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La inmigración, efecto natural de un mundo globalizado

Antonio Caño

La inmigración es un fenómeno positivo que, pese a las dificultades que plantea, promueve la comunicación, el conocimiento y el crecimiento económico, además de constituir un derecho innegable en un mundo globalizado, según concluyeron ayer diversos expertos en la segunda jornada del Foro Iberoamérica, que se celebra en la Universidad de Brown como parte de sus Diálogos Trasatlánticos.

En el caso de Estados Unidos, la inmigración procedente de América Latina ha permitido el desarrollo de una fuerte comunidad hispana que representa el 50% de todo el crecimiento poblacional de este país y el 20% de su juventud. Solo falta, según el presidente de Univisión, César Conde, traducir esas cifras en influencia mediante la participación en la actividad política.

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El conflicto por los puestos de trabajo se traduce en una cierta redistribución de la riqueza, puesto que el dinero que los emigrantes envían a sus lugares de origen representa en muchos países, como dijo el escritor mexicano Carlos Fuentes, el principal recurso económico.

La inmigración es consecuente, como dijo el moderador del debate, Ignacio Polanco, presidente del grupo PRISA, con la realidad de un mundo más transparente y con más rápido tráfico de ideas. Pero acarrea problemas, como el que identificó el científico colombiano Manuel-Elkin Patarroyo -la propagación de enfermedades infecciosas- que hay que afrontar.

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