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Reportaje:

La identidad detrás de los tratados

La Fundación Bertelsmann organiza un debate sobre los valores de la UE

Andrea Rizzi

La construcción europea empezada hace medio siglo con el Tratado de Roma es una realidad jurídica tan original que en ocasiones faltan palabras para definirla. Pero, más allá de su estructura institucional, ¿existe y se puede definir un mínimo común denominador que anima la convergencia de los Estados europeos? ¿Una identidad europea? Alrededor de esa pregunta de fondo se celebró ayer en Madrid un congreso organizado por la Fundación Bertelsmann y al que participaron, entre otros, el presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, y el secretario de Estado para la Unión Europea, Alberto Navarro.

"Europa es una manera de ver el mundo, un conjunto de valores compartidos", argumentó Navarro en la sesión plenaria de apertura. La homogeneidad de sus valores se nota, según Navarro, comparándolos con los de otras sociedades aparentemente cercanas. "La adhesión a Kyoto, la abolición de la pena de muerte, el apoyo a la ONU son elementos que a la vez definen Europa y marcan su distancia con otras sociedades que parecen cercanas, pero no lo son tanto".

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Hay momentos históricos que han definido un sentir común. Pero compartir valores no significa necesariamente identidad común. "Hay dos momentos fundamentales, creo, en la historia de Europa", dijo Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA. "El primero es la romanización, que funda una unidad cultural alrededor del concepto de civis. El segundo es la época carolingia, que anuncia el conflicto alrededor de la religión. Un conflicto que vivimos ahora", reflexionó Cebrián.

Señalados esos momentos decisivos en la historia del continente, Cebrián expresó sus dudas sobre la oportunidad de pensar a la construcción europea en términos de definición de una identidad común. "Creo que ese debate no tiene solución. Y si lo planteamos así, las minorías nos van a seguir presionando para el reconocimiento de sus derechos. Lo mejor que se puede hacer es centrarse en los valores de la ilustración. La igualdad de todos ante la ley por encima del reconocimiento de las identidades".

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En el respeto de la ley, toda identidad es bienvenida, añadió Cebrián. El concepto remite tanto a las dificultades de relación con los 19 millones de inmigrantes extracomunitarios que viven en la Unión Europea, como a las exigencias avanzadas por colectivos e instituciones de las sociedades europeas, incluso religiosas.

Frente a la elevada heterogeneidad de la Europa a 27, Manuel Marín apostó por el recurso a las cooperaciones reforzadas. "El Tratado de Lisboa es infinitamente menos claro que el proyecto de Constitución abandonado. Hemos perdido algo. Pero reduce el poder de veto, y permite a grupos de nueve Estados de hacer cosas por su cuenta. Eso es importante. En los próximos años habrá que aprovechar esa oportunidad en materia de inmigración, terrorismo y política exterior. Al igual que un grupo reducido de países miembros se lanzó en el euro", dijo. Marín, no cree que vaya a ser posible hacer mucho más que eso en los próximos años.

"Es sabido que la construcción europea alterna fases de expansión y de estancamiento. Evolución y metamorfosis han sido rasgos característicos del europeo. Eso no debe ser una excusa para ablandar el esfuerzo de la construcción", dijo Ignacio Polanco, presidente del Grupo PRISA.

Juan Luis Cebrián interviene  en el debate sobre la identidad europea, ayer en Madrid.
Juan Luis Cebrián interviene en el debate sobre la identidad europea, ayer en Madrid.cristóbal manuel

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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