica por teléfono Stefania Castaldi, uno de los fiscales antimafia de Nápoles. Los delitos medioambientales son muy rentables y acarrean penas menores que otras actividades ilegales.

"La Camorra, a través de intermediarios y sociedades controladas, ofrece a empresas de todo el país gestionar sus desechos a precios muy inferiores a los de mercado", explica Castaldi. Puede hacerlo porque descarga todo en vertederos ilegales en los que abandona o quema hasta residuos tóxicos. Sólo en 2006, la policía clausuró unos 140 de esos vertederos.

Varios estudios demuestran que la región de Nápoles -5,7 millones de habitantes con el PIB per cápita más bajo del país, unos 16.200 euros- se ha llenado durante años de basura procedente de media Italia, de empresas que no han dejado escapar la ocasión de librarse de sus residuos sólo pagando el 10% ó el 20% del precio de mercado. Ello ha contribuido a la saturación de vertederos que ha colapsado Nápoles en estos días.

"Hasta la mitad de los noventa, los clanes gestionaban también los vertederos legales", explica Antonio Pergolizzi, coautor del estudio Ecomafia 2007 y miembro de la organización ecologista Legambiente. En ellos se desechaba de todo con la técnica del "sándwich": una capa de residuos urbanos, una de tóxicos, otra de urbanos...

El Estado intervino en 1994, confiando la gestión de los vertederos a un comisionado especial. Los clanes se reorientaron hacia la utilización de vertederos ilegales y la quema de residuos. Prender fuego a los desechos compromete la estructura de los materiales y hace difícil comprender de donde proceden.

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"En ese cuadro, la política tiene la responsabilidad de no haber logrado poner orden, construir infraestructuras, hacer que todo el ciclo de gestión sea transparente y eficiente", dice Castaldi.

"No creo que la Camorra sea responsable de los desórdenes de estos días. A ellos no les conviene atraer tanto la atención...", prosigue. Otra cosa es la ineficiencia del sistema. "Eso sí que les conviene. Tienen interés en que el ciclo de gestión de basura no se normalice, porque en la emergencia hay menos tiempo y capacidad de control sobre sus actividades", apunta.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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