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Las incógnitas del viaje de Cristina Fernández a Cuba

La presidenta argentina se fue de la isla sin reunirse con Fidel y sin pronunciarse sobre el 'caso Hilda Molina'

Soledad Gallego-Díaz

Como no podía ser de otra manera, tratándose del régimen cubano, el reciente viaje de Cristina Fernández a Cuba tropezó con el capítulo del tratamiento que se da a la oposición cubana y al respeto a los derechos humanos. En concreto, Cristina Fernández debió hacer frente al llamado caso Hilda Molina, una médica cubana que reclama desde 1994 permiso para visitar a su hijo y nietos en Buenos Aires.

Los Kirchner han manifestado en varias ocasiones su apoyo a Molina, pero hasta el momento se ignora si han aprovechado los tres días del viaje, que concluyó ayer, para realizar alguna gestión concreta. Molina ha asegurado que no solicitó ninguna entrevista con la presidenta, pero que esperaba que su situación fuera objeto de las conversaciones de ésta con el presidente cubano Raúl Castro. Fuentes diplomáticas argentinas declinaron realizar comentarios al respecto, pero es evidente que el caso Molina tendrá para la presidenta, a su vuelta a Buenos Aires, un cierto coste político interno, caso de que no se haya producido ningún avance.

La visita oficial de Cristina Fernández de Kirchner a Cuba es la primera que realiza un jefe de Estado argentino a la isla desde hace 23 años (la anterior fue la de Raúl Alfonsín en 1986), y supone un intento de reanimar las relaciones entre los dos países, exangües en las dos últimas décadas tanto política como comercialmente.

La visita, que comenzó el domingo, estaba marcada por otra gran incógnita: saber si la presidenta argentina podría reunirse, aunque fuera brevemente, con Fidel Castro o si el estado de salud del líder cubano impediría el encuentro. El hecho de que Fidel Castro no recibiera a los presidentes de Ecuador, Rafael Correa, y Panamá, Martín Torrijos, que visitaron Cuba en las dos últimas semanas, desató de nuevo los rumores sobre su precario estado de salud. Finalmente, Cristina Fernández sólo se reunió con Raúl Castro como colofón a una visita con alto contenido político y que ha sido calificada de histórica por los propios cubanos.

Firma de once acuerdos

La presidenta argentina, recuperada de un episodio de deshidratación y de una lipotimia que le obligaron a suspender el viaje una semana, se desplazó a Cuba con una numerosa delegación en la que figuraban seis ministros y 40 empresarios argentinos, que estudiaron oportunidades de negocio en el ámbito de la medicina y la agricultura. Los dos países formaron once acuerdos de cooperación.

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Cristina Fernández es el primer jefe de Estado de Argentina que se ha pronunciado claramente en las últimas décadas a favor del levantamiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos a Cuba y la diplomacia argentina ha venido trabajando consistentemente en los últimos meses para reincorporar al régimen cubano a los organismos panamericanos de los que fue expulsado, por presiones estadounidenses, en los años sesenta.

La visita oficial a Cuba era, en este sentido, una primera demostración de los intentos de Argentina por no quedarse completamente descolgada del protagonismo regional que está desarrollando Brasil y su actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva. Los sucesivos Gobiernos argentinos se han ido recluyendo cada vez más en los enfrentamientos políticos internos y cediendo presencia en América Latina, al contrario, precisamente, de lo sucedido con Brasil.

La visita de Cristina Fernández ha franqueado el paso a la de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, que llegará a la isla el próximo mes de febrero, y a la realmente histórica visita del presidente mexicano, Felipe Calderón, anunciada para este año.

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